Antes de entrar en materia permíteme presentarle a nuestro consocio y amigo muy estimado, Jesús Mario Humphrey Cabello, nuestra solidaridad en su duelo y el más profundo sentimiento de pena por el deceso de Amanda, la compañera de su vida por más de cincuenta y dos años.
No lo aclaré pero infiero que por mi autoría de esta columna, donde se habla de las actividades sociales y de servicio del Club Sembradores de Torreón, es por lo que el viernes de la semana pasada, a invitación del Ing. Juan Manuel González Cerda ?que escribe el artículo Contexto Lagunero que aparece semana a semana en la Sección Finanzas en El Siglo de Torreón- participé junto con él y dos damas, en el programa radiofónico Entre Sorbo y Sorbo, con la particularidad que los cuatro vinimos desde distintos lugares de la república para integrarnos a la comunidad lagunera. Cada uno platicó las circunstancias de su arribo a Torreón, como lo vimos entonces y como lo vemos ahora.
Tú sabes, porque en otras ocasiones te lo he mencionado, que adquirí en forma empírica una carrera profesional como gerente de distribución de películas, y así, después de siete años en esa actividad en la ciudad de Monterrey, me trasladaron a Torreón en 1955 como gerente adjunto a la Distribuidora de La Laguna, al lado de don Isauro Martínez Jr., hombre amabilísimo que propició iniciara con fortuna mis primeros pasos en esta ciudad.
En aquel entonces Torreón apenas iniciaba su crecimiento. Lo limitaban por el lado sur las vías del ferrocarril y la sierra transversal que corre de poniente a oriente y por el lado norte uno de los canales de riego y el lecho del río Nazas. Más allá de lo que ahora es la confluencia de la calzada Saltillo 400 y bulevar Revolución, en ambos lados de la carretera a Matamoros, había sembradíos y canales de aguas malolientes. Solamente había dos colonias residenciales, la de Los Ángeles y la Torreón Jardín planificada por ese personaje inolvidable el arquitecto Jerónimo Gómez Robleda.
Para estudiar una carrera profesional los jóvenes tenían que emigrar a Durango o Guadalajara o Monterrey y en algunos casos a la Ciudad de México.
Hoy la ciudad es otra, ha crecido enormemente en todos los aspectos: colonias residenciales por todos los rumbos de la ciudad; tres campestres con campos de 18 hoyos; economía no dependiente ya de la agricultura, se ha industrializado y se puede asegurar con orgullo que la cuenca lechera de La Laguna es la más importante del país. Los grandes ?malls? con sus tiendas departamentales, los supermercados, las tiendas de conveniencia, forman un comercio dinámico de enorme proyección.
En cuanto a centros de escolaridad superior, en la actualidad tenemos numerosas instituciones: de enseñanza técnica, la Escuela de Bachillerato Técnico Industrial de La Laguna, el Instituto Tecnológico de La Laguna, el Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Laguna. En Humanismo la Universidad Autónoma de La Laguna, la Universidad Autónoma del Noreste, la Universidad Iberoamericana, la Universidad del Valle de México y todas las facultades de la Universidad de Coahuila.
En otro aspecto, en estos cincuenta años transcurridos desde mi llegada a Torreón, he sido muy afortunado en contar con la amistad de muchas personas a quienes conocí en mi estancia en círculos religiosos e instituciones de servicio social. Esa amistad hizo agradable mi camino.
Pero se acabó el espacio y queda algo más que te platicaré en otra ocasión.