Corrían los primeros días de noviembre de 1997 cuando un grupo de periodistas mexicanos fue convocado con la idea de formar una agrupación para defender la libertad de expresión.
Uno de los veinte comunicadores reunidos en un salón de la colonia Roma, allá en el Distrito Federal, urgió a organizarse cuanto antes porque ?todos los aquí presentes estamos marcados por el narcotráfico y los grupos de poder?.
Era el periodista José de Jesús Blancornelas del semanario Zeta, quien dos semanas después fue acribillado muy cerca de su oficina en Tijuana. Milagrosamente se recuperó al atentado a pesar de haber recibido cuatro balazos.
Desde entonces Blancornelas se dedicó de tiempo completo a investigar sobre el narcotráfico sin dejar a un lado sus constantes denuncias en contra de los poderosos de la política, la economía y la delincuencia organizada.
Vigilado por una cuadrilla de doce militares bien armados, Blancornelas tuvo que someterse por seguridad a un estricto régimen, su rutina diaria era de su casa al periódico y viceversa. Sólo en contadas ocasiones cambiaba de ruta lo que requería la autorización previa del alto mando del Ejército Mexicano.
En una ocasión le preguntamos por qué no viajaba una temporada al extranjero para recuperar su salud y alejarse de las constantes amenazas del narco. Muy convencido respondió: ?Aquí está mi casa y prefiero quedarme trabajando en esta ciudad?.
Pocos periodistas mexicanos como Blancornelas han dejado un legado tan sólido de su vocación periodística y su inquebrantable búsqueda por la verdad.
Se podría estar de acuerdo o no en la conclusión de reportajes y artículos, pero ciertamente era muy difícil refutarlos por la acuciosidad del trabajo periodístico.
Se enfrentó en multitud de ocasiones a los hombres del poder sin más armas que la tinta y el papel y no tuvo empacho en contradecir a la vox populli e incluso a los medios de comunicación cuando su trabajo y su conciencia periodística se lo dictaban.
Así fue que defendió a capa y espada la teoría del asesino solitario en el crimen de Luis Donaldo Colosio como también publicó infinidad de documentos e informes del narcotráfico que representaban una sentencia de muerte.
Por muchos años Blancornelas no fue profeta en su tierra. A los grupos locales de poder le incomodaban sus artículos y las tajantes críticas que cada viernes publicaba Zeta en temas de trascendencia para la región y Baja California.
Pero al tiempo que Zeta se consolidaba, el prestigio del periodista Jesús Blancornelas trascendió allende las fronteras al paso de los años.
Sólo Julio Scherer ha obtenido tantos y tan prestigiados reconocimientos nacionales e internacionales como Jesús Blancornelas.
Radicado en Tijuana pero originario de San Luis Potosí, don Jesús obtuvo dos premios nacionales de periodismo además de condecoraciones por parte de la UNESCO, la Universidad de Columbia y la Sociedad Interamericana de Prensa, entre muchas otras.
Su mayor mérito como hombre del periodismo fue establecer su propio medio de comunicación y publicar trabajos de investigación sin autocensura ni temor. ?Libre como el viento?, reza el slogan de Zeta que ha hecho honor a la realidad.
Hace dos meses intentamos visitar al periodista en su local de Tijuana. Fue el propio Jesús Blancornelas quien se reportó a nuestra llamada. ?Estoy en un tratamiento y mañana tengo que someterme a varias pruebas médicas, te llamo en cuanto salga de esto para reunirnos?, me dijo con su voz aguda en esta ocasión más cansada y temblorosa que de costumbre.
?Espero tu llamada y mis mejores deseos por tu salud?, le contesté. Ya no supe más hasta su muerte el pasado 23 de noviembre, estoy seguro que encontró el descanso eterno que merecía. Además de un hombre cristiano fue un periodista a carta cabal que cumplió con creces su misión de informar con verdad, profundidad y mucho valor. Lo extrañaremos.
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