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Viernes Santo| Se vive día de pasión

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

Viernes Santo|En Gómez Palacio y Lerdo también representan el Vía Crucis

EL SIGLO DE TORREÓN

Una mirada de compasión.

Alrededor de 30 mil ciudadanos se dan cita en el Cerro de las Noas

TORREÓN, COAH.- Descalzo, con la corona de espinas, las rodillas cubiertas de tierra y raspones por las caídas, el sudor empapando su rostro, y una mirada de compasión hacia aquéllos que le azotaban, aparece Jesucristo.

Su cabello y barba son negros y con algunas canas, todo es natural. En Chihuahua, se dedica a la obra. Ha cargado con la responsabilidad que implica este papel en casi todas las ocasiones en que se ha presentado la procesión.

Alrededor de 30 mil ciudadanos estaban distribuidos en la cuesta al Cristo del Cerro. En medio de unas mil personas, esperaba Jesús García Hernández, quien cada año se traslada de Ciudad Juárez a Torreón para dar vida a Jesucristo, custodiado por los soldados romanos.

Las personas comenzaron a llegar antes de las siete de la mañana. Había agentes de Tránsito y Vialidad a lo largo de todo el trayecto, que actuaban sólo como observadores, pues eran mínimas las indicaciones que ofrecían a los vehículos.

Faltan unos minutos para las 11 de la mañana, los asistentes miran con impaciencia sus relojes. El padre, José Rodríguez Tenorio, explica en el micrófono que ya están por comenzar, “estamos esperando unos momentos al alcalde, que ya viene en camino, viene llegando”.

La gente se asoma pero no se ve por ningún lado a Guillermo Anaya Llamas. Luego de un Padre Nuestro, un Ave María y el Acto de Contrición, el Obispo, José Guadalupe Galván Galindo, comienza a leer la primera estación.

A la mitad de su lectura, los oyentes se distraen, los soldados romanos voltean una y otra vez, llegó el presidente municipal de Torreón, acompañado por uno de sus hijos.

Este Vía Crucis se realizó por primera vez en los setentas, en la colonia Jacobo Meyer, y fue organizado por don Luis Pargas Moreno. Diez años después de representar la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo en el fraccionamiento, llegó la invitación de presentarlo en el Cerro de las Noas.

Hay quienes aseguran que es el segundo Vía Crucis más importante de México, algunos dicen que es el mejor del norte del país y otros sólo afirman que es “impresionante”. Para los laguneros y turistas extranjeros que asistieron a observar la representación, resultó todo un espectáculo, pero más allá de los disfraces, el maquillaje y las actuaciones, surge el recordatorio del amor de Dios por los seres humanos.

Los niños eran los más entusiasmados con la representación, algunos se cubrían los ojos cuando Jesús era azotado con las cuerdas que los soldados utilizaban por látigos, mientras que los más pequeños pedían que no lo golpearan.

Los vendedores ambulantes esperaban desde temprano con gorras, paquetes de agua y botanas, pulseras, sombrillas, discos y películas “piratas”, dulces, gorditas, tacos, nieve, paletas, y todo lo que pudieran necesitar los caminantes. El alcalde leía el misal en silencio, en ocasiones conversaba con su hijo.

Los menores cuestionaban a sus padres, preocupados por el sufrimiento de aquel hombre semides-nudo al que los soldados habían despojado de sus ropas y golpeaban, sin importar que cargara una cruz de madera de casi 30 kilos.

Las miradas atónitas se clavan en Jesús, crucificado, con la corona de espinas, las rodillas rojas, la espalda flagelada y su cuerpo envuelto en una túnica blanca. La muchedumbre observa en silencio la muerte del Hijo de Dios.

El actor parece resentir el cansancio, el dolor físico, los latigazos. Los soldados le bajan de la cruz y algunas personas, principalmente señoras, dejan salir unas lágrimas. Otros miran cabizbajos y evocan plegarias, al tiempo que se reincorporan a la procesión.

Cuando el Vía Crucis termina, los vendedores ambulantes ya están listos y los fieles, cansados y asoleados, se “premian” con algunas compras, luego de haber cumplido con las 14 estaciones de la procesión.

Peligroso accidente

Salvo los acostumbrados incidentes en los que varias personas sufrieron desmayos por la prolongada exposición al sol, todo transcurría sin mayor problema en el ascenso al Cerro de las Noas para presenciar el Vía Crucis, cuando el descuido de un menor provocó que se desbarrancara de una altura aproximada a los 20 metros, sufriendo lesiones leves y un gran susto.

De acuerdo a los escuetos datos proporcionados por la Dirección de Seguridad Pública Municipal, el accidente se registró a eso de las 12:15 horas por el lado contrario a donde se llevaba a cabo la procesión hacia el santuario, en las faldas del cerro en un sitio conocido como “La Cueva del Pato”.

Tan pronto se recibió el reporte, cinco elementos femeninos del cuerpo de socorristas de la Cruz Roja así como varios agentes de Seguridad Pública se trasladaron de inmediato hacia el lugar en cuestión, con todo lo necesario para realizar las labores de rescate.

Por espacio de varios minutos las socorristas efectuaron su ardua tarea hasta que por fin lograron rescatar del fondo del barranco a Pedro Antonio Magallanes, de 11 años de edad, domiciliado en avenida Sexta No. 610 de la colonia Vicente Guerrero, quien aparentemente no sufrió lesiones graves, pero aún así lo inmovilizaron hasta cerciorarse de lo anterior.

De acuerdo al reporte médico el menor presentó golpes y raspones en diferentes partes del cuerpo así como probable fractura de clavícula derecha.

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