¿Qué haría usted si de pronto uno de sus hijos dejara la puerta abierta del patio de su casa y comenzaran a cruzar por su propiedad personas desconocidas?
Seguramente trataría primero de cerrar la puerta y de sacaría de su casa a cualquier extraño que ahí hubiera permanecido.
¿Qué medidas tomaría si con todo y la puerta cerrada estos extraños siguieran cruzando por arriba o abajo del cerco de su casa?
Es muy probable entonces que llamara a la Policía y le pidiera que interviniera para echar fuera de su casa a tales intrusos.
¿Y qué pasaría si usted intentara sacarlos directamente mediante el uso de amenazas verbales e incluso armas?
Pues nada difícil sería que se armara una gresca y que en la confusión corriera la sangre con saldo de muertos y heridos, entre ellos usted y varios de sus familiares.
¿Sería entonces esta violencia la que buscan estos sujetos extremistas del proyecto Minuteman, quienes se hacen pasar como los genuinos defensores de Estados Unidos?
En su actividad del mes de abril, este grupo radical que destila racismo no logró los objetivos de contener la migración de mexicanos que durante muchos años ha cruzado por Arizona. En número reales la operación fue un fracaso rotundo.
Pero en cuanto a difusión y promoción, aunque duela reconocerlo, estos rancheros de mucho hígado y poca visión lograron lo que jamás imaginaron. Hoy en día sus conceptos son ampliamente conocidos en toda la Unión Americana además de México, Canadá e incluso en los países europeos.
Para colmo de males, este movimiento que tiene buen parecido con el abominable Ku Kux Klan, alcanzó enormes simpatías a lo largo y ancho del territorio estadounidense.
Al más alto nivel político, Minuteman fue desautorizado por el presidente George W. Bush durante la reunión con sus homólogos de México y Canadá, el pasado mes de marzo.
Pero en otros niveles recibió elogios, entre ellos el del gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, quien no tiene empacho en mostrar cuantas veces sea posible su desprecio hacia los migrantes mexicanos, además de su ignorancia plena hacia la realidad de la frontera con Estados Unidos.
Qué diferente forma de pensar la de su predecesor Ronald Reagan, quien a pesar de ser republicano y conservador en sus ideas, mostraba respeto y simpatía hacia los hispanos con quienes convivió y trabajó en ranchos, restaurantes, en el cine y en los gobiernos de California y los Estados Unidos.
El peligro de que un gobernante popular como Schwarzenegger vuelque su simpatía hacia Minuteman es que ello se traduzca en violencia, racismo y odio contra los migrantes.
De hecho apenas habló bien de Minuteman y de inmediato surgió en Los Ángeles el anuncio de un nuevo grupo civil de nombre “Amigos de la Patrulla Fronteriza” que vigilará a partir de agosto el paso de indocumentados por la frontera de San Diego, California.
Esta organización es comandada por el hispano Andy Ramírez y cuenta entre sus miembros a 300 oficiales de Policía en retiro, personal militar e incluso pilotos que están dispuestos a extender sus operaciones desde el Océano Pacífico hasta el límite con Arizona.
La situación es cada día más delicada y no pasará mucho tiempo para que afloren los estallidos violentos de índole racial, por cierto ante el disimulo de las autoridades norteamericanas que no muestran interés para sofocar estos movimientos.
Las coincidencias son demasiadas y preocupantes. El cruce en garitas es cada vez más lento. Schwarzenegger habla de cerrar fronteras aunque luego rectifica. Se demoran las discusiones para un acuerdo migratorio al tiempo que se amplían recursos para reforzar la vigilancia en la línea divisoria.
¿Hasta dónde pretende llegar el Gobierno de Estados Unidos?
Comentarios a:
jhealy@diariolatino.com