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“A lo que te truje Chencha”/Hotel de paso

Patricio de la Fuente G.K.

“El estado ideal del hombre es ser legislador: se trabaja poco y se hacen muchos amigos”.

–Adolfo López

Mateos-

Apostado en la emblemática Ciudad de México -cuna de los poderes si los hay- se encuentra un hotel cuya fama trasciende la esfera capitalina. Dicho establecimiento tiene capacidad para quinientos huéspedes cómodamente sentados en butacas color verdoso mejor conocidas como curules. Queda claro que aunque la curul funge como asiento, los inquilinos temporales -en su mayoría- las encuentran a la par únicamente comparables con una cama y por ello también –por qué no decirlo, casi siempre- duermen sobre ellas. ¡Ay de quien ose despertarlos!

Quinientas almas que no pagan, por tres largos años, ningún tipo de hospedaje. Los despistados a los que se les pasa dicha factura es al pueblo mexicano entero: desde Carlos Slim hasta el más mortificado indígena chiapaneco. Sí señores, la dieta legislativa -tal como el Maeva- es “all inclusive” pues comprende sueldos de locura, prestaciones legales y otras no tanto; gasolina, coches del año, asistentes y una camada burocrática de respeto. Se supone que dichos personajes “cuidan que se salvaguarden los más altos intereses patrios”, pero por desgracia lo único que protegen es su patrimonio personal. Acostumbrados a vivir en hoteles, la existencia fuera de los mismos provoca que se les marchite el alma, y por ello siempre -como diría Serrat- anhelan regresar al terruño querido.

Nuestro error como vigilantes del hotel ha sido no ser más selectivos durante el proceso de admisión; gracias a ello se ha colado cualquier clase de alimañas sin desperdicio para el ámbito de lo surreal. Por ejemplo, ahorita se me ocurre el caso de un huésped muy visible al que le apodan “El Niño Verde”. Además de pronunciar ideas ininteligibles -tómese en cuenta probablemente es egresado de las Academias Vázquez- y ser un niñito bueno para nada, es sintomático de la forma en que mi generación -los chavos- precisamente no queremos ser representados: por un puñado de individuos cuyo exclusivo mérito en la vida no se basa en el esfuerzo personal, sino en el haber nacido en el lugar adecuado y con los contactos adecuados.

Aunque inquilinos temporales, los “quinientos” deben cumplir con tareas fundamentales para el desarrollo colectivo, sin embargo, ello parece no importarles mucho. En un país donde la pasividad política el que se mueve no sale en la foto sigue estando muy arraigada y las inercias burocráticas aminoran conceptos clave como eficiencia y prontitud; los legisladores son hoy por hoy más ineficientes que una mecanógrafa de segunda. A esto sumémosle la cantidad de veces que salen del hotel para asuntos de poca importancia y así tendremos la fórmula perfecta para el desastre. Es menester relatar que para nuestra fortuna, los huéspedes del hotel de paso mexicano llevan excelentes relaciones con habitantes de otros hoteles alrededor del orbe y aprovechando la coyuntura, salen del país a la menor provocación. Digo, gastarse cincuenta mil dólares del presupuesto en estudiar los sistemas de riego de las zonas áridas de Marruecos responde a impostergables urgencias en pro de un mañana para todos.

El hotel estrenó hace tiempo su canal de televisión. Muchos lo prenden cuando se pretende conciliar el sueño; yo lo hago y cada vez le encuentro mayores similitudes con el “Animal Planet”. Digo, la fauna es diversa hasta decir basta y no termino de asombrarme por lo cínicos, poco fijados y mediocres que algunos fuimos cuando ejercimos el voto. En todo país cabe lo vernáculo y la picaresca, pero la actual Legislatura raya en la burla. No me refiero a clase, preferencia sexual ni orientación partidista; va más allá: ni están preparados, ni trabajan ni se coordinan.

Es joven e inestable la democracia en México, quizá por ello la presencia de gente del tercer mundo en un hotel denigrado a categoría de paso. Urge sabernos capaces de encontrar a los grandes talentos, a los hombres y mujeres cuya divergencia ideológica se traduzca en ponerse de acuerdo y generar soluciones. Basta ya de los pleitos estériles entre partidos, basta a la imposibilidad de trabajar en armonía buscando qué es lo verdaderamente sensato, justo y razonable para enfrentar un porvenir que no perdonará nunca protagonismos personales ni golpes sucios. Al demonio con la secrecía pues impide la verdad -virtud más honda por excelencia- salga a la luz.

Hay que recalcar que existe gente de primera clase trabajando en el Congreso, desgraciadamente son los menos. Por lo anterior, este dos de julio no permitas caer en la inercia de siempre: si ninguno de los candidatos te gusta mándalos a volar. Será la mejor lección: sin el hueso no respira esa sarta de inútiles.

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El negocio familiar de los Rendón

Ya lo había publicado el Agente 007 pero el Gobierno Municipal de Gómez Palacio hizo mutis. Se presume el alcalde Octaviano Rendón Arce se ha convertido en una miniversión de José López Portillo en cuanto a nepotismo se refiere. Rendón Arce tiene colocados a múltiples parientes por doquier y nadie hace nada. ¡Total, hay que roer hasta donde sea posible!

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