Los investigadores saben que las enfermedades cardiacas y los problemas de erección comparten factores de riesgo tales como obesidad, tabaquismo, diabetes, hipertensión y sedentarismo.
CHICAGO (AP) .- Un amplio estudio realizado con hombres mayores de 55 años señala que la impotencia puede ser un indicio de insuficiencia cardiaca.
Los hombres con disfunción eréctil revelaron una mayor incidencia de dolores en el pecho, ataque cardiaco o derrame cerebral en los siete años siguientes, según el estudio.
Los resultados sugieren que el hombre que consulta al médico por impotencia haría bien en someterse a un estudio cardiaco, dijo uno de los autores, el doctor Ian Thompson, del Centro de Ciencias de la Salud de San Antonio, Texas.
"Muchos hombres que mueren repentinamente de un ataque cardiaco jamás consultaron a un médico ni evaluaron su riesgo cardiovascular", dijo Thompson. "Tal vez nunca manifestaron un síntoma de trastorno cardiovascular".
No es la primera vez que se estudia esa relación. Los investigadores sabian que las enfermedades cardíacas y los problemas de erección comparten factores de riesgo tales como obesidad, tabaquismo, diabetes, hipertensión y sedentarismo.
El estudio
Pero el estudio es el primer que sigue la evolución de un grupo grande de hombres sanos a lo largo del tiempo, dijo Thompson. Los datos provinieron de 8 mil 063 hombres sin enfermedad cardíaca preexistente que participaron de un estudio sobre prevención del cáncer de próstata.
Los investigadores hallaron que la disfunción eréctil es tan útil para pronosticar una enfermedad cardiovascular como una historia familiar de ataque cardiaco.
Con todo, no es un pronosticador perfecto. En el grupo de hombres con problemas de erección, el 11% sufrió un incidente cardiovascular. En el grupo sin afecciones eréctiles durante el período abarcado, el 6% sufrió un incidente cardiovascular.
El estudio tuvo algunas limitaciones. No empleó el cuestionario estándar usado por los investigadores para medir la disfunción eréctil y se basó en los informes de los propios pacientes más que en sus historias clínicas, dijo la doctora Elizabeth Barrett-Connor de la Universidad de California San Diego, quien no participó del estudio.