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América cumple 90 años desde su fundación

ORIGEN | EL NOMBRE DEL CLUB LO TOMAN POR EL ANIVERSARIO DEL DESCUBRIMIENTO DEL CONTINENTE AMERICANO.

EL UNIVERSAL

Hoy se cumplen 90 años desde que un puñado de jovencitos se reunieron para crear al América

MÉXICO, DF.- Son 90 años de amarillo y azul. De triunfos y derrotas, de crecer con una naturaleza polémica. El próximo 12 de octubre, las Águilas cumplen nueve décadas de que un trío de jovencitos de tan sólo 13 años, estudiantes del Colegio Mascarones y La Perpetua, se reunieron en los llanos de la colonia Santa María La Ribera para dibujar en la tierra un círculo con la imagen del continente americano y dos iniciales: CA, Club América, equipo que hoy se ama o se odia, pero no puede pasar desapercibido.

Rafael Garza Gutiérrez ?Récord?, su primo, Germán Núñez Cortina e Ignacio de la Garza, nunca se imaginaron que aquella reunión en la casa de doña Calixta Cortina, tía de Germán Núñez, desataría el inicio de una de las historias más ricas del futbol nacional.

En La Perpetua ya contaban con un equipo de futbol que se llamaba Colón, aunque era una verdadera pesadilla completar los 11 jugadores reglamentarios semana a semana. En el Colegio de Mascarones era lo contrario, tenían suficientes jugadores, pero no uniformes, algo con lo que los elementos de La Perpetua podrían contar gracias a algunos metros de tela que servirían para confeccionarlos, sin contar con dos balones ingleses en perfecto estado.

La solución estaba a la vista. Unificar al equipo en uno solo. Aunque faltaba decidir el nombre, que en un principio se propuso fuera del de ?Récord?, apodo que también correspondía a Garza Gutiérrez, capitán del equipo y quien ya vestía un pantaloncillo azul marino y una desgastada playera en color crema: los colores que serían del equipo, ahora sólo faltaba el nombre.

Sin embargo, la fecha de la reunión: 12 de octubre, lo facilitó todo. Más cuando Pedro ?Cheto? Quintanilla propuso el nombre de América, después de todo era el día del descubrimiento del continente y todos estuvieron de acuerdo.

Así quedó todo dispuesto para que el joven club compitiera en un torneo de segunda fuerza, mismo que ganó sin problemas. El objetivo estaba claro, había que ir más arriba: la Liga Mayor.

Sólo un año había pasado desde que el América había jugado en segunda fuerza y ahora se empecinaba a competir con los poderosos clubes extranjeros (España y Asturias), que dominaban el balompié nacional.

El interés de los americanistas no fue visto con el mejor de los modos. El ahora estandarte de las más sonadas contrataciones extranjeras, en aquel momento fue visto por debajo del hombro por los clubes de la Liga, quienes le pusieron como prueba una tercia de duelos ante clubes del torneo, el último ante el poderoso España.

Para sorpresa de todos, América ganó los dos primeros cotejos y empataron ante el España. Fue el boleto para ingresar a la Liga Mayor y debutar en la campaña 1917-1918.

Ante los malos resultados del primer año, algunos jugadores abandonaron la escuadra, que incluso cambió de nombre por el de Unión, bajo el que compitió hasta 1920.

Pero mejores tiempos estaban por venir. La esencia americanista permanecía en el equipo y fue Garza Gutiérrez, Núñez Cortina y De la Garza quienes decidieron devolver al equipo el nombre que nueve décadas después es sinónimo de grandeza en el futbol mexicano.

América iniciaba su verdadero camino hacia el reconocimiento. El camino hacia su primer tetracampeonato, la senda hacia décadas de dificultades, pero también hacia un resurgimiento que lo colocó en el mapa futbolístico nacional como un club sin medianías, al que se le quiere o se le odia, todo, a 90 años de distancia.

Dinastías de leyenda

Una leyenda se forja con dinastías. En 90 años de historia, hay dos décadas que arden en el corazón del Club América y que en mucho contribuyeron a crearlo tal cual es: odiado y querido, con una naturaleza polémica que le acompaña en donde se para.

Los amarillos pueden presumir que nacieron grandes. Y es que si bien fue en 1916 el año de su fundación, tuvo un ascenso vertiginoso, tanto que para el certamen 1917-1918 de la Liga Mayor ya estaban en competencia. No fue todo. Faltaba el factor que detonaría el comienzo de su grandeza.

La liga entonces estaba dominada por los equipos extranjeros: Asturias y España. Las dos potencias del balompié nacional que fueron los primeros en poner piedras en el camino de los cremas para formar parte de la Liga Mayor. Y sería el América el que podría ponerles un alto.

Así fue a partir de la campaña 1924-1925. El primer título de una larga cadena de trofeos que hoy relucen en las vitrinas de Coapa. Pero el cetro no podía llegar de otra manera, si no era con polémica. Y es que los dos últimos juegos América los ganó por default a dos de los clubes españoles: España y Aurrerá, aunque antes venció al Asturias, equipo que al final fue el subcampeón.

Tanto España, Asturias y Aurrerá se retiraron del torneo, según dicta la crónica de El Universal del dos de marzo de 1925, por falta de garantías, ya que los aficionados habían invadido el terreno de juego en el duelo que los cremas ganaron 1-0 al Asturias.

A pesar del berrinche de los clubes españoles, América inició una década dorada. Con títulos en 1925-1926, 1926-1927 y 1927-1928. Los primeros ganados bajo el mando del fundador Rafael Garza Gutiérrez ?Récord? y dos más con el inglés Percy Clifford en el timón.

Luego de pintar de crema los años 20, tendrían que pasar medio siglo, no para que América volviera a ganar títulos, cosa que logró en 1965-1966, 1970-1971 y 1975-1976, pero sí para confirmarse como un grande del futbol mexicano.

El comienzo de los 80 le deparaba a las ahora Águilas la grandeza de antaño. Respaldados por Carlos Reinoso, su hombre insignia de la década de los 70, vino una generación dorada: Alfredo Tena, Cristóbal Ortega, Armando Manzo, Vinicio Bravo, Carlos de los Cobos, y extranjeros de la talla de Héctor Miguel Zelada, Daniel Alberto Brailovsky, Norberto Outes y Eduardo Bacas se conjugaron para darle a los emplumados diez años de ensueño.

América se sobrepuso a un terrible golpe en la campaña 1982-1983, cuando con todos los récords de liga en la bolsa, salieron por la puerta de atrás eliminados por las Chivas en semifinales. La venganza no pudo ser más dulce. Un año después la dinastía inició su reinado.

Primero despachó al Guadalajara en la final de liga de 1983-1984. Ya sin Reinoso en la banca, y con Miguel Ángel ?Zurdo? López como técnico, América repitió su camino hasta la final. Con su sello característico, inmerso siempre en la polémica, ahora con el arbitraje de Joaquín Urrea, venció a los Pumas en un tercer partido del torneo 1984-1985.

Los títulos no pararon ahí. Para el torneo Prode 85, las Águilas llegaron a la final para luchar por el tricampeonato. No sería tan sencillo, menos después de ser goleados en la ida ante el Tampico Madero por 4-1.

La vuelta en el Azteca parecía resuelta, pero una desastrosa tarde tampiqueña y dos polémicos penaltis consumaron la remontada en tiempo extra para que los amarillos levantaran el trofeo gracias a un 5-4 global.

El recambio de algunos jugadores no mermó el poderío de las Águilas. Surgieron goleadores como Carlos Hermosillo y Luis Roberto Alves, el hijo de Zague, el gran ?Lobo Solitario?, quien a la postre se convertiría en el máximo goleador del club. Llegaron extranjeros como Antonio Carlos Santos y Cecilio de los Santos, refuerzos como Gonzalo Farfán (llegó del Atlante a cambio de Javier ?Vasco? Aguirre) y Adrián Camacho.

El resultado fue un bicampeonato más: 1987-1988, ante Pumas y 1988-1989 contra Cruz Azul. El cerrojo ideal a una década que confirmó su grandeza.

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