A RODRIGO CONSTANTINO
Botoncito pequeño,
despertaste a la vida,
cuando aún no era tiempo
que debieras nacer.
Y quedaste sumido
en un profundo sueño,
del que nunca creímos,
que pudieras volver.
Pero Dios que es tan bueno,
y que nos ama tanto,
te levantó del lecho
terrible del dolor.
Se acabó nuestra pena,
terminó nuestro llanto,
y sentimos la vida,
saturada de amor.
Desde entonces tú eres,
ventanita de cielo,
un rayito de luna,
un rayito de sol.
Avecilla que cruza
en armonioso vuelo,
los últimos destellos
teñidos de arrebol.
Tu carita risueña,
inspira gran ternura
y tus ojos son bellos
como un atardecer.
Ilumina tu cara,
y le dan la frescura
de lluvia en primavera
cuando empieza a caer.
A mi Dios yo le pido,
con fervor verdadero,
que te lleve por sendas,
y caminos de bien
y que nunca te falte
gran amigo sincero
y el amor de tus padres,
te acompañen también.