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Amigo Sembrador

Francisco A. Ledezma

En estos días decembrinos las inclemencias del tiempo nos hace tiritar, pero las demostraciones de cariño de familiares y amigos da abrigo y calor al corazón. Y en el pensamiento hacen nido las cavilaciones.

Son coincidentes los conceptos que tenemos del amor y de la amistad como sentimiento, como virtud y así lo manifestamos de diversas formas y maneras.

El amor tiene definiciones que se expresan según el sentir de cada quien, pues es una emoción profunda que nace y se enraiza en nuestro ser.

El amor y la amistad van hermanados, su grado de intensidad lo determinamos según el trato, comprensión, benevolencia y tolerancia que damos a las personas.

Y en mérito a esos dos sentimientos del alma que alientan en todos los ámbitos, cuando con fervor celebramos el nacimiento del Niño Dios, te expreso lo que siendo vehementes deseos son a la vez firmes propósitos:

Dar gracias a Dios por la vida, por la salud, por la libertad que nos ha dado para elegir el camino que hemos seguido y por la infinita misericordia de su protección.

Expresar en palabras y actitudes nuestro amor a la familia, y nuestro cariño a los amigos, como testimonios de gratitud por su afecto y por el apoyo moral que a lo largo de la vida nos han prodigado.

Hacer un cariñoso recuerdo de aquéllos que ya duermen el sueño eterno de la muerte y que generosamente nos legaron sus valores ancestrales.

Pedir con humildad al Señor que nos ilumine para que el trato con nuestro prójimo sea cordial, amable y benevolente; saber escucharlos y brindarles nuestro apoyo en sus alegrías y tribulaciones. Acudir en su ayuda no sólo como parte de un deber, sino también porque con ello encontramos felicidad.

La gloria de la amistad no sólo es una mano extendida, ni una sonrisa, ni disfrutar de grata compañía... es la comunión espiritual de dos almas que se comprenden y se ayudan mutuamente en la empresa del vivir. Es descubrir que existe alguien que cree y confía en nosotros y en quien nosotros confiamos y creemos. Alguien que nos escucha y nosotros escuchamos.

Es gratificante permanecer leal a la amistad sin mengua alguna de ella no obstante tiempo ni distancias. Esa amistad que los años han añejado, madurado y ennoblecido. Amistad que en muchos casos trascendió en hermandad.

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