Prácticamente en un nido de alacranes vive la familia Amaro Soto, y con cuatro hijos han extremado precauciones para no ser atacados por estos arácnidos, pues desde que son pequeños les han enseñado la peligrosidad de estos bichos.
María Hortensia es madre de cuatro hijos, a los que desde pequeños les enseñó que esos animales eran peligrosos y que si veían uno deberían exterminarlo o avisar para matarlo. Esta familia argumenta que una de las principales causas de este hecho es la casa vieja y abandonada que está aun lado de su propiedad, pues es un nido para la procreación de este animal característico del municipio capitalino.
Esta ama de casa comentó que en una hora en el patio de su casa llegó a matar hasta cinco alacranes, entre pequeños y grandes, por lo que cada vez aumenta el peligro de una picadura que, dependiendo del tipo, puede ser hasta mortal.
Comentó que, afortunadamente, a ningún miembro de su familia le ha picado un arácnido de esta naturaleza; sin embargo, el hecho está latente, pues en las noches, cuando ya no hay luz, estos animales bajan de sus nidos y se esconden entre los objetos más comunes.
Por ello, y con el ánimo de prevenir sustos, limpian constantemente con detergentes y petróleo las áreas en donde podrían anidar los bichos de referencia.
El hijo mayor de esta familia ha juntado los alacranes que han salido en la semana, uno de mayor peligrosidad, ?porque es largo y güero?, narra la señora Martha Herrera, quien es abuela y vecina de esta familia.
Esta problemática se repite en los hogares de los barrios más antiguos, pero se agudiza aún más si se habita en una casa vieja y abandonada, a quien el vecino ha puesto un letrero en una de las puertas caídas: ?esto no es baño?, porque los vándalos y borrachos se orinan.
Por ello, demandan que se destruya la casa, que se tire porque sus paredes están por caerse y esto también es un peligro para quienes habitan en este lugar.
Comentaron a este matutino que acudió a tomar la queja hasta su domicilio que los alacranes con el paso del tiempo se han hecho inmunes a los insecticidas, porque éstos ya no surten efecto.
En algunas ocasiones han juntado un buen número de alacranes para después quemarlos y que el olor los ahuyente, pero sólo se calman un poco y vuelven a aparecer.
Al parecer el supuesto dueño no puede hacer nada con la casa, ni venderla ni destruirla, pues está intestada, porque está en los juzgados resolver qué hacer con el inmueble que no tiene un propietario legal.