EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Abuso de poder/Diálogo

Yamil Darwich

Si el siglo XXI es para los chinos, el recién pasado XX fue para Estados Unidos de Norteamérica la oportunidad de consolidarse como la primera potencia económica y militar del planeta, basando en esas dos enormes palancas -dinero y Ejército- el abuso de poder ejercido contra el mundo en general, pero muy particularmente contra nosotros, los mexicanos.

Cuando Jeffrey Davidow, ex embajador de EUA en México, describió la relación entre ambos países como “el oso y el puercoespín”, siendo ellos el animal capaz de exprimirnos de un solo abrazo y nosotros el erizo dispuesto a disparar las púas, resumió irónicamente la historia de los vecinos que alguien ha tratado de emparentar llamándonos primos. En todas las confrontaciones, siempre hemos sido violentados, una vez con nuestro territorio y muchas en la economía, siempre con abuso de poder, ocasionalmente solapados por malos gobernantes mexicanos.

Una nueva afrenta se organizó en nuestra contra: la construcción de un muro en la frontera que nos separa. Tan pronto empezó la obra, provocó la protesta y sanción moral del mundo entero, desde El Vaticano con su representación religiosa, hasta la Unión Europea, donde bien saben que se vive con esos “monumentos a la desigualdad”.

Le comparto dos declaraciones, que por cínicas se transforman en ridículas, ambas del ahora embajador norteamericano en México, Antonio –Tony- O. Garza. La primera: “no esperamos que México secunde cada medida de seguridad que tomemos, pero sí confiamos en que nuestros vecinos respeten nuestro derecho de tomar medidas en nuestro propio territorio”. La segunda simplemente es cantinflesca: “el Muro de Berlín fue construido para mantener confinado a un pueblo, fue creado por un Gobierno autoritario. En contraste, nuestro Gobierno democráticamente electo ha propuesto métodos para proteger a sus propios ciudadanos y para aplicar nuestras leyes migratorias”. Por favor no se sonría, tal vez la confusión en el manejo del lenguaje se deba a las limitaciones personales, incluido el uso del castellano.

No será la primera vez que los expertos en armar escenarios repitan la técnica; es de ingenuos pensar que por medio de esa barda pretenden detener amenazas como el narcotráfico o el ingreso ilegal de terroristas, pues bien saben que no han podido hacerlo, aun con su desarrollada tecnología. La construcción de narcotúneles y el espectáculo mostrado por los medios de comunicación, del aparente ataque de maleantes vestidos de militares, nos llena de malos pensamientos; de entrada, nos nace una pregunta: ¿acaso no hay ciudadanos norteamericanos beneficiados con las excavaciones y en la repartición de los ingresos que genera el tráfico de drogas? De ser así, sería la excepción, primera vez que no olieran el dinero de los negocios, lícitos o ilícitos, sin despertárseles sus apetitos.

El tema de la inmigración ilegal ha sido de especial preocupación para ambos países y sin duda hemos sido muy malos en las negociaciones. Ellos, por su parte, han sabido sacar provecho del mismo, gracias a nuestras debilidades y hasta mintiendo, tratando de montar historias en escenarios justificantes de sus actos, como lo hecho por el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack; él asegura son frecuentes las incursiones de soldados mexicanos en territorio ahora norteamericano, afortunadamente el secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, lo desmintió definiendo sus declaraciones como exageraciones. Lo evidente, es la especial xenofobia de algunos políticos, quienes presionan para que “se tomen medidas extremas”.

En ese plano de desconfianza, bien podríamos plantear otra distinta teoría: viviendo esta Sociedad del Conocimiento, en que se radicalizarán las posiciones económicas y sociales de ricos y pobres, ¿no sería una buena medida asegurar la frontera contra posibles manifestaciones públicas y multitudinarias, especialidad de mexicanos? Recuerde que ya han sido efectuadas frente a algunos puentes internacionales. Le dejo a usted la respuesta.

Siento la necesidad de recordar la pérdida de la mitad de nuestro territorio: el presidente Polk, de EUA, tenía firmes intenciones de anexar buena parte nuestro país -hasta pensó en la totalidad- y escribir así su nombre en la historia, de tal suerte que no dudó e insistió repetidamente, con tratos y artimañas, apoyado por el propio Santa Anna y representantes de la ultraderecha, a quienes les envió comisionados para corromperlos, hasta salirse con la suya; inclusive, no dudó en inventar un ataque de nuestro Ejército en territorio ya conquistado, cuando en realidad fue una microinvasión a Tamaulipas, provocación americana que fue repelida, recibiendo así los argumentos deseados para justificar su agresión militar.

Cuando Polk logra sus propósitos, lanza una arenga inflamada de aparente nacionalismo: “ningún país ha sido más favorecido ni debe reconocer con más profunda reverencia las manifestaciones de la protección divina. Un creador lleno de sabiduría nos ha dirigido y protegido en nuestra lucha inicial por la libertad y ha vigilado constantemente nuestros notables progresos hasta que nos hemos convertido en una de las grandes naciones de la tierra”.

“Mientras otros países se han desgarrado para progresar, Estados Unidos lo ha hecho sin sufrimientos gracias a Dios, siempre a Dios”.

“Al agrandar nuestros límites territoriales extendemos el dominio de la paz y del progreso sobre territorios adicionales beneficiamos a millones de almas”. “Quiero cultivar la paz y el comercio con todos los países del orbe”. “No ha sido justo que México, por su obstinada persistencia en esta lucha, nos haya obligado a cambiar nuestra política financiera y haya detenido, transitoriamente, a esta gran nación en su elevada y próspera carrera”. “Los representantes del pueblo se han reunido nuevamente bajo la providencia del Dios Todopoderoso para deliberar sobre el bien público: la gratitud de la nación hacia el árbitro soberano de todos los acontecimientos humanos debe estar de acuerdo con las infinitas bendiciones de que disfrutamos”. “Paz, abundancia y satisfacción reinan dentro de nuestras fronteras y nuestro amado país presenta al mundo un espectáculo sublimemente moral”. ¿No le recuerda al mesiánico Bush?

Francisco Javier Moreno, en su libro “México Mutilado”, nos comparte otra declaración política, ésta del militar Ulises S. Grant,: “yo no creo que jamás haya habido una guerra más injusta que la que Estados Unidos hizo a México. Me avergüenzo de mi país al recordar aquella invasión. Nunca me he perdonado el haber participado en ella…”.

Seguramente la historia continuará, con malos negociantes por nuestro lado y con constructores de escenarios útiles para sus particulares fines por el otro; le pido se mantenga atento y no se deje sorprender por la mercadotecnia que hacen con sus medios de comunicación; si Polk creía tener la bendición de Dios, Bush está en la idea de que Él le habla al oído. Como dijo el ex presidente de México Porfirio Díaz: “pobre de México, tal lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

ydarwich@ual.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 198605

elsiglo.mx