En varias ocasiones, doña Marta Sahagún, tal vez en seguimiento de la idea, llamémosla así, de su pareja presidencial, ha comentado los ciclos de México, un país tan ritual: ?En 1816, la Independencia; en 1910, la Revolución; en 2000, la Alternancia?. La comparación es, lo admito, muy humilde porque la Alternancia que se consuma en 1821 y en 1911 careció de profundidad y, sobre todo, de Cambio, el término elevado a la vitrina de la gran doctrina por el presidente Fox. Sin embargo, doña Marta hace bien en no jactarse. Si ya se modificó el siglo XXI y cien años de que termine, ¿qué pueden ofrecer los tiempos pasados?
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El tiempo de la Alternancia (las mayúsculas las deposita la realidad, esa cortesana), abunda en hechos encomiables. Uno de ellos, y lo menciono sin jerarquizar, es el espectáculo del PRI que a diario mejora su desprestigio, al punto de volverlo su obsesión en la postvida. Los negocios no muy diáfanos del licenciado Arturo Montiel, ex-gobernador priísta del Estado de México, se descubrieron gracias a una filtración encauzada por el mismo PRI, capaz de proteger, ¡todavía! la buena fama de Gustavo Díaz Ordaz en 1968, pero ya sin lealtades recientes. Montiel ha sido un saqueador de los recursos públicos y un creyente (muy supersticioso) en la construcción de su imagen, y allí está por ejemplo la fortuna que le regaló (¿qué otra expresión cabe?) a la televisión privada a partir de la tesis ingenua: ?Santo que no es visto no es adorado?, o su versión siglo XXI: ?Político que no sale en la tele, no existe?. Hasta allí todo perfecto. Lo difícil de asimilar es Roberto Madrazo que, entrevistado por Joaquín López Dóriga, se presenta como la gran autoridad moral de la Nación y, ni hablar, del partido que no renuncia a su identidad porque ésta, en lo básico, consiste en la acumulación de fortunas con uno que otro recurso demagógico al calce y un proyecto de Nación pulverizado hace mucho por el avance de la desigualdad..
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Un tema de primer orden en la Alternancia es el discurso político, entendido éste como un todo programático, ideológico, de trampas y sinceridades simultáneas. En su discurso el presidente Fox no ha escatimado (nótese la retórica) errores y dislates, y una de sus expresiones culminantes se produjo durante la reunión de Mar de Plata. ¿Cómo olvidar su ?gol de sombras? con Maradona, o sus regaños a los presidentes Kirchner y Hugo Chávez y su defensa incondicional de ALCA, unas siglas que por lo visto le inspiran confianza?
Dicho esto, toca señalar la escasa autoridad moral de Hugo Chávez en asuntos democráticos. Dispone del voto mayoritario en Venezuela (69 por ciento), y tiene muchísimos seguidores, y llaman la atención su crítica cerrada a George Bush y algunos de los beneficios sociales de su régimen, por ejemplo en cuestiones de salud. Pero su autoritarismo es tenaz, su Gobierno-de-solo-hombre repite o quiere repetir el ejemplo de Fidel Castro, su incapacidad de rendir cuentas de su desorden financiero es típica del Hombre Fuerte Latinoamericano, la especie que debía ya ser sólo cosa del pasado. Fox le abrió la puerta a la crítica necesaria y urgente, pero eso no justifica ni la grosería de bravucón de Chávez, ni sus referencias melosas y santurronas al ?pueblo de Mi Virgencita? ni su campaña para ofrecerse como el salvador junior de la región.
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Además de bien parecido, el gobernador del Edo. de México Enrique Peña Nieto muy probablemente sea también guapo o, si se quiere, fotogénico. Señalado esto, concluye la lista de sus méritos doctrinarios, civiles, políticos y administrativos, como se ve en el dineral (el múltiple de ?buena lana?) que le entrega a la televisión para que divulgue su grandeza o el equivalente en este caso: su simple existencia. Peña Nieto padece el Síndrome Muchedumbre ante Control Remoto: le entusiasma tanto verse en pantalla que no le importa si su glamour es percibido como algo más que el premio de consolación por no haber sido estrella de cine. Y atenido a esta hipótesis ¾ ?Si me ven me idolatran?¾ Peña Nieto dilapida los recursos que en rigor no son suyos, con tal de promover la apariencia (suya) y la visión de estadista (en el mejor de los casos, de sus ghost-writers).
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La Alternancia. El concepto es en sí mismo benéfico, aunque el PRI podría alegar a su favor que en sus 71 años de gobiernos y, sobre todo, desgobiernos, sí hubo alternancia de nombres y apellidos, no que en el Caribe... y si la Alternancia en el poder es el autoengaño que quisiera hacer las veces del engaño colorido, la alternancia desde abajo, es decir, la gana de reemplazar a las autoridades ineficaces y/ o corruptas con programas de exigencias que equivalen a tomas del poder alterno. Cada semana, se producen en todo el país movilizaciones de índole muy variada, así por ejemplo en Chimalhuacán grupos de vecinos deciden armarse para combatir a la violencia delincuencial; así por ejemplo, en Guadalajara el mismo día ocurren las protestas de los pepenadores (en demanda de que continúe la planta de trasferencia, propiedad del Ayuntamiento), y de un Frente de Abogados que le exige al nuevo alcalde el cese de dos funcionarios de acciones muy represivas; así por ejemplo los grupos ecologistas se manifiestan en muy diversos lugares con protestas por lo común congruentes y generosas; así por ejemplo, en Hidalgo, un grupo de cerca de mil protestantes, expulsados en Ixmiquilpan por los ?usos y costumbres? católicos, se reúne a orar contra la represión.
Los gobiernos, sean éstos lo que sean, sólo pueden ser substituidos a través de los procesos electorales, o de una revolución, lo que no parece muy probable, o, si ha de ser cauto, parece imposible. Pero la multiplicación de ?alternativas desde abajo?, por efímeras, violentas, provocadoras, justas o necesarias que sean sólo admiten una generalización: la certidumbre de que el sistema de gobierno ya dio de sí en lo tocante a la solución de problemas de las minorías o de los conflictos causados por la impunidad de empresarios y políticos (Por lo común, lo mismo, aunque ahora se invierten las caminos, después de tanto ver a gobernantes transformarse en empresarios, los empresarios han decidido ser los gobernantes, en forma directa o como poder delante del trono). El régimen que defiende la injusticia y la impunidad se enfrenta ya a uno de sus límites: el hartazgo organizado de manera espontánea en demasiados sectores. No hay revoluciones por agregación pero la resistencia activa sí modifica la idea de sociedad. Civil o incivil, la sociedad será ya parte del próximo sexenio. O eso, o el autoritarismo con resultados desastrosos a corto plazo.
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Como ficha histórica, la Alternancia de 2000 no ha prodigado a sus Hidalgo, Morelos, Madero, Zapata, Villa o la narrativa de Mariano Azuela, Rafael F. Muñoz y Martín Luis Guzmán. En cambio, y en su abono, ha entregado las veras efigies de Vicente Fox, Carlos Abascal, Santiago Creel, Diego Fernández de Cevallos. Rafael Macedo de la Concha y, nunca al último, siempre en la vanguardia, Luis Pazos, el de los donativos generosos a Pro-Vida y el acusado por la Función Pública de usar recursos de la institución que dirige, Banobras, para publicar un libro de su autoría firmado con un seudónimo (el primer acto autocrítico que se le conoce). Al señor Pazos el Presidente le entregó un premio por ser ?ejemplo de innovación y calidad de la actual administración?, y luego, Fox se obsequió a sí mismo con un galardón verbal que trasciende la mera alabanza de sí, y que describe a su gobierno como ?eficiente, de calidad total, profesional, transparente, ético y honesto?. Antes se decía: ?Le faltó Vickovaporrub?, pero eso ya no está de moda y si lo estuviera cabría en el inciso ?transparente?.
¿Qué más Alternativa se requiere? Un gobierno de calidad total, ni un solo defecto, ni una máquina que reparar en el taller. Después de esto, el año 2000 será el sucesor (y el vencedor en las encuestas) de sus competidores 1810 y 1910, y para ello ni siquiera esperó una década.