EL UNIVERSAL
México, DF.- El negro y oro en el uniforme de Acereros de Pitts-burgh es tan contrastante como la campaña anterior a la actual.
Un equipo que en 2005 se valió de todo tipo de inspiración para superar obstáculos como tres juegos de play offs fuera de casa en su camino al quinto campeonato, pero ahora, ha perdido cualquier motivación.
Un inicio de 2-6 tiene a los campeones de la NFL virtualmente eliminados y a sus aficionados con un dolor en el pecho que bien pudiera ser diagnosticado como corazón roto.
Razones hay muchas. La más obvia sería culpar al quarterback Ben Roethlisberger del fracaso, después de todo, sus 14 intercepciones por tan sólo siete touchdowns no hacen mucho en su defensa.
Pero un accidente en motocicleta, múltiples fracturas faciales, dos concusiones y una apendicetomía pudieran explicar la baja de juego del pasador más joven en llevar a su equipo a ganar el Super Tazón. La realidad, sin embargo, muestra que Big Ben no es el único culpable, aunque la estadística pudiera demostrar lo contrario.
La ofensiva terrestre no ha contribuido como lo había hecho en las últimas campañas, la línea ofensiva no domina y la defensiva no intimida.
Todos esos factores habían hecho en 2005 a los Acereros, un equipo de respeto. Ahora, al igual que en seis juegos, eso también se ha perdido.
La defensiva, particularmente contra el pase, es más que vulnerable, el feroz cuerpo de linebackers no ejerce presión sobre los pasadores rivales, la línea defensiva, con la salida del veterano Kimo von Oelhoeffen se ha vuelto porosa, y Troy Polamalu no ha lucido como la campaña pasada, debido a la salida del otro profundo, Chris Hope, ya que el adquirido Ryan Clark no ha cumplido con las expectativas.
Esos son los problemas dentro del campo que han afectado el accionar de Pittsburgh, pero el mayor de todos, tal vez, se encuentre fuera del emparrillado e involucre a su querido entrenador Bill Cowher.
Los constantes rumores, que se originaron en la pretemporada sobre su posible retiro, han causado una distracción al interior del equipo.
Una marca de 2-6, tiene a Pittsburgh con una larga segunda mitad de temporada, particularmente para un equipo que se alimenta de la motivación, la intimidación y la confianza. Hoy, los Acereros de Pittsburgh sólo pueden confiar en que el inicio de 2006 se estaciona, junto con los Gigantes de Nueva York de 1987 y los Broncos de Denver de 1999, como los peores registros para iniciar una campaña para un campeón defensor.
El panorama es poco menos que alentador, y de no apretar el paso rápidamente podrían darle la despedida al coach Cowher con su cuarta campaña perdedora en 15 años en el timón.
Ben tiene que regresar a aquellas épocas donde lucía tomando decisiones acertadas, la defensa intimidaba sacudiendo quarterbacks a placer y las jugadas grandes eran de los de negro y oro, no de los equipos rivales. Miles de aficionados y una tradición rica como pocas así se lo exigen.
De lo contrario, los sinsabores y las burlas alrededor de la NFL sólo podrían estar dirigidas al peor campeón defensor en la historia de la Liga.
