Las dos notas luctuosas en nuestra anterior columna, dejaron para después lo que de noticioso tiene, cosa que ahora hago con gusto, pues como verás se nos juntaron dos sesiones comida y los festejos que se hicieron para conmemorar dignamente el quincuagésimo aniversario de la fundación de nuestro club.
Pero vamos por partes: como todos los años, Meme González nos ofreció en su rancho Santa Fe, la tradicional barbacoa de pozo, con su arroz y frijoles y de botana las gordas de horno, las quesadillas y chicharrones y, como siempre, tuvo casa llena con la presencia no sólo de miembros del Club Sembradores Torreón, sino también de muchos amigos y la gratísima del Obispo de la Diócesis de Torreón, don José Guadalupe Galván Galindo, quien al dirigirse a los comensales hizo gala de simpatía e ingenio.
En este ágape, en el que a Meme acompañaron a su organización, Fernando González y Rafael Revuelta, tomaron la protesta de rigor dos nuevos socios el Ing. José Antonio Murra Giacomán y el señor Carlos Hugo Chiffer Cruz, ampliamente conocidos en la comunidad.
Para cambiar el panorama, al siguiente evento nos fuimos al muy sui géneris restaurante de ambiente inglés ubicado en el bulevar Revolución, en donde su propietario Ladislao Medina se esmeró en ofrecernos exquisitos platillos de su creación, que celebramos gustosamente los cuarenta comensales. Los anfitriones fueron Mario Villarreal Roiz, Arturo Giacomán Giacomán, Sergio González Hernández y tu servidor.
Y de los festejos del cincuenta aniversario del Club Sembradores te empezarán a contar y no bastaría el espacio de esta columna para platicarte todos los detalles de tan feliz acontecimiento, pero te daré algunos detalles: el viernes diecisiete, por la noche, nos fuimos cuarenta matrimonios a las alturas, al Cristo de las Noas, para asistir a la sagrada misa que ofició el Pbro. José Rodríguez Tenorio y la primera sorpresa fue el acompañamiento con cantos religiosos del mariachi San José 2000 del Valle de Allende, Chih., que Arturo Rivera importó de su meritito terruño.
Terminada la Eucaristía, salimos a la terraza donde estaban instaladas convenientemente las mesas para gustar una cena muy al estilo de Lupita de la Mora, es decir, excelente. Todo se combinó para que pasáramos una noche espléndida: el clima fresco, la vista hacia las tres ciudades Lerdo, Gómez Palacio y Torreón con miríada de luciérnagas, el ambiente, la compañía de tantos amigos y como si no fuera suficiente para sentirnos gozosos, de pronto surcaron los cielos los juegos pirotécnicos con los que celebraban su encuentro los colegios Alpes y Cumbres. ¡Todo un espectáculo!
El sábado 18 fue el acabose. No faltó un solo detalle para cerrar con broche de oro la celebración de los cincuenta años de vida de nuestro club: de entrada los directivos, encabezados por Ramón García de la Cruz y su esposa Gabi, nos recibieron con un regalo para cada socio, después se inició el programa previsto, en el que Arturo Rivera se desempeñó como maestro de ceremonias, haciendo la presentación de los invitados especiales, luego don José Abdo Bassol, socio fundador ?a quien se le entregó una placa alusiva- nos emocionó con sus sentidas palabras, por mi parte hice una síntesis de los objetivos sociales y de servicio del club y nuestro presidente remató con los agradecimientos de rigor, cumpliéndose en los discursos aquel decir de que, lo bueno cuando es breve es doblemente bueno. Cena de lujo y de remate el baile. Todos salimos reconociendo los aciertos de la directiva en tan exitosos festejos. ¡Felicidades!