Aún cuando tengo muchos años de escribir en periódicos y revistas, primero en el Universal Gráfico de México y en la revista de alpinismo La Montaña y después en Solidaridad, órgano informativo del Círculo Mercantil Mutualista de la ciudad de Monterrey y desde hace un titipuchal de años en El Siglo de Torreón, en realidad no soy ni me considero periodista, ya que esta noble profesión requiere de características personales que no tengo. Escribo porque las circunstancias se han presentado de tal manera, que prácticamente me han puesto la pluma en la mano, es decir, ayer, la máquina de escribir y hoy, la computadora, nombrándome portavoz de las instituciones deportivas o sociales a las que he pertenecido.
En México y en Monterrey, escribiendo sobre montañismo. Aquí en Torreón, algunos artículos con remembranzas alpinas y esta columna. Sobre actividades del Movimiento Familiar Cristiano; ocasionalmente sobre teatro, valido de mis andanzas teatrales a las que mi inolvidable amigo Alfonso Garibay Fernández me empujaba, aún a sabiendas de que de actor, como de cura, no tengo nada. Sólo buenas intenciones y mejor disposición.
Pero a lo que iba es que, no siendo periodista, ignoro si a éstos en su profesión les suceda que al sentarse a escribir, de la mollera no les salga nada, como ahora le pasa a este pergeñador de notas, en que trato de comunicarme contigo y mi caletre está más frío que un témpano de hielo.
Sin embargo, se me ocurre platicarte que después de los dos eventos con los que conmemoramos el nacimiento del Club Sembradores de Amistad de Torreón, tuvimos la comida reglamentaria en el sitio que casi es nuestra casa club, allá por El Tajito donde se ubica el feudo de nuestro muy estimado consocio Miguel Ramos Galiano, que precisamente él, Gabriel Calvillo, Adolfo Garza y Lalo Herrera fungieron de anfitriones.
Por la ausencia de Gabriel Calvillo, que desempeña en Saltillo un cargo importante en el gobierno estatal, Adolfo, Eduardo y Miguel, conformaron el comité de recepción y ya se sabe que ellos, por su propia manera de ser, se pintan solos en atender a sus amigos.
Por otro lado, como la mesa está dispuesta en una U de largas líneas paralelas, sólo se tiene de compañeros a las personas más cercanas a uno, en este caso mis contertulios fueron, a mi izquierda Fernando Félix, a mi derecha Pepe Abdo y enfrente Florentino Martínez, con los que tuve un palique largo y tendido salpicado de anécdotas de mucho sabor y colorido...
