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Abortistas manipulan la libertad de expresión

Juan de la Borbolla

A finales de 1999 el periodista norteamericano Matt Drudge, conductor y director de un noticiero de importante cadena televisiva estadounidense decidió abrir la emisión presentando una interesante fotografía que contempla la mano de un “feto” de 21 semanas de gestación operado de espina bífida en el útero de su madre, aferrándose al dedo del cirujano que lo interviene quirúrgicamente.

Los directivos de la cadena televisiva que no habían puesto ninguna limitante para que Drudge comentase con lujo de detalles los más procaces momentos de la relación entre el ex presidente Clinton y la becaria Lewinsky, prohibieron, sin embargo, tajantemente que el periodista exhibiera esa foto, ya que según ellos esa fotografía se prestaba a confusión, si el público le daba un sentido en contra del aborto.

Drudge renunció al programa y al trabajo, denunciando que de haber sido mostrada la fotografía de un huevo de águila asomando una pata, no sólo no se le hubiera censurado, sino que los motivantes ecologistas de dicha acción casi lo hubieran hecho héroe, pero tratándose de la pequeña manita de un ser humano de 21 semanas de gestación se le impedía rotundamente la divulgación, por las presiones de los grupos promotores del aborto en Estados Unidos: “oponerse al aborto es para la gran mayoría de los periodistas (en Estados Unidos) una posición ilegítima e incivil en nuestra sociedad” afirma Ethan Bronner en el Boston Globe.

Ese hecho hace que en la mayoría de los medios de comunicación social de Estados Unidos se plantee ante este tema una única corriente de pensamiento donde frases hechas como “aborto”, “asesinato con todas las agravantes en contra de un ser humano indefenso”, son hábilmente sustituidas por otras frases más asépticas como pudieran serlo: “salud reproductiva”, “interrupción voluntaria del embarazo” frase insensata que busca cobardemente, ocultar la tragedia y el holocausto que está detrás del multimillonario genocidio que las organizaciones abortistas están perpetrando en contra de niños indefensos.

Por supuesto que también en la denominación lingüística de tales organizaciones se encuentra otra trampa que esconde sus aviesas intenciones homicidas, manipuladoras y controlistas de la opinión pública, violando además la libertad de expresión de quien no quiera comulgar con esas ruedas de molino que ellos pretendidamente buscan imponer a toda la opinión pública.

Así por ejemplo el instituto de investigación sobre los medios informativos de los Estados Unidos: Center for Media and Public Affairs, hace notar en un estudio que el 74 por ciento de las veces que el conjunto de las principales cadenas de televisión se refirieron a grupos abortistas los denominaron no con ese apelativo sino bajo la genérica denominación “Pro libre elección”: Pro Choice; en tanto que cuando se refirieron a grupos contrarios al aborto, sólo en seis por ciento de los casos los denominaron “Pro vida”: Pro Life.

Parece que hablar claro contra el aborto es tema tabú en muchos medios norteamericanos y comienza a serlo en algunos medios informativos y partidos políticos mexicanos.

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