El escenario no podía ser más propicio: el hotel ?que ya es un orgullo para la ciudad y aún lo será más después del remozamiento y amplitud que se le está dando? un comedor pletórico de comensales, las mesas y sillas elegantemente vestidas y el ambiente acogedor, todo organizado minuciosamente por Nico Papadópulos, asistido con eficacia por Ricardo Cisneros, Hugo García y José Antonio Murra, para la celebración de la sesión comida reglamentaria del Club Sembradores de Torreón, al que en esta ocasión, jueves próximo pasado, se le aumentó su membresía con el ingreso de un nuevo socio, apadrinado por Adolfo Garza Riveroll, el señor Manuel de la Parra Viesca, el cual fue muy bien recibido y felicitado por todos los asistentes.
La actividad comercial de Manuel es la telefonía y telecomunicaciones y está unido en matrimonio con la señora Yolanda Martínez, con quien procreó tres hijos de nombres Manuel, Diego y Andrés.
Todas estas ceremonias nos hacen recordar nuestro propio ingreso a este querido club, hace treinta y dos años, cuando nos apadrinaron Luis Amarante Uribe y Mario Villarreal Roiz, tiempo transcurrido que nos ha dado el privilegio de conocer a tanta gente buena y amable, personas que nos han brindado su amistad y aprecio, haciéndonos sentir ese calor humano tan propio en un club como el nuestro.
Cuando hace unas semanas, en una de las columnas de Amigo Sembrador, me refería que ahora disfruto de la compañía de consocios que son hijos de antiguos amigos nuestros, me faltó referirme a quien siempre me recibe con un cordial abrazo, Eduardo Herrera Martínez, hijo de Jorge Herrera Olea y Margarita Martínez, amigos tan queridos y apreciados y además hermano de Jorge, que fuera compañero mío en las andanzas del teatro de aficionados, a las que nos encaminó el nunca bien ponderado e inolvidable doctor Alfonso Garibay Fernández, de tan grata memoria para cuantos lo tratamos.
Sí, son muchas las satisfacciones que la estancia en un club nos da, como lo sabrás por lo que enseguida te platico: hace unas semanas recibimos con dedicatoria manuscrita, el obsequio de un anecdotario, espléndidamente presentado, de la autoría del Dr. Jorge Fuentes Aguirre titulado Resplandor, Vida y Obra de Salvador Álvarez Díaz, Patriarca de la Charrería en el Norte de México, que fue editado en homenaje a don Chava, con motivo del XXII Torneo Nacional Charro de aniversario del Lienzo Charro Profr. Enrique González Treviño situado en Saltillo, Coahuila, torneo al cual se le ha puesto el nombre de Salvador Álvarez Díaz, Charro Mayor, de quien dice Fuentes Aguirre: ?un virtuoso, como él, que ha ejecutado con prodigio de ganador, todas las suertes de la charrería en los grandes torneos nacionales. Y un virtuoso en el otro sentido, el de la vida personal, para quien se hace realidad aquella proclama:
?Sólo el virtuoso puede llegar un día a ver el rostro de Dios?.