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“El elegido”

Adela Celorio

Por aquello de que Jalisco nunca pierde y cuando pierde arrebata, uno podría pensar que es Jalisquillo, pero no. AMLO nació en ese espacio de lo “real maravilloso” tan propicio para la fantasía, que es el Estado de Tabasco, lo que explica de algún modo que su delirante imaginación lo haya llevado a esperar una victoria electoral tan contundente como la de Vicente Fox en su momento.

Sintiéndose ya “El Elegido” amenazaba, disponía: aumentaré los sueldos, construiré refinerías, viviré en Palacio. Nunca consideró siquiera que en el juego de la democracia se gana o se pierde en las urnas. Y él perdió. Lo notable es que a pesar de los agravios que infligió a la más elemental inteligencia ciudadana cuando siendo todavía jefe de Gobierno y todos vimos a sus más cercanos colaboradores extorsionando y metiéndose los dólares hasta por donde no, salió con aquello de ¡compló¡ ¡compló!

La sociedad se merecía por lo menos una mentira bien elaborada. Otra patada en las espinillas que como sociedad recibimos de Andrés Manuel, fue cuando sin distinción de clase social, casi un millón de personas salimos a la calle -la manifestación más grande de que se tiene memoria- para exigir un alto a la inseguridad y a la delincuencia que tiene tomada esta capital. A Andrés Manuel -por entonces Jefe de Gobierno- le dimos mucha risa y su respuesta fue publicar -con dineros públicos por supuesto- miles de panfletos en los que ridiculizaba a la ciudadanía.

Ante un desafuero ganado a pulso por su puro capricho, Fox lo rescató, sólo para que más adelante se envalentonara gritando públicamente: “Cállate cha-cha-la-ca”, al presidente de todos los mexicanos. Es notable decía yo, que a pesar de los agravios que nos infligió, un número muy significativo de ciudadanos lo haya favorecido con su voto. Lo menos que está obligado a hacer ahora, es aprovechar la gran fuerza política que los votos le otorgaron, para -desde cualquier ámbito donde decida trabajar- ponerla al servicio de sus seguidores. Pero está claro que lo suyo es la polémica, el templete, la multitud delirante, polarizada, gritona. Lo suyo es tentar el terreno, provocar a las masas.

“Gracias a los pobres que me dieron su voto” -dice para tocar la parte más vulnerable de los millones de mexicanos que aún esperan a su Mesías. En el más puro maniqueísmo, enfrenta a los “pobres buenos” a los que por supuesto pertenece dado que sólo tiene un Surito y su chofercito, y lo único que pide es que lo dejen ser presidente para ajusticiar a los “ricos malos”.

En blanco y negro, así es como AMLO mira el mundo. Echando mano de todos sus resentimientos y con ese temperamento alucinante que lo hace imaginar odios y “complós” concertados en contra suya; llora frente a las masas, acusa, grita ¡Fraude! ¡Fraude¡

Nadie se salva de su diatriba: “Felipe es un pelele”, “Fox un traidor”, “El presidente español, si fue cierto que le envió una nota a Calderón, no tiene ninguna autoridad para felicitar a nadie”. (Supongo que el presidente de España debe esperar a que AMLO lo autorice, para cumplir con la felicitación protocolaria).

Ése es Andrés Manuel y ese es su elemento, la confrontación, el yo acuso, el que no esté conmigo está contra mí. Ahora que si no fuera por lo que hemos invertido en el IFE, por respeto al casi un millón de ciudadanos -testigos de primera mano- que validaron las elecciones del pasado el dos de julio, a los que no se les puede decir ahora que hemos decidido tirar su trabajo a la basura; y porque tengo la certeza de que en un recuento AMLO volvería a tener menos votos que Calderón y volvería a gritar ¡Fraude¡ ¡Fraude¡; yo me uniría también a quienes están pidiendo que se cuente voto por voto.

adelace2@prodigy.net.mx

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