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A la ciudadanía

Magdalena Briones Navarro

Torreón, Coahuila, 20 de

Septiembre de 2006.

Existe acuerdo general en el sentido que la cantidad de agua en el planeta no ha tenido merma desde su aparición hasta el presente. Se acumula en los océanos, lagos y ríos en forma líquida y en los casquetes polares y montañas altas en forma de hielo y nieve, sumando entre todas 1,350 millones de kilómetros cúbicos subterráneamente, en forma líquida existen otros ocho kilómetros cúbicos y en la atmósfera, generalmente como vapor, dos millones quinientos mil de kilómetros cúbicos.

La existencia de tan asombrosa cantidad no significa que toda el agua sea aprovechable para la vida de las especies terrestres, ya que sólo dos tercios del uno por ciento es agua dulce.

Si ni la cantidad ni el ciclo del agua han cambiado, su preocupante escasez actual deviene del mal manejo y mal uso que se ha hecho y se hace de ella.

Mundial e históricamente se han tomado los ríos como vertederos de inmundicias. Los mantos profundos, tan difícilmente recargables por el hombre, se han explotado inmisericordemente. Hoy los desechos mineros, los químicos aplicados a la agricultura y los resultantes de la producción industrial han ensuciado las aguas corrientes y profundas y los suelos por ellos regados. Muchas aguas que se evaporan, también contaminados, al volver a la tierra como lluvias ácidas, infertilizan suelos, destruyen bosques y aun edificios y ropa.

Otro factor negativo en la pérdida por conducción en La Laguna el cincuenta por ciento –y el despilfarro en su uso-. Estados Unidos está pidiendo a Canadá le asegure surtimientos de agua ya que han dilapidado la propia. Canadá, hasta hoy, no está de acuerdo.

Otro agravante es el diferente reparto del agua sobre la Tierra. Hay algunos lugares surtidos en demasía y otros con déficit. Los laguneros ocupamos un pedacito del tercio de zonas áridas que forman el inmenso cono entre Sierras Madre del territorio nacional, nuestros asentamientos han sido posibles por la confluencia de las llanuras de inundación formadas por los Ríos Nazas y Aguanaval; y aunque estos ríos, como todos los de desierto, no son permanentes ni de volúmenes regulares, hasta hace poco permitieron extensiones importantes de siembra, aguas de ingesta naturalmente bien filtradas y suficientes para el consumo industrial y urbano.

Sin embargo, está a la vista la acelerada desertificación de las zonas áridas aledañas y aun de los floridas y la depoblación de bosques maderables en sierras altas fuente de nuestros ríos. Intentar revertir tales procesos es casi imposible. De ahí nuestra llamada de atención a la Ciudadanía Lagunera.

La vida parece haber surgido del agua y ningún organismo puede vivir sin ella. Sumergidos en el agua o en lugares desérticos, plantas y animales están constituidos por proporciones increíbles de agua. El cuerpo humano lo está en un setenta por ciento; sin embargo, a riesgo de morir, en breve plazo necesita reponer diariamente las pérdidas sufridas, ya que es incapaz de almacenarla.

El agua en todas partes está en continuo movimiento. Los organismos vivos recogen a través de ella nutrientes externos y desechan toxinas internas. Los productos orgánicos ya en el exterior, sufren cambios que permiten el nutrimento de otros organismos formando así una cadena alimenticia permanente. Sin embargo, existen sustancias tóxicas que no se eliminan; se acumulan.

Tal es el caso del arsénico y otros metales pesados que al pasar de un organismo a otro van sumando cantidades, cuyos efectos en las distintas especies no están suficientemente estudiados.

En el caso de las aguas laguneras contaminadas por arsénico e ingeridas en algunos lugares con altas concentraciones, sabemos de los trastornos que procuran: desde ulceraciones, necrosis de miembros y su amputación y diferentes tipos de cáncer.

Los daños al entorno, provocados o no por el hombre, necesitan ser estudiados para evitarlos o al menos paliarlos.

Urge a nivel nacional el incremento presupuestario para investigación y el empeño político y civil para un desarrollo sostenible, imposible sin información institucional y ciudadana.

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