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Alcoholímetros locales: espléndido; siempre que sea parejo

Enrique Irazoqui

NO HAGAS COSAS BUENAS QUE PAREZCAN MALAS.

En medio de un ambiente enrarecido en el contexto nacional, especialmente por el énfasis que los medios de la capital del país ponen en asuntos tales como el caso Oaxaca, donde un grupo llamado APPO, en franca rebelión al gobernador de aquella entidad Ulises Ruiz; el asunto donde rijosos perredistas amenazan a Calderón con impedir el acto protocolario de toma de protesta y el circo político donde Andrés Manuel López Obrador se erigirá como ?presidente legítimo de México?, en La Laguna hay ahora una novedad en cuanto a las disposiciones que el Ayuntamiento de Torreón ha dispuesto relativas a la aplicación del famoso alcoholímetro.

Es obvio que la envergadura de los problemas no son comparables, el que en Oaxaca estén paralizados por la gracia del tipo de personajes que allá pululan, además de los del PRD, en donde sus huestes están a 900 kilómetros, si bien es cierto son de mucho mayor consecuencia, también es cierto que desde acá poco se puede hacer para resolver asuntos de difícil comprensión para comunidades un poco más acostumbradas a trabajar y menos a politiquear; será porque en la Comarca la máxima autoridad son los alcaldes respectivos de cada ciudad que componen esta región.

Así las cosas, la determinación del edil José Ángel Pérez, de fortalecer la medida de instalar retenes en las principales avenidas de la ciudad para la aplicación del famoso alcoholímetro, ha levantado cierto escarceo entre la sociedad.

Acompañado de los dichosos retenes, ahora las multas por conducir en estado de ebriedad se han elevado considerablemente y el pasado fin de semana hubo sanciones de hasta seis mil pesos para quienes fueron recluidos bajo arresto en las celdas de la Policía Preventiva.

La medida en sí puede realmente aplaudirse, ya que es una realidad ineludible que el consumo de alcohol incrementa exponencialmente el riesgo de accidentes automovilísticos, la estadística es irrefutable. El que exista un procedimiento de medición para determinar el verdadero grado de alcohol que presuntamente haya ingerido un conductor, contribuye a que la aplicación de las sanciones cuando menos esté sustentada en elementos de medición y no se deje al criterio de oficial en turno.

También en definitiva, que las multas sean de costo elevado, por supuesto que contribuye, el precepto jurídico para que una norma tenga realmente valor, es que la misma tenga coerción suficiente para el aseguramiento de la observancia de la misma.

Vaya, Pérez Hernández pretende implantar lo que de tiempo atrás ha funcionado en el municipio de San Pedro Garza García en Nuevo León. Allá, la duración del arresto por manejar bebido, dura por lo menos treinta y seis horas, para que sirva de escarmiento a quien no le tome importancia ponerse al frente de un volante luego de haberse excedido en el consumo de bebidas etílicas.

También reconocible, el que de fuera se traiga ideas positivas y se aprenda de experiencia ajena, acusa inteligencia, pero existe un elemento en la sociedad de Torreón, inserta por supuesto en la zona conurbada en la Comarca, que se diferencia notablemente de la misma metrópoli que se conforma en Nuevo León: el tamaño.

Aquí -aun en términos simplistas- es ?pueblo?, por ello, todo mundo se siente superior, todo mundo es amigo del alcalde y prohombre o mujer; cuidado si alguien se mete con uno (todos para sí mismo nos sentimos influyentes) y ahí, la medida emprendida por el presidente municipal puede revertirse. José Ángel estará ahora en el candelero más que nunca, porque se quiera o no, la mayoría de la juventud ?bien? de Torreón bebe de más los fines de semana y aquí empezarán las vencidas de influyentismo.

Habrá que imaginarse si muchos jóvenes tendrían que atenerse a cumplir la sanción del enclaustramiento por un considerable tiempo, más la pena pecuniaria correspondiente, mientras no aparezca uno de esos ?súperjuniors? rodeados de guaruras que nadie toca o si un hijo de un amigo de algún funcionario, logra con palancas evadir el castigo merecido.

En síntesis, estupendo que regulen e intenten inhibir el que los ciudadanos manejen ebrios, pero cuidado donde algunos sean arrestados por ser hijos del pueblo, mientras las clases privilegiadas terminan pasando un rato de diversión en los retenes. Como dicen en el rancho: o todos coludos o todos rabones.

eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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