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Agradece José Carlos Ruiz a la vida y a su terquedad

El Universal-AEE

MÉXICO, DF.- Aunque José Carlos Ruiz dice no añorar nada, en el fondo siente nostalgia por su terruño: Jerez, Zacatecas, donde vio la primera luz.

?Nací ahí fortuitamente. Mis padres estaban de vacaciones, ya me esperaban. Me adelanté al parto, soy sietemesino. Después, mis padres regresaron a la Ciudad de México, en donde he vivido hasta la fecha?.

Recién que había encarnado a don Benito Juárez en la telenovela histórica El Carruaje, el actor fue nombrado hijo ilustre de Jerez. ?En aquella época fui asiduo visitante a la ciudad zacatecana, llegué a comprarme allá una casita que vendí más tarde; la teníamos abandonada por culpa de mi trabajo. Hace ya tres años que no he vuelto a pararme por Jerez.?

José Carlos, quien dice que a pesar de ser chaparro, prieto y feo, ha logrado consolidarse, pensó alguna vez irse a vivir a su tierra natal. ?Pero mi esposa me convenció de que no lo hiciera, y tenía razón. Fue hace 15 ó 20 años, me despertó de mis sueños guajiros.

?He visto pasar la vida apaciblemente, combinando la profesión con mi familia. Tengo dos nietos padrísimos, a quienes disfruto mucho. Tres hijas: Amaranta, Heréndira y Mijael?.

El actor, que gusta de la charla, señala que la más chica de sus hijas es muy parecida a él.

?Sobre todo cuando era yo muy chamaco: inseguro, acosado por no sé qué. Con delirio de pequeñas angustias cotidianas. Fue al quedarme huérfano y luego al comenzar la carrera de actor por mi físico, que no era lo óptimo. No representaba al prototipo clásico del cine mexicano: güerito, alto, gente bonita de ojos verdes o azules.?

Pero la terquedad, añade José Carlos, ?me ha llevado a cumplir ya 50 años de actor?.

Hoy la pasa, según sus propias palabras, ?maravillosamente bien. Logré dominar ya la zozobra que me acosaba?.

Adelante rememora, que la orfandad le llegó a los diez años de edad, debido a un accidente sufrido por sus padres.

?Me quedé al cuidado de mi abuela, con quien vivía en la colonia San Rafael.?

Para entonces no tenía metas a seguir, ?el único eje de mi vida era el cine, al que mi padre solía llevarme. El cine fue una especie de salvavidas, un escape. Saliendo de la primaria, diario me metía al Cine Universal, que estaba pegadito a una panadería, donde compraba una telera, una enchilada del mismo precio y me hacía mi torta.

?También compraba cinco centavos de pepitas y un tepache, en total, 20 centavos y 30 del boleto de galería, que me daba derecho a ver tres películas cuantas veces quisiera. Había permanencia voluntaria. Salía a las 10 u 11 de la noche. El cine era mi vicio.?

Errol Flynn, Humphrey Bogart y Clark Gable eran sus ídolos favoritos por un lado, ?y los mexicanos como David Silva, Arturo de Córdova, Fernando Soler y tantos otros, eran más que admirados por mí; eran algo así como mi familia, la familia que no tenía. Me enamoraba de Dolores del Río, Elsa Aguirre y Miroslava?.

El protagonista de Los Albañiles, El Apando, Vidas Errantes y Goitia, era feliz metido en la oscuridad de la sala del cinematógrafo, ?tanto que llegaba a casa tarde todos los días y todos los días me zumbaba mi abuela. A veces me quedaba dormido en el cine hasta que me echaban. El colmo fue que una noche, al llegar a casa, mi abuelita ya había muerto. La vi tendida en su cama a través de una rendija de la puerta, mi primera reacción fue echarme a correr. Me había quedado solo?.

Siendo casi un adolescente, entró a trabajar a la Compañía de Luz, en Lechería. También ?había probado ya muchas chambitas. No me hallaba en ningún lado. Lo dejé todo?.

Un amigo lo invitó a ingresar a una escuela de iniciación artística, ?tendría 19 ó 20 años, eran los 50, fue entonces que me enamoré. Sí, me enamoré del teatro. Logré una beca para estudiar en Bellas Artes, que desde entonces se convirtió en mi espacio, mi casa, mi mundo?.

A José Carlos Ruiz ya no le importó nada más, ?vivía en un cuarto de azotea, acompañado por mis tres libros fundamentales: Shakespeare, Ibsen y García Lorca. Eran mis amigos. Cuando no tenía dinero, los empeñaba por 8 pesos. Había que pagar la renta y comer. No cuento todo esto como melodrama, así me tocó vivir?.

El panorama para Ruiz dio un vuelco en los años 70. ?Los actores de mi tipo experimentamos un boom en el cine. Hubo una apertura para los actores de mi estilo; para nuevos directores, argumentistas y camarógrafos. Sobre todo se propició la apertura temática de asuntos que eran, hasta entonces tabú. Así filmamos Canoa, El Apando, Las Poquianchis, La Casa del Sur, Los Albañiles y tantas más?.

Hoy, José Carlos acepta que ha tenido muchas satisfacciones artísticas y personales.

?Vivo económicamente bien, aunque no viajo a Europa tres veces al año ni tengo un Mercedes Benz a la puerta. Sí, tengo mi casita, mi familia; bebo buen vino si quiero o excelente tequila. Todo lo he logrado con mi trabajo, no quiero más.

?No vivo con lujos pero sí cómodamente. Tengo mi Volkswagen 68, que está casi nuevecito, aunque casi ya no manejo. La verdad, ya no me gusta, no es placentero hacerlo en el DF.?

Revela que le hubiera gustado haber sido parte de la Época de Oro del cine mexicano, ?sin embargo, mis ídolos cinematográficos de entonces y tantos más, siento que han estado conmigo en todo momento. Cuando gano un premio, interiormente se lo dedico a ellos, mis maestros característicos del cine nacional: los Soler, don Julio Villarreal, Miguel Inclán, Miguel Ángel Ferriz, López Moctezuma; ¡uuuy, caray, todos, todos!?.

Aunque no es creyente, José Carlos Ruiz se encomienda a Dios, ?pero no voy a misa ni soy ?mocho??. Al final, dice no tenerle miedo a la muerte, ?es como una amiga, pero una cosa sí, no me gustaría dejar todo esto. Me encanta la vida, la amo profundamente. No sé si hay otra, hasta ahora no conozco a nadie que me haya venido a decir: ?Allá está a todo dar, vente?. Me gusta tanto aquí, que no me importa lo que haya en el otro mundo?.

Ser actor, su meta

José Carlos Ruiz confiesa que aparte del teatro, ?alguna vez tuve una amiguita y esas cosas, pero no era lo primordial. La única ilusión era convertirme en actor?.

Sin embargo, bastantes años después, contrajo matrimonio, ?sólo me he casado una vez, hace 38 años. Mi esposa no es del medio artístico, la conocí en una fiestecita, y ahí nos enamoramos. Ya trabajaba en el cine y protagonizaba entonces la telenovela El carruaje?.

Su núcleo familiar ha sido para el actor base fundamental, junto con su carrera, ?imagínense, yo que nunca tuve nada, fui un niño muy solo, exento de afectos, de ternura, de comprensión, mimos y caricias. Hoy gozo de los apapachos de mi esposa, mis hijas y mis nietos?.

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