Si bien es cierto que en estricta justicia Andrés Manuel López Obrador será presentado al juez para responder al delito que se le imputa, también lo es que la Ley no es pareja. “El Peje” no puede alegar que fue una violación chiquita; simplemente, está acusado de no acatar la Ley y el juez tendrá que decir si es culpable o no.
Eso está bien, pero lo que no es aceptable es que esa misma Ley sea selectiva y se le aplique sólo a algunos cuantos. Porque si Andrés Manuel mereció ser desaforado, también lo merece el priista Ricardo Aldana, acusado de saquear a Pemex para financiar en 2000 la campaña de Francisco Labastida. Pero otro caso es el del líder de los trabajadores del Metro, Fernando Espino Arévalo, quien ha evadido la justicia brincando de curul en curul durante años. Espino acumula cuando menos siete averiguaciones en contra, pero siempre se ha protegido en el fuero que le daba cada tres años el PRI para evadir las acusaciones.
El actual Gobierno capitalino quiso echarle el guante y, aunque esta vez el Tricolor no le dio ninguna curul, sí negoció con el Verde Ecologista para que lo rescatara. Así fue como Espino Arévalo obtuvo una vez más el ansiado fuero hasta 2006, mientras el procurador Bernardo Bátiz sigue esperando que se lo quiten para poder llevarlo ante la Ley. Por eso es criticable que los diputados se esmeren en aplicar la justicia de manera selectiva y quizá a eso se refería el priista Roberto Campa en su discurso del jueves cuando se pronunció en contra del desafuero de Andrés Manuel. Lo único malo en Campa es que habla luego de ser relegado por el PRI tras la caída de la maestra Elba Esther Gordillo, de quien era incondicional. No es que el diputado no tenga razón, sino que su palabra es poco creíble después que en 2000 se retiró asqueado de la política luego de que su partido no lo hiciera candidato al DF.
Se fue un rato a vender autos, pero se le pasó el asco y pidió una curul, que es la que tiene. Eso sin contar que se negó a participar en el desafuero contra René Bejarano, no porque lo considerara inocente, sino porque lo considera su amigo.
CENTAVITOS...
Finalmente las mañaneras no serán exclusivas de Alejandro Encinas, pues su figura podría crecer más de lo previsto. Cada día lo acompañará un funcionario y hoy le toca al secretario de Finanzas, Arturo Herrera, un joven inteligente que quizá quiera explicar cómo le hizo su antecesor Gustavo Ponce para fondear los dobles pisos de “El Peje”... Hablando del GDF, nadie ahí puede enfermarse, pedir vacaciones o visitar a Andrés Manuel para no darles armas a los adversarios que sólo buscan pretextos... El jueves por la noche, cuando el PRD aprobaba en la ALDF la controversia constitucional contra la Cámara de Diputados, quien dirigía la orquesta era nada menos que el abogado de “El Peje”, Javier Quijano. El jurista instruía a uno de sus asistentes, que iba constantemente a la curul de Lorena Villavicencio, de que “ninguno de esos cuates (los perredistas) toque el dictamen, que no cambien ni una coma, ya ves cómo son”. Y después, cuando el panista Obdulio Ávila preguntó que quién iba a pagar a los asesores legales, desde uno de los corralitos Quijano comentaba en broma a Martí Batres que esa era buena pregunta y que le gustaría que alguien la contestara, porque estaba trabajando de a gratis para todos. Pero, independientemente de todo, ¿qué hacía el asesor jurídico de Andrés Manuel elaborando dictámenes al PRD en la Asamblea?