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¿A quiénes mandamos a mandar?

Adela Celorio

“Y se comportan así porque no hay

nada ni nadie que los detenga, que los cuestione, que los pare, que los sancione, que los castigue” Denise Dresser

El tráfico de influencias, el abuso de poder y la manipulación de la Ley, no pueden ya sorprendernos a quienes nacimos y crecimos bajo el perverso poder del sistema priista.

Nada puede sorprendernos a quienes por desinformación, ignorancia y miedo, soportamos los abusos de gentuza como Rubén Figueroa, como los Hank o los Salinas, y para no ir tan lejos, como Montiel, como Madrazo o el todavía gobernador Mario Marín.

Las secuelas que dejó entre nosotros la perversa cultura priista, se manifiestan en el comportamiento de un sector de la sociedad, que aún hoy, teme asumirse como mandante. Que no acaba de entender que quienes deben hacernos los mandados, son aquellos a quienes nosotros mandamos mandar y les pagamos por hacerlo.

Que ellos son nuestros empleados y son ellos quienes al asumir el poder que nuestro voto les otorga, quedan comprometidos a cumplir la Ley y a acatar nuestro mandato.

Es por eso que a pesar de sus graves limitaciones, el todavía gobernador de Puebla, reconoce ante partidos y empresarios que exigen su remoción: “el único que me puede quitar es mi pueblo, el que votó por mí”.

Aunque eso sí, se niega a reconocer la voz de los poblanos, quienes industriosos, trabajadores, gente de bien, sólo esperan que se retire en silencio y por la puerta de atrás, porque si bien el espionaje telefónico es indefendible; es un mal muy menor comparado con el diálogo de cerdos que todos escuchamos entre Mario Marín y Kamel Nacif.

Con buena voluntad hasta podríamos intentar creer en la patraña de que las voces han sido falsificadas; pero la obscenidad y lo grotesco del lenguaje entre dos machotes impotentes, muertos de miedo ante la periodista que los delató; es inimitable.

Desde Nueva York, avergonzada, la gran comunidad de trabajadores poblanos pide también que el “gober precioso” se largue de una vez, pero Marín da sus últimas patadas de ahogado muy al estilo priista: “eso que me han hecho es una infamia, es una calumnia vil”, explica suponiendo un auditorio de tontos. Sorprende constatar que una vez más, el sector más desprotegido, desinformado y manipulado, se somete y se manifiesta en desagravio.

Da pena ver a los chiquillos acarreados por sus padres, sosteniendo carteles de apoyo al gober implicado entre otras cosas, en una red de pederastia. Pues bien, de Marines, Montieles y Madrazos está formada la sólida red gangsteril que se sostiene gracias al antiguo mandato de “tapaos los unos a los otros”.

Ahora, es nuestra responsabilidad decidir con el voto, a quiénes mandamos a mandar.

adelace@avantel.net

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