Más de 47 millones de iraníes están llamados mañana a participar en una inédita y reñida segunda vuelta electoral.
Teherán, (EFE).- La inédita segunda vuelta de los comicios presidenciales en Irán enfrentará mañana, viernes, al conservador Hachemi Rafsanyani, quien ahora se dice centrista, contra el radical Mahmud Ahmadinayad, que se presenta como "defensor de los pobres".
La cuestión económica, en un país asfixiado por el paro y la inflación, se ha convertido en el eje de la disputa, y se perfila como la clave que decidirá un desenlace que según las encuestas se presenta muy reñido.
El último sondeo divulgado por la agencia estudiantil de noticias ISNA pronostica un virtual empate entre Rafsanyani, ex presidente del país, y Ahmadinayad, antiguo alcalde de la populosa Teherán.
En la primera vuelta, el líder conservador obtuvo el 21 por ciento de los votos, mientras que su sorprendente rival de mañana superó al principal candidato aperturista, Mehdi Karrubi, y terminó en segundo lugar con el 19,5 por ciento de los sufragios.
Desde entonces, Rafsanyani ha agudizado aún más su novedoso perfil centrista con el objetivo de captar el apoyo de los reformistas desencantados y de la clase media, a la que ha prometido prosperidad económica y una distensión de las relaciones con el exterior que permitan abrir el país a nuevos inversores.
Pero también ha destapado su tinte más tradicionalista para llegar a los más desfavorecidos, a quienes ha prometido un incremento en los subsidios de desempleo.
Tal estrategia parece haber calado en las clase medias, proclives a entregar mañana su voto a este político conservador que durante su primer mandato (1989-1997) abrió el camino a las reformas.
Entre los más desfavorecidos ha cuajado, sin embargo, el discurso acerado de Ahmadinayad, quien ha prometido luchar contra la corrupción y la discriminación, y se ha comprometido a repartir la riqueza.
En una de sus últimas intervenciones antes del cierre anoche de la campaña electoral, el aspirante radical denunció que las ricas reservas de petróleo de Irán "están controladas por una familia poderosa", en clara referencia a su oponente.
"El pueblo está harto de las diferencias económicas y la pobreza, que han sepultado la idea de justicia social de los primeros años de la Revolución" islámica, explicó hoy a EFE Ahmad Naquibzadeh, analista y catedrático de las Ciencias Políticas de Universidad de Teherán.
El segundo factor que puede inclinar la ajustada balanza hacia uno de los dos lados es el denominado "voto del miedo".
Muchos sectores de la sociedad, en especial las mujeres y las clases más acomodadas, temen que la pasión de Ahmadinayad por los principios islamistas le conduzca a desarrollar un régimen de corte radical religioso similar al que implantaron los talibanes en Afganistán.
Este temor ha empujado a las facciones reformistas y liberales a pedir el voto para Rafsanayani, hasta la fecha presidente del poderoso e influyente Consejo de Determinación, uno de los organismos que paradójicamente los aperturistas señalaron como el culpable de que sus reformas no prosperasen.
Sabedor que el resultado se decidirá por escaso margen, Ahmadinayad se ha dedicado también en los últimos días a borrar esta imagen con sentencias como "los problemas del país son el desempleo y la vivienda, y no la manera de vestirse".
Además, no se ha cansado de repetir que las taras que asfixian el país no desaparecerán como por ensalmo si se emprende una política de apertura hacia occidente, en especial hacia EU.
Este ambiente de división, más de 47 millones de iraníes están llamados mañana a participar en una inédita y reñida segunda vuelta electoral.
Desde que en 1979 triunfara la revolución islámica del ayatolá Rujolá Jomeini, todos los presidentes lograron su cargo después de una única consulta.
