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Agenda económica 2007-2012

José Luis Calva

La ?Agenda económica de mediano plazo?, pre-sentada en los Criterios Generales de Política Económica para 2007, establece un decálogo de ?líneas de acción? integrativas de una estrategia económica ?concentrada en la reducción de los costos y riesgos de la inversión?, mediante la cual el nuevo gobierno se propone ?promover un mayor crecimiento económico y la generación de más y mejores empleos?.

Para una visión de conjunto, estas ?líneas de acción? pueden resumirse así: 1) consolidar la estabilidad macroeconómica; 2) continuar con el proceso de apertura comercial; 3) incrementar las opciones de contratación en el mercado laboral; 4) simplificar la estructura tributaria y volverla más predecible; 5) conseguir ahorros y elevar la eficiencia del gasto público; 6) hacer más eficientes a las empresas públicas; 7) realizar las necesarias inversiones en infraestructura, en el sector energético y en el de comunicaciones y transportes; 8) promover la competencia y mejorar la regulación y la desregulación; 9) aumentar la disponibilidad de recursos financieros con el fortalecimiento del marco legal y de la regulación financiera, así como mediante una mayor intermediación por la banca de desarrollo; 10) fortalecer al estado de derecho y la seguridad pública.

Por la magnitud de sus efectos sobre la economía real, destaca especialmente la línea de acción presentada del siguiente modo: ?Consolidar la estabilidad macroeconómica como parte fundamental de la reducción del riesgo. Resaltan ?subraya el documento? los beneficios que se esperan a raíz de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, que establece un marco institucional de disciplina fiscal?. Es decir, más de lo mismo, pero institucionalizado.

En efecto, durante casi un cuarto de siglo de experimentación neoliberal, las políticas macroeconómicas para el crecimiento sostenido del producto nacional y del empleo han sido abandonadas bajo la visión según la cual la contribución nodal del Estado al desarrollo consiste en la creación de un marco de ?estabilidad macroeconómica?, entendida estrechamente como inflación decreciente, próxima al nivel inflacionario de Estados Unidos, y finanzas públicas equilibradas, o cercanas al equilibrio ingreso-gasto.

El problema consiste en que al desatender las macrovariables reales de la economía y, por tanto, los más relevantes equilibrios macroeconómicos (el crecimiento sostenido del PIB a tasas cercanas a las potenciales y la operación de la economía en un nivel de ocupación próximo al pleno empleo), las estrategias macroeconómicas ortodoxas han provocado los repetidos ciclos de freno y arranque, al tolerar las recesiones (por la ausencia de políticas monetarias, fiscales y cambiarias contracíclicas) o al inducirlas (por efecto de drásticas políticas contraccionistas orientadas a la desinflación a ultranza). Así, han sacrificado la economía real de los mexicanos, exhibiendo además un concepto muy estrecho (mutilado) de la estabilidad macroeconómica.

Los costos de la inestabilidad en las macrovariables reales de la economía han sido enormes. Como ha observado José Antonio Ocampo (ex secretario ejecutivo de la Cepal): ?La volatilidad del crecimiento genera una alta subutilización promedio de la capacidad productiva instalada, que reduce la productividad y las utilidades y por ende afecta adversamente la inversión. Así, la incertidumbre que produce la inestabilidad de las tasas de crecimiento puede tener efectos más severos sobre la acumulación de capital que una inflación moderada. De hecho, tal incertidumbre acentúa las estrategias microeconómicas ?defensivas? (es decir, aquéllas orientadas a proteger los activos de las empresas frente a un ambiente poco amigable), en vez de las estrategias ?ofensivas? que conducen a altos niveles de inversión y de cambio tecnológico? (Reformar la agenda del desarrollo, en F. Solana (coord.), América Latina XXI: ¿avanzará o retrocederá la pobreza?, México, FCE, 2002). Desde luego, la inestabilidad de las macrovariables reales trae también consigo enormes costos sociales, afectando el ingreso de los hogares y el nivel de vida de las mayorías nacionales.

Por eso, para encontrar los caminos del ?mayor crecimiento económico y la generación de más y mejores empleos?, es necesario desechar el concepto estrecho de estabilidad macroeconómica centrado unilateralmente en la estabilidad de precios y el balance fiscal; y pasar a una visión integral de la estabilidad macroeconómica, que atienda también la estabilidad de las variables reales, aplicando políticas contracíclicas para sostener el crecimiento de PIB y empleo, sin descuidar las variables financieras.

Precisamente en esta perspectiva, la pléyade de economistas que en 2004 formularon la Agenda del Desarrollo de Barcelona ?Jeffrey Sachs, Joseph Stiglitz, Dani Rodrik, José Antonio Ocampo, Paul Krugman, entre otros? señalaron como punto crucial: ?Las políticas macroeconómicas anticíclicas son más eficientes y políticamente más viables. Los países en desarrollo deberían crear instituciones para hacer posibles estas políticas?.

Éste es el gran reto de la política macroeconómica en México, porque sólo mediante el crecimiento robusto y sostenido del producto nacional será factible generar los puestos de trabajo suficientes y de mejor calidad para las nuevas generaciones, así como para ir absorbiendo a los excluidos por el modelo neoliberal.

Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

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