EL PAÍS
ROMA, ITALIA.- Miles de personas guardaron ayer una fila moderada, de aproximadamente media hora, para visitar la tumba de Juan Pablo II, abierta por primera vez al público. A las siete de la mañana, cuando la cripta vaticana abrió sus puertas, ya había más de un millar de visitantes ante el arco detector de metales previo al ingreso en la basílica. Algunos habían dormido a la intemperie en la propia plaza de San Pedro. Buena parte de los visitantes era de personas con billete para la audiencia general con el Papa que, en otras circunstancias, se habría celebrado ayer, como todos los miércoles.
La experiencia de los ?samaritanos de la memoria?, según los definía en portada el diario vaticano L?Osservatore Romano, no pudo ser todo lo satisfactoria que habrían deseado. No estaba permitido rezar un minuto ante la tumba, ni depositar flores, ni abstraerse en el recuerdo del difunto: la cola desfilaba a paso ligero, siguiendo un ritmo marcado por los vigilantes para evitar aglomeraciones, y los ?samaritanos de la memoria? debían conformarse con una fotografía fugaz. Un coro montañés polaco sí obtuvo autorización para detenerse unos minutos, el tiempo suficiente para entonar una canción.
Algunos turistas japoneses, según la agencia Ansa, protestaron por la longitud de la cola de ingreso en la cripta y por el hecho de no poder visitar la Capilla Sixtina (cerrada por precónclave), pese a haber pagado el billete íntegro en la taquilla de los Museos Vaticanos.