El dos de julio de 2000 por la noche, en el Ángel de la Independencia, el presidente VFQ calmó los ánimos vengadores del mitin de victoria. En tono conciliador y sin protagonismo convocó a la conciliación nacional. Durante los próximos cinco meses emprendería una campaña sistemática para modificar su discurso de confrontación. De ahí en adelante hablaría como jefe de estado. La ecuanimidad y sensatez privarían. Realista frente a la división del país, dado que el 58 por ciento de los electores había votado en su contra, de inmediato inició una estrategia para acercarse a su principal interlocutor: el PRI.
Para ratificar sus intenciones conciliadoras el presidente VFQ designaría a un conocido luchador social, apartidista y sin ambiciones políticas como principal interlocutor político de la gestión. La oposición, derrotada en las cifras y en el ánimo, dividida, aceptaría una serie de largas conversaciones que conducirían a un primer acuerdo: la apertura del sector eléctrico. Pasada la elección, el PRI no tuvo argumentos para negar apoyo a su reforma, ahora propuesta por el propio PAN. Dos semanas antes de su toma de posesión, el presidente VFQ aparecería frente a las cámaras con los líderes opositores firmando el compromiso. El mundo entero se asombraría de la habilidad del futuro presidente para tender puentes.
En su toma de posesión el presidente VFQ pronunciaría un mensaje de profundo carácter institucional. Refiriéndose en todo momento a la nación como punto de encuentro entre los partidos, VFQ convocó a dejar atrás odios y encontrar un rumbo común. En la integración de su gabinete se demostraría la intención expresa de incluir a los verdaderos conocedores de las materias sin importar sus orígenes. Ello daría a la oposición garantías de que se reconocerían los logros del pasado. Sin ceder en sus principios, el presidente instalaría una comisión encargada investigar los crímenes del pasado. Su carácter verdaderamente plural daría garantías de seriedad. En todo momento el presidente VFQ supo que el éxito de su gestión, y por ende el bienestar de los mexicanos, dependerían de su expresa capacidad para negociar acuerdos.
Ya en el ejercicio del poder el presidente VFQ resistiría todos y cada uno de los embates de los grupos radicales de su partido. A pesar de conocida su religiosidad, jamás se le conocerían deslices lo cual, en un país acostumbrado a la separación estado iglesia, le facilitaría el camino. Nada se recuerda de expresiones superficiales o burlas ofensivas. La Presidencia se consolidaría así como un ámbito de encuentro. En no pocas ocasiones se supo de desayunos y comidas privadas del presidente VFQ con su antecesor, arquitecto de la estabilidad financiera que sustentaría la gestión de VFQ. En todo momento el presidente mantendría una estrecha relación con su partido.
Una vez anunciada la iniciativa conjunta para la apertura del sector energético, el presidente, su partido y la principal fuerza opositora, caminarían en el segundo año a una reforma electoral de fondo. Las señales de cambio fomentarían el optimismo sobre el destino de México. La inversión aumentó de forma espectacular. El gran mérito de la transición mexicana sería precisamente ese, la comprensión de su carácter peculiar. A VFQ nunca se le escucharía una visión de rompimiento racial con el pasado, por el contrario el presidente aceptaría públicamente la continuidad de ciertos programas como el de SOLIDARIDAD, PROGRESA, OPORTUNIDADES, o la solidez institucional del Banco de México, el IFE, el IMSS, el ISSSTE, el INFONAVIT para no hablar de las instituciones con las que gobernaría seis años como la SEP, el sistema nacional de salud o el propio PEMEX o la CFE. Sin pleitos inútiles con fantasmas VFQ daría impulso a nuevas instituciones como lo fueron el IFAI, el INEE y el INP, Instituto Nacional de Pensiones, que vendría a dar cauce a uno de los nudos financieros más graves del país.
Un aspecto muy admirable de VFQ fue el bajo perfil de él y su familia. El culto a la personalidad fue enterrado en definitiva. La figura de la señora, su anterior jefa de prensa, sería manejada con extrema cautela. Dada su profunda religiosidad, su cónyuge estaría abocada exclusivamente a programas de asistencia en comunidades paupérrimas. Era común la imagen de la “primera dama” con poco arreglo personal, de jeans, en localidades aisladas atendiendo a los más necesitados. Era conocida su decisión de aparecer lo menos posible en prensa. Fueron escasas las entrevistas que concedió. Jamás se le conoció un escándalo y los miembros del llamado tercer sector le guardarían un profundo agradecimiento y respeto por el discreto apoyo que les brindó durante seis años. Al dejar el poder la señora de VFQ sería bienvenida en todos los ámbitos y reconocida por su sincera labor social.
VFQ tendría una enorme cosecha. Utilizaría su popularidad inicial para impulsar programas de gran alcance. Sector energético, pensiones y reforma fiscal serían los más profundos. En su cuarto año VFQ pudo recibir las bondades de su seriedad. Las inversiones al sector energético propiciaron que uno de los principales insumos de la economía se abaratara. La productividad del país se incrementaría notablemente. El sector empresarial agradecería el trato personal y cuidadoso del jefe del Ejecutivo. La reforma al sector de pensiones resistió una etapa de tormenta con algunos sindicatos. Hubo firmeza. Sin embargo en poco tiempo aparecieron sus bondades. La masa de recursos generados incrementaría el ahorro interno de manera notable. La estabilidad financiera de México sería pilar de la modernización. La reforma fiscal generaría múltiples resistencias. Pero la clara visión de Estado de VFQ, lo llevaría a concluir que la única alianza viable para ese fin era con sus principales opositores. Con ellos trabajaría personalmente el acuerdo. El fuerte incremento en la recaudación le permitiría a VFQ un gasto social y en infraestructura sin precedente. Por todo ello las tasas de crecimiento económico del país se elevarían substancialmente. Asesorado por verdaderos expertos la eficiencia administrativa del régimen tuvo un severo impacto en reducir la corrupción. Ese sería otro de sus grandes logros. El nuevo aeropuerto capitalino fue motivo de fiesta nacional.
En su quinto año VFQ recibió un multitudinario reconocimiento ciudadano. Su partido ganaría la elección del próximo año. Su nombre quedaría grabado en la historia: Valentín Farías Quiroga.