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A pesar de enero/Las laguneras opinan...

Mussy Urow

el mes de enero siempre me ha parecido triste. Después del ánimo festivo de las fiestas decembrinas, de las luces, los adornos y la música, enero es gris, frío y melancólico. Y cuando se adelantan las temibles tolvaneras, como ocurrió en esta semana y quedamos a merced del viento, de la tierra y la oscuridad, el ánimo se vuelve más frágil y se requiere un esfuerzo de la voluntad para sobreponerse a un panorama tan desolador.

En las noticias nacionales tampoco hay razones para entusiasmarse; la campaña presidencial sigue tan empañada y gris como el mes que nos ocupa; quizá brevemente alterada por el caso de Patricia Mercado Castro, cuyo futuro político, por lo menos de aquí al dos de julio, quedó definido, muy apenas, por la diferencia de un voto (cuatro en contra, cinco a favor) de los consejeros del IFE, quienes determinaron dejar con vida al PASC y a Patricia como su candidata registrada a la Presidencia de la República.

Pero resulta que a raíz de lo anterior y a reserva de que se confirme, parece que el PASC (Partido de Alternativa Socialdemócrata y Campesina) cambiará de nombre a APP: Alternativa: Partido Político (¿?).

Durante este corto intervalo de “zozobra”, que involucraba a Patricia Mercado y a Víctor González Torres, lo que sí quedó bien claro y transparente es el papel que juega el Dr. Simi en el folclórico escenario político nacional. Hace bien Patricia en deslindarse y hasta en cambiarle el nombre al partido. Pero todo el episodio lo deja a uno con una triste sonrisa de resignación y cierta impotencia de espectador.

Sin embargo, a nivel internacional sí encuentro motivos de alegría: dos mujeres acaban de resultar electas como presidentas en sus respectivos países: en Chile, Michelle Bachelet y en Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf. Qué sociedades tan valientes y generosas; qué envidia de la buena que en esos países hayan tenido el valor y el sentido común de dar la oportunidad a mujeres. La presidenta de Liberia será la primera jefa de Estado de un país de África en la historia moderna del continente. Se sabe que fue funcionaria del Banco Mundial, ex ministra de economía en su país y que tiene una maestría de la universidad de Harvard.

Ellen Johnson-Sirleaf, de 67 años, asume el cargo público más importante de su país con casi el 60 por ciento de respaldo de sus votantes, en los primeros comicios que se celebran en Liberia después de 14 años de guerra civil y que dejaron al país totalmente devastado y con más de 250 mil muertos. Es un precio muy alto para cualquier pueblo. El contrincante de Ellen fue un ex futbolista de 39 años que llegó hasta secundaria. Los liberianos no tuvieron que pensarle mucho para decidirse.

En Chile, la nueva presidenta tiene apenas 54 años; es médico de profesión, agnóstica en un país de mayoría católica, madre separada con tres hijos de diferente padre y víctima de la dictadura pinochetista. De qué contextos tan difíciles surge este par de mujeres. Sin embargo, ambas fueron apoyadas mayoritariamente y ahora tienen la oportunidad de probar, que a pesar de todo, sus connacionales les vieron cualidades importantes para confiar en ellas.

En cambio, aquí en nuestro México, en esta misma semana leo la siguiente nota: “en apego a los usos y costumbres tradicionales de su comunidad, las autoridades de Veracruz, avaladas por el gobernador del estado, Fidel Herrera, autorizaron a una niña indígena de 13 años, a casarse con su novio de 17, que se la había “robado” con su consentimiento, para irse a vivir juntos”. Ahora su matrimonio estará respaldado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos. La denuncia por rapto que hiciera la madre de Enedina y que tuvo a Paulino (el novio) detenido desde noviembre, ya no procedió.

Hechos como ése me confirman, con tristeza, que en México hace falta mucha voluntad para que algún día surja una Benita Juárez y por qué no, una Bachelet o Ellen Johnson. Aunque todavía no sabemos cómo serán estas dos nuevas presidentas, representan una alternativa, y eso precisamente es la médula de la democracia.

Hablar de mujeres valiosas siempre me parece importante porque necesitamos ejemplos que nos animen y den valor para confiar en nosotras mismas. Principalmente en sociedades donde la inercia histórica nos empuja a subestimarnos para cargos públicos. O porque los ejemplos que hemos tenido, con sus honrosísimas excepciones, la verdad dan pena ajena. Pero mujeres preparadas y con excelentes cualidades de liderazgo no nos faltan. A nivel del ámbito laboral, el número de mujeres hoy en día al frente de un hogar, no sólo como jefa de familia, sino como aportadora del único ingreso, es más alto que nunca. Según datos del INEGI, la escolaridad de la PEA (Población Económicamente Activa) por sexo en nuestro país en 2004, fue la siguiente: promedio de grados escolares, Hombres: 8.1; Mujeres: 8.4. (Información en http/www.inegi.gob.mx/)

Este índice, que no es alto, refleja que las mujeres en México están estudiando por más tiempo que los hombres, pero nos falta mucho todavía. Indudablemente, el camino más seguro hacia cualquier mejoría es el de la educación.

En la historia de nuestro país ésta será apenas la segunda vez que una mujer figure como candidata a la Presidencia de la República. Anteriormente lo hizo Teresa Vale Castilla, quien en el año 2000 también contendió por el Gobierno del Distrito Federal por el partido Democracia Social. Hace casi 53 años (17 de octubre de 1953) por decreto del entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines, el Estado mexicano reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser electas y se promulgó entonces la reforma a los Artículos 34 y 115 de nuestra Constitución. Hoy, en el año 2006, únicamente el 3.5 por ciento de las presidencias municipales, el diez por ciento de los congresos locales y el 17 por ciento en el Congreso de la Unión es ocupado por mujeres.

Patricia Mercado Castro, según encuestas hasta esta semana, tiene un “piso” del dos por ciento. Ella ha declarado que dedicará los próximos dos meses a levantar ese porcentaje. Siendo realistas, es muy difícil que Patricia sea nuestra futura presidenta. Sin embargo, es un paso. En un país de jóvenes, menos temerosos de los cambios como es México actualmente y ante la pobreza de las opciones masculinas que nos ofrecen todos los partidos, a pesar de los innumerables casos como el de Enedina y Paulino, no perdamos la esperanza y tampoco esperemos a que ocurran en México situaciones como las de Liberia o Chile, que fueron determinantes en la elección de dos mujeres.

Estemos atentos a la forma en que Michelle y Ellen desempeñarán su importantísimo cargo. Y esperemos a que enero termine pronto ¡y no vengan demasiadas tolvaneras!

urow43@yahoo.com.mx

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