Pero nada es gratuito y la descomposición social que ahora sufrimos es el resultado de nuestros años priistas en los que tantas veces escuchamos decir cínicamente: ?El sistema no apuesta a la educación porque un pueblo ignorante es más manejable y más dócil?.
El caldo es gordo, el ambiente espeso. Atorada y húmeda, esta ciudad rechina por todas partes mientras los poderosos, aquellos a quienes sí hizo justicia la Revolución, veranean en París o se asolean en sus magníficas residencias de Miami, en tanto acá, los clasemedieros -como siempre- resistimos los castigos que nos impone Masquenadie, quien desde su templete en el Zócalo y con el poder que él mismo se confiere; acusa, juzga y condena ante el unánime rugido de aprobación de aquellos a quienes él llama ?su pueblo?.
Las escenas -pan nuestro de cada día- recuerdan aquellas películas en las que el emperador romano tenía el poder -según indicara con el dedo hacia arriba o hacia abajo- de indultar o de echar a los leones a la gente, ante el unánime rugido de una multitud enardecida y sedienta de sangre.
?Porque cuando nuestros hijos pregunten ¿qué es la democracia? qué les vamos a decir... ¿que es una porquería??.
Grita amenazante una mujer ante la cámara de televisión que intenta transmitir el ambiente enrarecido del Zócalo capitalino. ¿Y qué es eso de la democracia señora? -repregunta el entrevistador- ?Pues es eso ¡Voto por voto casilla por casilla!? ?Solución o revolución? dice la mujer rubricando con gestos desafiantes sus palabras.
Y para que la rabia no decaiga, Masquenadie azuza los espíritus resentidos: ?Han hecho, aunque lo oculten, del color de la piel y del desprecio por los pobres y los de abajo, su causa mayor?, les dice para mantener la vieja herida sangrante, porque si se cierra se le acaba el negocio.
Hurga una y otra vez en la herida para mantener siempre en alto los niveles de irritación. ?Hemos decidido mantener la asamblea...? informa y los ?asambleístas? sin voz ni voto, rugen en éxtasis porque como ya advirtió hace un buen rato Herodoto: ?Es más fácil engañar a mucha gente que a una sola?.
Masquenadie ha prometido vengarlos, sacarlos de pobres y devolverles la dignidad y el respeto que los malditos ricos les han escamoteado, esos que tanto los han agraviado y quienes supongo yo, somos la mayoría de mexicanos que sin distinción de raza ni situación económica; no creemos en sus propuestas ni en su estilo autocrático tan ajeno a la democracia que intentamos consolidar.
Pero nada es gratuito y la descomposición social que ahora sufrimos es el resultado de nuestros años priistas en los que tantas veces escuchamos decir cínicamente: ?El sistema no apuesta a la educación porque un pueblo ignorante es más manejable y más dócil?.
Yo nunca creí porque así soy yo -medio mensa- que un Gobierno por impresentable que fuera, alcanzara tal perversidad. Creo más bien que fue la ambición desmedida, la mentalidad de piratas ¿o de pirañas? con la que nos gobernaron por décadas, la que generó la vergonzosa desigualdad que hoy padecemos y que Masquenadie aprovecha para llevar agua a su molino polarizando a la población, aunque la gran mayoría de quienes lo apoyan incondicionalmente en el Zócalo, ignoren qué es la democracia -aunque precaria todavía en nuestro país- la que hace posible la resistencia que llevan a cabo y que consiste en estrangular la circulación y ?pacíficamente? dejar a miles de personas sin trabajo, violar las leyes y generar pérdidas millonarias a esta capital y por ende al país.
Tuyo es el poder, tuya la gloria en el Zócalo señor Masquenadie ?por el bien de todos?. Esperemos que esta crisis emocional que sufre ahora nuestra nación, se resuelva a favor de un Gobierno que privilegie la educación y especialmente la educación cívica cuya carencia pagamos con esta especie de alebrije político que estamos viviendo. adelace2@prodigy.net.mx