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ARMERO, COLOMBIA.- Los sobrevivientes de la avalancha de lodo que hace 20 años sepultó a la ciudad colombiana de Armero, con un saldo de 25 mil muertos, continúan en el olvido por parte de las autoridades que acudieron a ayudarlos tras la tragedia.
Los habitantes de Armero Guayabal, el poblado que sirvió de refugio a los damnificados y que está a diez minutos por carretera de la ciudad sepultada, han tratado de mejorar sus casas, pero algunos de ellos aún duermen sobre la tierra.
El 13 de noviembre de 1985 una avalancha formada por 450 mil millones de metros cúbicos de lodo sepultó la ciudad colombiana de Armero y dejo unos 15 mil damnificados, que sobreviven bajo un alud de indiferencia por parte del Estado y la sociedad.
Jorge Rojas Nizo, un hombre de 72 años y piel ajada por el tiempo, perdió a 85 familiares y logró sobrevivir gracias a que la avalancha no llegó a una parte alta de la localidad, donde se encontraba la noche de la tragedia.
En su humilde vivienda, la cual le fue entregada por el Gobierno aún sin terminar casi dos años después de la tragedia, Rojas Nizo dijo que “la corrupción dilapidó las ayudas que el mundo envió y por ese delito no han aparecido responsables”.
“Mucho dinero donado por varias naciones llegó a este país, pero no estábamos preparados para enfrentar un desastre de esa magnitud, por lo que nos tocó improvisar en todos los sentidos”, indicó.
Recordó que “las viviendas escasamente eran habitables, pero lo peor es que no hubo medios de sustento, no se generaron alternativas de trabajo y entre los políticos se disputaron como aves de rapiña los contratos para construir obras que no servían para nada”.
El anciano sobreviviente recalcó que “todo fue corrupción. El Gobierno del entonces presidente Belisario Betancourt (1982-1986) no supo manejar los recursos y muchos ladrones de cuello blanco se enriquecieron a costa de nuestro sufrimiento”.
Rojas Nizo aseguró que “hasta el país más pobre envió ayuda. Un informe de la Universidad Nacional afirma que con lo que el mundo nos envió se habría podido reconstruir tres veces a Armero, con vivienda y medios de trabajo para los sobrevivientes”.
Esta es la queja común de decenas de sobrevivientes a la tragedia de Armero, que entonces figuraba como uno de los municipios más prósperos del país, distante 190 kilómetros al oeste de Bogotá y caracterizado por sus industrias arroceras y tabacaleras.
