EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Desde temprana hora, miles de sampetrinos se dieron cierta en el panteón municipal a donde acudieron para visitar a sus familiares fallecidos, llenando de colorido el sepulcral lugar que el resto del año permanece desolado. No se presentaron incidentes de consideración.
Los vendedores de flores fueron los primeros en instalarse en los alrededores del cementerio donde estuvieron ofertando su mercancía a los dolientes que se dieron cita desde las siete de la mañana, hora en que se abrieron las puertas del camposanto.
El tradicional festejo a los difuntos, se convirtió, como cada año, en toda una verbena popular donde no faltaron los comerciantes de pollos asados, gorditas, vendedores de pan de trigo y agua purificada y hasta las personas que tienen sus domicilios en los alrededores, hicieron negocio al estar “rentando” sus baños para quienes tuvieran necesidad de hacer uso de ellos.
El ir y venir de decenas de sampetrinos que llegaban al panteón se observó de manera constante, unos a pie, otros en camión y los más afortunados en vehículo particular, pero todos llegaban con sus respectivas ofrendas florales para sus muertos.
El acostumbrado festejo de día de muertos, para unos representó un momento de reflexión para recordar a quienes se nos adelantaron en el camino; para otros brindó la oportunidad de dar una “manita” a los sepulcros que se hallaban rodeados de maleza, pues desde hace un año que no se les atendía.
Para otros más fue un día familiar, donde compartieron recuerdos los vivos con los muertos, mientras que para los pequeños resultó un día de algarabía, al dar rienda suelta a su inagotable energía, corriendo entre las tumbas y haciendo oídos sordos a los reclamos y regaños de los adultos, que en vano trataban de meterlos en cintura ante tan semejante falta de respeto a los difuntos.
Elementos del Departamento de Tránsito y Vialidad, apenas tenían tiempo para tomar un respiro, pues el continuo tráfico los obligaba a poner atención en las personas que pretendían cruzar las acalles aledañas al camposanto sin ser arrolladas por los desesperados conductores que buscaban afanosamente un sitio muy cercando a la entrada del camposanto dónde estacionar sus vehículos, sin resultados positivos, pues todo estaba repleto.
Antes de Seguridad Pública realizaban sus recorridos tanto en el exterior como en el interior del cementerio, a fin de conservar la tranquilidad y el orden público y sobre todo para evitar la incursión de vivales que pretendiendo aprovecharse de tan arraigada costumbre, intentaran arrebatar el bolso de las damas que ahí se dieron cita.
La Cruz Roja también estuvo a la expectativa de posibles contingencias que pudieran ocurrir a lo largo del día, con tan buena suerte que no hubo desgracias qué lamentar, sin embargo se dio atención a quienes sufrieron los estragos del Astro Rey, brindando la atención médica correspondiente.
Así transcurrió otro día de Muertos en San Pedro.
Tradición
Otra costumbre que a lo largo de los años se ha convertido en tradición es la venta de caña durante las celebraciones de Días de Muertos. Aún en el siglo XXI, esta añeja práctica no podría faltar y desde temprana hora, los vendedores estuvieron en las afueras del panteón ofreciendo su mercancía.
Rafael Hernández, dijo que la gente sigue comprando caña. Quizás no tanto como anteriormente, pero por lo menos continúa vendiéndose.
“Afortunadamente ya hicimos la ‘cruz’. Ahorita la tenemos en ocho pesos y confiamos en vender toda la carga para antes que termine el día”, expresó.
“Tenemos muchos años de dedicarnos a esto y por fortuna nos ha ido bien. Anteriormente mis padres lo hacían pero ya están grandes y no pueden ya, por eso vine en su lugar”, dijo Rafael mientras despachaba el pedido de una clienta.
La caña la traen de otras partes del país, y los transportistas “ya saben a quiénes buscar, por eso no tenemos problemas, pues somos pocas las personas que las vendemos”, terminó diciendo.