El Vaticano denunció ayer la muerte de la paciente de atrofia cerebral Terry Schiavo en Estados Unidos, y dijo que la remoción de su sonda alimentaria violaba los principios del cristianismo y la civilización.
“Las circunstancias de la muerte de Terry Schiavo han afectado con toda razón las conciencias”, dijo el vocero vaticano Joaquín Navarro Valls en la primera declaración de la Santa Sede acerca del caso. “Una existencia fue interrumpida. Una muerte fue acelerada arbitrariamente porque alimentar a una persona no puede ser considerado como un medio excepcional” para mantenerla viva.
“No hay duda de que no pueden concederse excepciones al principio de que toda vida es sagrada, desde la concepción hasta la muerte natural”, dijo el vocero vaticano. “Además, aparte de ser un principio de la ética, esto es también un principio de la civilización humana”.
El cardenal Renato Martino, alto funcionario vaticano, dijo que la muerte de Schiavo era “una tragedia humana, pero también una tragedia ética, jurídica y cultural”, y la comparó a “una sentencia de muerte ejecutada por medio de un método cruel”.
