Desde hace siete u ocho años soy lector cautivo de la columna Contraluz que domingo a domingo aparece en una de las tres secciones de Sociales de nuestro periódico El Siglo de Torreón, escrita por la Dra. María del Carmen Maqueo, con temas cotidianos de raigambre profundamente humano con cuyo contexto me identifico plenamente y tal vez ?en la comida que por tradición desde hace muchos años celebramos- al influjo de uno de sus artículos titulado No Sé Tú me inspiré para decir a mis amigos de siempre mi mensaje de Navidad:
DESEO CON EL ALMA... que no perdamos nuestra capacidad de asombro, que cada día nos maravillemos ante el resplandor del amanecer con sus arreboles de fantasía... ¡Qué nos arroben las coloraciones del ocaso con sus tonos ámbar, escarlata y plata y que esos crepúsculos sean como un regalo de esperanza!
Contar nuestras bendiciones cada mañana y recontarlas al atardecer. Agradecer tener vida y salud y una familia amorosa en cuyo seno somos importantes. Y preguntarnos: en justicia ¿qué más podemos pedir?
Deseo con el alma... que nuestro mayor gozo sea convivir con la familia, con nuestra esposa, con nuestros hijos, con nuestros nietos y bisnietos, seguir paso a paso su desarrollo, su desenvolvimiento. Imbuirnos de sus sueños, de sus propósitos, de sus esperanzas. Ver la vida desde el punto de vista que cada uno de ellos tiene. Comprenderlos.
Embelesarse viendo el juego de los niños, impregnarse de sus miradas, encantarse con sus risas cantarinas y en ello sentir la presencia de Dios.
Ser felices de saber que tenemos amigos que son los hermanos que nosotros escogimos, los que siempre están presentes en los momentos gratos y... en las horas de infortunio.
Agradecer con humildad a quienes nos critican, porque nos permiten ver con claridad nuestros errores, nuestros desaciertos y así intentar rectificarlos.
Evitar en nuestras conversaciones los temas de odio, de venganzas, de críticas malévolas que tanto daño nos hacen y afectan la personalidad y reputación de otras personas.
Estar dispuestos a no cejar en nuestro empeño de hablar a favor de la vida, del respeto y de la espiritualidad. Aún cuando, como el salmón, nademos contra la corriente.
Dar un testimonio convincente de que este mundo es la plataforma para nuestro mejor despegue y que la altura de nuestro vuelo esté fijada por nuestra talla de soñadores.
Seguir adelante, como diría Teresa de Calcuta, corriendo, y si no podemos correr, caminando o con bastón o a rastras, pero nunca interrumpir nuestro paso, con la mirada fija hacia otros horizontes.
Conmemoremos el nacimiento de Jesús el Redentor, celebremos el advenimiento de un nuevo año y brindemos por la felicidad de nuestra familia y de nuestros amigos... ¡Salud!