El diagnóstico de José Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada de la PGR, es por igual realista y desalentador: en México se vive una violencia exagerada, a lo que hay que sumar fenómenos de corrupción y obstrucción a la justicia; una oleada que “va más allá de un problema de narcotráfico, la violencia exagerada que se ha desatado en México está siendo fomentada desde distintos frentes por los grupos delictivos”.
Y es que a decir del propio funcionario, los mexicanos enfrentamos un escenario en el que los grandes cárteles de la droga, como los del Golfo y de Sinaloa, se han preparado para tener la capacidad para disputarse los territorios a través del reclutamiento de sicarios extranjeros, que entrenan a los asesinos a sueldo de estas organizaciones. El país paga el precio de su situación geográfica, ya que se encuentra justamente en medio de los productores de toda clase de sustancias ilegales y el mercado de consumo más grande del mundo, Estados Unidos, “lo que nos ha convertido en víctimas de hechos violentos exagerados”.
Para entender cómo termina un año especialmente violento -se han registrado más de mil 400 narcoejecuciones a lo largo y ancho el territorio nacional- habría que analizar las declaraciones del titular de la SIEDO, ya que advierte, entre otras cosas, que por el lado del Cártel del Golfo, el grupo de sicarios denominado Los Zetas, ha visto disminuida su capacidad operativa, y ahora trata de recuperar sus cuadros a través del reclutamiento de ex militares de élite guatemaltecos llamados Kaibiles y en contraparte, el Cártel de Sinaloa de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ha optado por incorporar a sus filas a sicarios de Estados Unidos, conocidos como Los Lobos.
En suma, las dos organizaciones delictivas más poderosas del país se encuentran en proceso de recuperación y listas para extender su guerra por toda la nación. Nada bueno augura el año 2006 en este tema. Sólo queda esperar que las autoridades (rebasadas por su ineptitud y/o complicidad) puedan hacer lo que hasta el momento no han logrado, frenar a la delincuencia organizada.