“Todo poder estatal debe
su conservación y formación
a la voluntad humana,
demasiado humana”.
Hermann Heller
La marcha fue un éxito. Nada se le debe escatimar. Multitudinaria, pacífica y por fortuna con un mensaje conciliador por parte de AMLO. Sus reflejos en el mundo se dejarán sentir. El reclamo es uno y muy concreto: López Obrador en la boleta. En una democracia real nadie puede vetar opciones de voto. Hasta decirlo parece innecesario. Y sin embargo en esas estamos. Leído desde afuera y con algo de distancia resulta imposible entender que alguien pretenda una acción así: al candidato puntero le ponen una zancadilla jurídica. ¡Qué malvados! ¿Cómo es posible que México esté enfrascado en esta discusión? Por lo visto no vasta con elecciones competidas y limpias para asentar una democracia. Quizá el asunto es un poco más complejo.
El triste episodio del desafuero desnuda la fragilidad de nuestro acuerdo democrático. Los amarres del autoritarismo están allí.
Independencia de los investigadores.- Las guerras políticas basadas en resquicios jurídicos no son novedad: en el mundo ocurren todos los días. Quien se mete a las batallas políticas sabe que debe tener todos los expedientes en orden. Los enemigos políticos buscan como sabuesos para encontrar el asunto al que habrán de prenderle fuego. A Clinton se lo hicieron varias veces. Pero claro en la mayoría de los países democráticos la instancia de investigación no depende del Ejecutivo, en este caso del Federal. ¿Cómo evitar la sospecha de que se procede por instrucciones si al final del día el titular de la PGR forma parte del Gabinete presidencial? De allí la necesidad impostergable, por el bien de todos, de encontrar un nuevo arreglo institucional en torno a la PGR que además sería clave en el combate al crimen. Por lo visto da lo mismo qué partido esté en el poder. Los usos aviesos de las instancias de justicia provienen del pasado priista, las vivimos hoy con el panismo, pero el PRD local también tiene una larga historia de complicidades. Supongamos que Fox odia a López Obrador, lo grave es que cuente con un instrumento institucional para dañarlo políticamente.
Lección: las procuradurías deben separarse de los ejecutivos, porque en casos como éste, aunque actúen apegadas a la Ley, siempre habrá sospecha. Acciones aceleradas, omisiones, discrecionalidad, no hay salida, siempre quedará la duda.
Nada por arriba de la Ley.- Increíble pero ese principio básico de cualquier democracia todavía no echa raíces en la sociedad mexicana. La historia viene de lejos. Nuestros héroes patrios se levantaban en armas, rompían los marcos jurídicos y sólo así, decía la historia oficial, nos acercábamos a la justicia. Suena bien como acto fundacional pero, ¿dónde se detiene la marcha de insurrectos? Ese alto simbólico a los insurrectos simplemente no se ha dado. Lo vimos hace una década con el EZLN que conquistó corazones para una nueva sublevación.
El problema con esta lectura es que cada quién se inventa su causa. Como los indígenas están en la miseria se justifica tomar las armas y acribillar soldados. Como hay jueces corruptos se vale descalificar en bloque al Judicial. Para qué interponer los recursos que tengo a la mano, dice AMLO, si todo el Judicial apesta. La instrucción ya está dada desde la Presidencia. En un estado democrático por principio todos debemos apostar a la vía pacífica y a las instituciones y sólo en caso de que estas fallen proceder a la denuncia. La descalificación destruye el pacto social básico. ¿Qué pueden decirnos ahora de la actitud del juez que descartó la orden de presentación y el pago de la fianza? ¿Otro corrupto? ¿Qué decir de los ministros Sánchez Cordero y Cossío que están demostrando el enorme espacio de las controversias constitucionales? Por fin.
Lección: este episodio debe servir para que el PRD y la izquierda en general ratifiquen su apuesta por un Estado de Derecho. Es válido para el Judicial y para el IFE. No se vale jugar a medias, a veces adentro, cuando conviene y a veces desde potencial insurgencia.
Polarización, veneno puro.- Ofuscados por el futuro, tanto en privado como en público, los altos mandos del Poder Ejecutivo Federal se han encargado de hacer saber de sus incontenibles odios hacia López Obrador. Perdieron las formas perdieron el estilo, la falta de oficio los gobernó. Es el demonio en persona dicen. Ni a un secretario se le deben de conocer odios, menos aún a un presidente. El efecto en cascada de sus expresiones puede ser nefasto. Lo mismo ha ocurrido entre los opositores. Sólo ven colmillos largos y sed de sangre perredista en todos los jueces y funcionarios. Encono fue palabra usada por López Obrador en lo que quiero entender como un mensaje a la mesura. Del otro lado no pueden contener la boca y hasta el Obrador le quieren quitar. Lo dañino es que el veneno de la polarización, ricos contra pobres, poderosos contra desvalidos, comunistas contra cristianos, reaccionarios contra progresistas, panistas santos contra priistas siempre corruptos, etc., sea la combinación que sea, el veneno permanece circulando.
Lección, los líderes sociales, los encargados de dar las señales de conducción de un país, Fox y AMLO lo son, deben evadir la polarización. Nadie es capaz de controlar sus perversos efectos. Ganar polarizando es perder el Gobierno.
Los cientos de miles de mexicanos que marcharon el domingo reclaman una solución política y jurídica a la situación de López Obrador. Resulta increíble que ni siquiera se den contactos informales para buscar una salida. Del lado del Gobierno panista pareciera que la decisión, cual si fuera dogma, está tomada: que no llegue a la boleta. Del lado de López Obrador el dogma es otro: no recurrir a instancia jurídica alguna, negarse a sí mismo las opciones en el afán de inmolarse para resurgir. La injusticia cometida le dará votos para implantar el “nuevo orden”.
Lo increíble es que en su loco afán por cumplir con sus obsesiones, están cancelando las posibilidades de la sensatez: que López Obrador encare y solvente el expediente jurídico y quede en la boleta. Allí está el dilema, si los cientos de miles de convocados llegaron al Zócalo para apuntalar la aplicación de la Ley, para ratificar el Estado de Derecho, vamos bien. Por el contrario si confirman la tesis de que ante la injusticia y la ilegalidad lo que procede es minar las instituciones en bloque, entonces estamos ante un brutal retroceso. Son dos caminos para llegar a la Presidencia, en uno se siembran semillas de democracia, en el otro es el del más rancio autoritarismo. Nos movemos en el territorio de la voluntad. ¿Podrán Fox y López Obrador dejar atrás el veneno y pensar por fin como estadistas? Veremos.