Woody Allen cumplirá 70 años en diciembre y admite ser un hombre con suerte.
EL PAÍS
MADRID, ESPAÑA.- Woody Allen salió hace un par de años de su Nueva York natal para rodar, por primera vez, dos películas consecutivas en Londres. El viernes pasado echó el telón sobre su último trabajo que, siguiendo su vieja costumbre, aún no tiene título y lo identifica como ?proyecto del otoño 2006?. El anterior, Match Point, llegará en el otoño a las pantallas españolas tras un estreno en el Festival de Cannes muy celebrado por la crítica internacional. ?Me siento reconstituido?, asegura Woody Allen en un encuentro con la prensa en la capital británica.
?No soy un obseso del trabajo?, exclama uno de los cineastas más prolíficos de todos los tiempos, que, desde su primera película como director, en 1969 (Toma el Dinero y Corre), ha dirigido cerca de 40 películas a un ritmo habitual de una por año. ?Tampoco soy muy disciplinado. Toco el clarinete todos los días, escucho jazz, asisto a partidos de baloncesto, veo deporte en televisión, paseo... No trabajo todo el tiempo, pero sí a un ritmo constante. Así se avanza y se abarca bastante. Muchos hombres odian sus trabajos, pero, para mí, escribir es un placer. Me divierto escribiendo?, añade.
En los dos últimos años, Allen (que cumplirá 70 años el próximo diciembre) ha roto con su rutina neoyorquina y se ha instalado en Londres con su familia, su mujer Soon Yi y sus dos hijos adoptados. La motivación del traslado fue, en un principio, puramente práctica. Productores europeos se ofrecieron a financiar su entonces último proyecto, Match Point y el cineasta no tuvo problemas en adaptar su guión al nuevo escenario. ?Fue una delicia trabajar en Londres. Por eso he vuelto a rodar aquí por segunda vez. Sufrí cierta ansiedad inicialmente, pero el cambio me ha beneficiado. Sentí la frescura del ambiente londinense como un tónico reconstituyente. He hecho muchas películas en Nueva York y de pronto, pasear por parques nuevos, calles desconocidas, la campiña inglesa... me realzó emocionalmente?, recuerda.
Match Point abre una nueva fase en la larga filmografía de Woody Allen. El galardonado cineasta se adentra en la alta sociedad inglesa con una historia de crimen pasional que enfrenta el deber a la ambición. Entretejido en la trama, el director y guionista, reivindica el papel fundamental que la suerte juega en el destino del ser humano. ?A la gente le asusta reconocer que gran parte de su vida depende de la suerte. Da miedo pensar que tantas cosas están fuera del control de uno mismo?, dice una voz en off al comienzo de la película.
?Siempre he sido enormemente afortunado. Cuando escribí mi primera obra de teatro, Sueños de Seductor, que llevó al cine Herbert Ross, llamé a mi personaje Allan Félix. Utilicé el vocablo Félix porque significa afortunado. Ya entonces, y han pasado unos 35 años, era consciente de lo afortunado que era. Todo cuanto he deseado lo he conseguido más o menos y con frecuencia, no debido a mi ingenio o talento sino a la buena suerte. He disfrutado de un alto porcentaje de buena fortuna?.
De Nueva York se trajo a Scarlett Johansson, la última estrella del cine estadounidense. Guapa, sexy, irresistible... la joven Johansson desencadenará acciones insospechadas en el resto del conjunto de actores principales: el dublinés Jonathan Rhys Meyer, en su papel de ambicioso instructor de tenis; los ingleses Emily Mortimer y Mathew Goode, dos hermanos en la película del más alto pedigrí social. El reparto se completa con profesionales del cine y teatro británicos, incluidos los veteranos Ian Cox y Penélope Wilton.
?El sistema social es el mismo en Inglaterra que en Estados Unidos. Quizá se diferencian en las expresiones idiomáticas, pero esta historia puede funcionar igualmente en Nueva York. Los parámetros son semejantes: afición a la ópera, coches con chofer, selectos club de tenis para los ricos, fines de semana en el campo... En Nueva York no salen de caza pero allí se puede conseguir un arma fácilmente. Esto me causó un gran problema. Asumí que hacerse con un arma de fuego sería tan sencillo como salir a comprar el pan y la leche. Pero en Londres, no puedes conseguir una pistola con relativa facilidad y los rifles se controlan con un cuidado extremado. Me acarreó problemas?, explica con humor.
Woody Allen no actúa en Match Point, pero sí interpreta a un personaje en su proyecto de otoño, en el que también repite Johansson. ?El papel era tan natural para mí que no pensé en ofrecérselo a otro actor. No me encanta actuar. De hecho, me resulta un fastidio porque implica que debo afeitarme todas las mañanas, ponerme ropa que no es mía, dejarme maquillar, ser gracioso frente a la cámara o al menos intentarlo... No es divertido?, dice con estudiada seriedad.
?Muchas veces he terminado interpretando papeles porque no pude encontrar a la persona adecuada o no estaba disponible en el momento dado. Dustin Hoffman lo hubiera hecho mucho mejor que yo en bastantes ocasiones. En Desmontando a Harry, por ejemplo, le tuve en cuenta y también consideré a Denis Hopper y a Elliott Gould. En La Maldición del Escorpión de Jade tampoco encontré al protagonista que buscaba y tuve que hacerlo yo. En ambas instancias y en muchas más, me hubiera considerado afortunado de haber podido contar con otro actor?.
Pálido, delgado y algo sordo, Allen se desenvuelve en la entrevista con genuina cortesía y generosidad. Es un humorista por naturaleza que está adaptando su estilo de vida a los caprichos de su tercera esposa, Soon Yi. ?Viajo más desde que me casé con mi mujer. A ella le gusta viajar y a mí me encanta complacerle?, confiesa. ?Fue un rayo de buena fortuna?, añade de su enlace con la hija adoptiva de Mia Farrow. ?A punto de cumplir 70 años, disfruto de un matrimonio feliz con una joven coreana que no tiene ni pizca de interés en la industria del entretenimiento y que ni siquiera ha visto todas mis películas. Es fenomenal. Un rayo de buena suerte que cayó en mi regazo?, afirma.
?Me mudaría a Londres y posiblemente a París, pero mi mujer no quiere contemplar la idea. Se lo pregunté pero dijo que no. Piensa que los niños van a un buen colegio en Nueva York y que allí están sus amigos. Para mí, Europa tiene un gran atractivo romántico y tan sólo necesitaría un empujoncito para venirme a vivir. Si ella me animara, en vez de disuadirme, estaría dispuesto a dar el paso?.
En pocas palabras.
El cineasta neoyorquino, que asegura que vive uno de sus mejores momentos personales, rueda por segunda vez en Londres después de Match Point, filme en el que se adentra en la alta sociedad inglesa y que en España se estrena en otoño
-LA SUERTE
?He tenido muchísima buena suerte en mi vida. Tengo suerte de tener talento. Ha habido gente que nunca consigue un triunfo en su vida. Es una pena. Puede ser hasta terrible, aunque no creo que la mala suerte sea algo hereditario?.
-SU MAYOR TEMOR
?No me preocupa quedarme sin ideas, me da temor morir sin agotar las películas que tengo en el tintero?.
-SU ESPOSA
-?Si me hubieras dicho cuando era yo más joven que me iba a casar con una mujer asiática, que no pertenece al medio del espectáculo y mucho, mucho más joven que yo, te hubiera dicho que estabas loco. Ahora estoy felizmente casado. Ella es un golpe de suerte en mi vida?.
-LA ARISTOCRACIA
?La aristocracia londinense es igual a la neoyorquina. Cambia quizá el modo de hablar, pero también en Nueva York tienen casas opulentas, canchas de tenis, choferes, van al campo. Los neoyorquinos no practican el tiro, pero sí pueden conseguir un arma mucho más fácilmente, (es) como ir a comprar pan y leche. En Londres, eso es más difícil?.
FUENTE: Agencias