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VIENA, AUSTRIA.- Agitación en África. Terrorismo e insurgencia en el Oriente Medio. El programa nuclear de Irán -cuarto productor de crudo-. Presiones de Rusia. Ola nacionalista en Sudamérica. El rompecabezas energético mundial luce inquietante.
Daniel Yergin, jefe de Cambridge Energy Research Associates, dijo ante un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que el mercado mundial de petróleo “sobrelleva la amenaza de terrorismo, inestabilidad en algunas naciones exportadoras, brotes de nacionalismo, temores de que haya que sudar para conseguir el combustible, rivalidades geopolíticas y la necesidad básica de los países de disponer de energía para impulsar su crecimiento económico”.
Michael Klare, autor de Sangre y petróleo: Los peligros y consecuencias de la creciente dependencia petrolera de Estados Unidos, opina que la misma supervivencia de muchos gobiernos dependerá de que logren garantizar el abastecimiento energético.
Ehsan Ul-Haq, analista jefe de PVM Oil Associates en Viena, dijo que, “mientras que en el pasado el peligro de una suspensión del abastecimiento nunca duró más que unos pocos meses, esto ha pasado a ser una inquietud (permanente)” desde los ataques de Al Qaeda hace cinco años.
Los estimados más conservadores indican que más de una cuarta parte de los 80 millones de barriles extraídos diariamente en todo el mundo proceden de regiones o países en los que la producción podría correr peligro. La situación es más alarmante todavía en relación con el gas natural: la mitad de la producción mundial podría verse afectada por conflictos.
La producción diaria apenas si da abasto para cubrir la demanda y cualquier interrupción acarrearía graves consecuencias a nivel mundial. Si Irán decidiese suspender la entrega de sus 2.5 millones de barriles diarios destinados a la exportación, por ejemplo, las naciones consumidoras deberían apelar a sus reservas.
En África, la violencia asuela a Nigeria, Chad y Sudán. En el Oriente Medio, existe insurrección y terrorismo en Irán. Las tensiones étnicas y geopolíticas persisten en la región del Mar Caspio. El Gobierno de Rusia utiliza su poder energético con fines políticos.
En Asia, disputas por los ricos recursos energéticos del Mar del Sur de China están agudizando las tensiones sino-japonesas. Y el nacionalismo prevaleciente en Sudamérica en el área de los hidrocarburos se suma a los factores que atemorizan a los mercados.
En Irak, los ataques de insurgentes a los oleoductos que transportan el combustible hacia Turquía han impedido la entrega de cientos de miles de barriles diarios. La turbulencia política en el delta del Níger ha afectado la industria petrolífera en Nigeria, el décimo productor mundial. Atentados y secuestros hicieron disminuir en un 20 por ciento la producción de 2.5 millones de barriles diarios.
Y la agitación política y étnica impide el desarrollo de la industria petrolífera en dos países vecinos que cuentan con abundantes reservas, Chad y Sudán.
“La inestabilidad contribuye a que aumenten los precios y esto hace que el control del petróleo y el gas resulten más atractivos todavía”, dijo Klare. “Por eso, hay que prepararse para nuevos conflictos”.