“El dos de julio se llevó a cabo una jornada electoral limpia, apegada a la Ley, bien organizada, en un ambiente de tranquilidad y confianza”, afirmó Teresa González Luna, consejera del IFE. Lo atestiguamos todos los mexicanos, mas López Obrador la objetó y con toda desfachatez dijo en el Zócalo que ganó, después se autoproclamó presidente de México y en su propaganda figura con la banda presidencial en el pecho.
No extrañó que su representante Horacio Duarte descalificara el informe del IFE -ni que las hordas perredistas irrumpieran a fuerza sin necesidad en la sesión pública y al día siguiente asaltaran otra vez la sede del IFE, al mando de Martí Batres- sino que lo secundara Felipe Solís Acero, del PRI, experto en mecanismos del Instituto, pues fue su secretario general y lo relevó el consejo actual, que encabeza Luis Carlos Ugalde.
Esto revela que los priistas le prenden una vela a Dios y otra al diablo, pues el tres de julio su jefe nacional, Mariano Palacios Alcocer avaló el cómputo oficial del IFE.
El dos de julio votaron 42,249,54l mexicanos en 130,477 casillas; los votos fueron contados por 909,575 ciudadanos escogidos por el IFE y 970 mil representantes de los partidos, ante 1,800 consejeros distritales, 639 observadores internacionales y 24,769 nacionales, en una elección libre, ordenada y pacífica, que AMLO consideró válida pues dio a su partido un número nunca visto de senadores y diputados, y llamó fraudulenta porque no le otorgó a él la Presidencia.
La consejera González Luna precisó que “tan siquiera insinuar la organización de un fraude electoral implica desconocer lo que todos estos hombres y mujeres vieron, oyeron y palparon el día de la jornada”.
Bien sabe AMLO que tiene perdida la vía jurídica, pues no respaldó su recurso de impugnación con escritos de protesta durante la campaña, ni en las casillas y el cómputo en los comités distritales.
Es más, tampoco lo hizo en el plazo adicional de tres días que le dio el Trife, conforme a derecho. Así que tiene perdido el juicio de impugnación y por eso recurre a la presión y chantaje de las marchas, que ni con mucho juntan un millón de gentes, pues en todo el Zócalo apenas caben 150 personas mil bien apretujadas, más otras tantas que se queden en las calles adyacentes. También en eso mienten.
Ya se constituyó en asamblea permanente y anunció instalar campamentos del Zócalo a la Fuente de Petróleos, en maniobra desesperada, secundada servilmente por el Gobierno de Alejandro Encinas en el DF, que aporta transporte, hospedajes y alimentos a los acarreados y facilita a los perredistas fijar toda su propaganda en espacios oficiales o alquilados, mientras persigue a los panistas por repartir la suya.
Nadie de su gente cercana trata de calmarlo; sino lo aceleran, interesados en el hueso, aunque la mayoría carezca de autoridad moral: cuál puede tener un Muñoz Ledo, saltimbanqui de quién sabe cuantos partidos, un Camacho Solís -actor clave del fraude electoral de 1988 en favor de Salinas de Gortari y contra Cuauhtémoc Cárdenas y la izquierda- que amenazó con la cárcel a Gilberto Rincón Gallardo, si seguía con éste.
O Alfonso Durazo, secretario particular de Colosio por cuatro años, que cuando lo fue del presidente Fox resultó quinta columna del Peje, dejó el cargo con estrépito y reveló secretos de su ex jefe. Por eso le dieron la espalda en Sonora como candidato al Senado de López, a quien engatusó con el cuento de que perdió porque le cometieron fraude, y no por el descrédito entre sus paisanos.
Y siguen engañándolo en la caza de priistas a favor el voto por voto. Eso de que Monreal se reúna con José Murat y lo ponga de dechado para el PRI, si sólo ganó tres de los 103 votos para coordinar a los nuevos diputados tricolores; que hiciera igual Jesús Ortega con su paisano Héctor Hugo Olivares, otro derrotado tras ese cargo.
Que Porfirio invitara a Heladio Ramírez, autonombrado presidente del membrete de la CNC, a quien ni caso hacen los 23 nuevos diputados campiranos, pues no le deben el cargo y él sólo se preocupó por ser senador y hacer diputada a su hija Nalidea.
Puros cartuchos quemados escogieron los pejistas ex priistas.
Le ayuda más a AMLO el gobernador priista de su estado, Manuel Andrade, quien con su ostentosa vida licenciosa y de derroche contribuyó a la caída escandalosa del PRI allá, y ahora con su pleito abierto con el candidato priista a sucederlo Andrés Garnier -que fue su delfín, por cierto- le pavimenta el camino al candidato del Peje, Raúl Ojeda Zubieta, gran amigo y socio de Carlos Ahumada.
En Tabasco dicen que Andrade ya se puso los colores del Sol Azteca, y sólo le falta la credencial.
Asesorado por sus aliados Fidel Castro y Hugo Chávez, AMLO quiere anular las elecciones y el Estado de Derecho para ser Presidente, y no cejará hasta lograrlo, pues ya dijo que “esto apenas empieza”. Tiene el ejemplo de Evo Morales en Bolivia, quien derrocó presidente tras presidente con movilizaciones, hasta que asumió el poder.
Pero lo que importa es resaltar la labor del IFE, eficaz y apegada a las normas, en la elección presidencial, que enturbian los campeones de la antidemocracia, cuyas tribus interrumpieron con violencia una sesión del Consejo General, el jueves 27.
No se recatan en sabotear el avance democrático de México, prefieren retornar a un régimen autoritario peor al del PRI, émulos de Hugo Chávez, que se dice discípulo de Cristo y lo cita en sus peroratas demagógicas, pero quiere someter a los obispos de su país y va al Vaticano a hincarse ante Benedicto XVI.
Menos mal que Calderón y los panistas no se amilanaron porque el Peje dijera: “Soy el presidente de México”, pues recuerdan lo siguiente, asentado por Reforma: “López Obrador dijo que iba a respetar el resultado de la elección, sea cual fuere... y no lo hizo.
“Aseguraba que sus encuestas le daban 10 puntos de ventaja en la votación... y nomás no fue así.
“El dos de julio afirmó que había ganado por 500 mil votos... y perdió por 240 mil.
“Cuando perdió en el PREP dijo que había tres millones de votos desaparecidos... y resultó que estaban en un archivo especial y que él lo sabía.
“Entonces salió con que hubo un “fraude cibernético” con algoritmo y toda la cosa, pero luego se echó p’atrás y dijo que no hubo tal... que fue a la antigüita”.
Recuérdese que pregonó su honestidad valiente, y en el DF rehusó combatir la corrupción de Bejarano, Imaz y Gustavo Ponce. Es más, dejó libres a los primeros.
Prometió agua a los de Iztapalapa, y seis años después siguen ahogados de sed. Ahora pide que se aplique la transparencia en el conteo de voto a voto, cuando él pisoteó la Ley de Transparencia del DF, saboteó la instalación del consejo respectivo y no rindió cuentas de los contratos y dinero gastado en los segundos pisos.
“¡Así que..., si AMLO está diciendo que es el presidente seguramente... tampoco va a cumplirlo!” Respaldado por las dos terceras partes de mexicanos que no votaron por López Obrador, el Tribunal Electoral ratificará la elección limpia y legítima que organizó el IFE y expresó el designio de un país que anhela consolidar su democracia en vez de entronizar una dictadura.