HOUSTON, Texas.- América soñó con golear al campeón de Europa con tres goles del ?Pipino? ante 70 mil almas, pero a la mitad de la noche despertó. Tan sólo había sido un sueño de ocho goles, cuatro para las Águilas, cuatro para el Barcelona: un show en toda la extensión de la palabra.
Fue un choque amistoso, fue de preparación, pero cuando los blaugranas quedaban ridiculizados con un 4-1 parcial ante la escuadra azulcrema, vino el orgullo, vino la magia de Ronaldinho y todo acabó en un espectacular empate con tres goles catalanes en los últimos minutos de juego.
Víctor Valdés y Guillermo Ochoa apenas habían terminado de fajarse el suéter en sus guaridas cuando ya tenían goles en contra de Nelson Cuevas y de Rafa Márquez en los primeros cinco minutos. Una combinación de Cabañas y ?Pipino? derivó en el segundo gol de Cuevas al cruzar la media hora.
Cuando el bicampeón de España todavía no entendía de dónde venían los disparos, ?Pipino? apareció por tercera vez y los fulminó antes de llegar al descanso, al empujar el balón a las redes tras un clásico contragolpe de muerte de Claudio López.
El Barcelona necesitaba urgentemente a Ronaldinho y a raíz de ello vino el movimiento más esperado de la noche, junto a una cascada de nuevos rostros para el complemento con Samuel Eto?o y Deco entre ellos. El técnico Frank Rijkaard sacó a Márquez y le dio juego a Oleguer, quien se presentó con un autogol que hizo escandaloso el marcador.
Cuando América metió a sus jóvenes sintiéndose con la victoria en la bolsa, el juego dio un vuelco, al quedar como presas de las estrellas blaugranas, que requirieron unos cuantos minutos para repartir exquisitez sobre la grama. Javier Saviola entró para recortar la diferencia al minuto 84 y Ronaldinho hizo de penal el 4-3 al 89, pero un minuto después Eto?o concretó lo inimaginable: el empate a cuatro en la agonía del tiempo regular.
Moraleja para el América: hay que respetar a los mayores, especialmente si son los actuales mandones de Europa.
Entérate:
Ni Ronaldinho, ni Eto?o. Memo Ochoa, junto con Rafael Márquez, fueron los dos jugadores más ovacionados en el momento en que los equipos saltaron al campo del Reliant Stadium de Houston cuya tribuna fue ocupada en un 70 por ciento por seguidores del América.