Cuentan que allá por los años treintas, don Erasmo Castellanos Quinto, un profesor emérito de la Facultad de Leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México ?por aquel entonces en el Centro Histórico de la capital de la República Mexicana? después de las vacaciones anuales, iniciaba su clase con la siguiente frase: ?Como decíamos ayer...?.
Pues bien, como decíamos ayer, refiriéndonos a la conmemoración del Centenario de Torreón, las cosas no se realizan porque sí, pues aunque pueden presentarse situaciones imponderables, entre mejor las preparemos mayores serán las probabilidades de éxito.
Por ejemplo el feliz término de la Misa de Acción de Gracias con la que se iniciaron los actos conmemorativos del Centenario de Torreón, que tuvo preparativos desde meses antes en las juntas semanales de la Comisión de Relaciones Públicas, con la presencia en varias ocasiones del excelentísimo Señor Obispo de Torreón don José Guadalupe Galván Galindo, quien con toda claridad expresaba sus opiniones sobre cuándo, cómo y en dónde debía celebrarse tan significativa ceremonia, dejando opciones de opinión a los demás.
Cerca ya de iniciarse los festejos se nombraron al Dr. Ignacio Méndez Lastra a la Lic. Irma Gómez Soriano y al Lic. Eduardo Iduñate Ramírez para la organización de la misa, el primero como coordinador general, la segunda como secretaria y el tercero como asesor, quienes durante varias semanas se reunieron con los comisionados de diversos grupos católicos, para cuidar detalladamente todos los aspectos de la ceremonia. El señor Obispo nombró como enlace religioso al Pbro. Víctor M. Gómez Hernández y a los presbíteros José de Jesús García Contreras, asesor de la Liturgia y a Ismael Gallegos, ceremoniero y director del coro diocesano.
Pero muchos otros aspectos debieron cuidarse y así intervinieron también en los preparativos: David Sada Salinas en la banda de guerra, Laura Elena Torres, pendones y adornos florales, Rogelio Guerrero Sapiens y Luis Roberto Sánchez Vázquez en patrocinios diversos, Maye Peressini, Irma Martínez de Blackaller y María de la Luz Martínez de Méndez Lastra en relaciones con los medios y ruedas de prensa y a José Luis López coordinador de los Caballeros de Colón.
A todas esas personas se debió que la misa de Acción de Gracias en la parroquia de San José, cumpliera no sólo con el ceremonial religioso, sino que además, pudiérase decir sin asomo de irreverencia, que constituyó un espectáculo esplendoroso.