Jamás pensé que como legislador iba a vivir esta experiencia. Sabía de hechos bochornosos y penosos que han sucedido en la Cámara de Diputados, pero nunca como lo que vivimos durante 70 horas.
El martes 28 de noviembre cuando estábamos en la reunión previa del Grupo Parlamentario del PAN escuchamos con insistencia por el ?radio pasillo? del Congreso que el PRD iba a tomar la tribuna al término de la sesión.
Ante la amenaza tuvimos que llegar a una conclusión. No volver a permitir que el PRD impidiera un mandato constitucional de que el presidente de México rindiera protesta ante el Congreso General.
Durante la sesión enviamos a diputados por pequeños grupos a las escalinatas laterales por donde se sube a la tribuna para evitar o tratar de inhibir que los perredistas subieran por montón a tomar la tribuna.
Sucedió lo que tenía que suceder.
El PRD se dio cuenta de nuestras intenciones e intentaron subir. Ahí empezó la primera escaramuza. A partir de ahí ya nadie abandonó sus posiciones. Durante el primer día se dieron como cuatro escaramuzas o conatos de gresca, pero no perdimos terreno.
Ante la falta de planeación de cómo íbamos a resistir tres días en esa situación (nunca lo habíamos hecho), fue sobre la marcha que fuimos ideando estrategias de acción. Empezamos a delimitar los espacios que tenía cada grupo y a establecer roles de estancia. Tuvimos acuerdos con el PRD para permitir intercambio de personas respetando posiciones para ir al baño, comida y descanso. Así fue el primer día.
Durante el segundo día ya hacía estragos en todos el desvelo, la falta de aseo y lo malcomidos. Sin embargo, ese día pudimos tener una comunicación con nuestros adversarios. Pude conocer a muchos perredistas que nada más había visto o escuchado en tribuna o en comisiones, pero en esta ocasión nos conocimos mejor.
Fue una buena oportunidad para conocernos más, ya que estábamos conviviendo las 24 horas del día.
El recinto era prácticamente un chiquero. Basura por todos lados. Falta de respeto al recinto, ya que además de que había basura, la gente se paraba y dormía sobre las mesas de la tribuna, se fumaba, se ofendía, se cantaba como en cantina y unos hasta orinaban en botellas de agua dentro del recinto.
Parecía algo así como un albergue. Todo con roles para comer, medio descansar y se te proporcionaba una colcha, cobija y almohada para que descansaras el rato que te tocaba.
Otros dormían abajo de los dos muebles tipo escritorio donde está la tribuna y donde está la Mesa Directiva.
Durante el día podías irte a platicar con tus contrarios a las curules todo con el ánimo de distensar. Se puede decir que durante el segundo día, el tercero y la madrugada del cuarto (viernes) la situación permaneció en tensa calma. Se respetaron las tres treguas que se hicieron y que vencían a las ocho A.M. del viernes primero.
Comento también que ya para la madrugada del viernes estábamos sumamente cansados, maldormidos, pero sobre todo con un estrés implacable. Todavía no sabíamos cómo iba a terminar esto. Si venía o no Fox, si se cambiaba la sede, si seguiríamos manteniendo la ocupación hasta el final. El jueves por la tarde personal de seguridad entró con unos perros y artefactos a revisar el recinto. A las curules les pasaron una cintilla transparente para detectar químicos. Pero nadie se movió de su lugar. Hubo necesidad en ocasiones de limpiar y barrer nosotros mismos nuestras áreas y también lo hicieron los perredistas. Se puede decir que antes de la ocho A.M. del viernes la relación entre los perredistas y nosotros del PAN fue al principio agresiva, pero con el paso de las horas y días mejoró muchísimo y nos tratábamos como amigos. Hubo momentos de tensión sobre todo en las madrugadas, ya que no sabíamos si intentarían tomar la tribuna a esas horas cuando había menos gente.
Prácticamente no dormíamos. Poco aseo personal, más o menos comíamos y a deshoras. Durante estos tres días recibíamos mensajes a los celulares de apoyo por parte de nuestras familias. También de la Coordinación del PAN para continuar la encomienda y no desfallecer.
La verdad fue una gran experiencia de vida tanto personal como legislativa. Espero que todo esto que pasó sirva para mucho por el bien de México. Al final del evento, pasamos al edificio E y hubo sentimientos encontrados por todos los diputados del PAN. Muchos alegres, otros llorando, sentíamos que aunque las formas pudieran ser cuestionables, en el fondo sabíamos que no nos habían dejado otro camino con tanta amenaza anticipada.