“Los políticos son iguales en todo el
mundo. Prometen construir un puente, aun donde no hay río que cruzar”.
Nikita Jrushchev
Una de las mayores preocupaciones que genera Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien se encuentra a la cabeza de las encuestas para la Presidencia de la República, es su política energética. Sin embargo, unas declaraciones de Rogelio Ramírez de la O, quien según el propio candidato podría ser su secretario de Hacienda, permiten tener por lo menos un atisbo de esperanza. En distintas ocasiones el candidato del PRD ha declarado que no permitirá “privatizaciones” en el sector energético.
Este término usualmente significa vender los activos de una empresa pública a inversionistas privados. Si Andrés Manuel quisiera decir con esto que no venderá los “fierros” de Pemex, de la Comisión Federal de Electricidad o de Luz y Fuerza del Centro, no habría muchos de qué preocuparse. Estos activos valen poco. Y en el caso de Luz y Fuerza, habría que pagarle a alguien para que se los quedara. Pero muchos perredistas y priistas han extendido la connotación del término “privatización” para incluir la inversión privada en actividades del sector energético.
Esta definición vuelve la promesa más preocupante. Si no hubiéramos tenido inversión privada en electricidad e hidrocarburos en los últimos años, la economía mexicana estaría en una situación de verdadero desastre. Casi toda la inversión en electricidad de los últimos años ha sido privada.
Y las declaraciones de Andrés Manuel sugieren que él coincide con esta versión del concepto de privatización. Por ello las promesas de López Obrador de que no aceptará “privatizaciones” se ha interpretado en el sentido de que simplemente no aceptará la inversión privada en energía.
En varias ocasiones, sin embargo, Rogelio Ramírez de la O, a quien el propio López Obrador ha señalado como su futuro secretario de Hacienda, ha hecho declaraciones que sugieren que está consciente de la necesidad de contar con inversión privada en el sector energético. Este pasado primero de marzo declaró en el foro Reanudar el Crecimiento del Consejo Consultivo para un Proyecto Alternativo de Nación, señaló: “nuestra tarea actual es que el Estado debe reforzarse en la orientación del sector energético, en la coordinación de esfuerzos de combate a la pobreza, en la definición de una política fiscal moderna y en la aplicación rigurosa de la Ley para permitir la participación equitativa de la inversión privada”.
Éstas y otras palabras de Ramírez de la O han sido interpretadas como un mensaje de que la inversión privada puede tener una participación “equitativa” en el sector energético en un Gobierno de López Obrador. ¿Es esto realmente lo que quiso decir el economista? Ramírez de la O siempre ha favorecido una mayor intervención del Estado en la economía de la que hemos tenido en los últimos años, pero también ha defendido la necesidad de tener una economía fundamentalmente de mercado.
Éste es un punto en el que con mayor urgencia se necesita una clarificación de la propuesta de un perredista que se acerca a la Presidencia de la República. Un Gobierno de López Obrador, nos dicen, sería de izquierda. Pero ¿qué izquierda? La diferencia práctica e ideológica entre un Fidel Castro, por una parte, y un Ricardo Lagos, un Tony Blair o un Felipe González, por la otra, es enorme.
El diagnóstico sobre la economía mexicana no deja lugar a dudas. Es verdad, como señala la izquierda, que el país necesita una mejor distribución de la riqueza; pero también, como lo advierte la derecha, que no se logrará esa mejor distribución si no se genera primero más riqueza. Sin embargo, México no producirá mayor riqueza si no hace una reforma fiscal que logre una mayor recaudación y que castigue menos la inversión así como una reforma que obtenga una mayor apertura a la inversión privada en energéticos.
No es una cuestión ideológica sino pragmática. López Obrador ha ofrecido un discurso radical en sus presentaciones de campaña. Para él no hay lugar para la inversión privada en energéticos o para una reforma fiscal que grave el consumo de alimentos y medicinas antes que el ingreso o la inversión.
Si ésa es realmente su posición, quizá Andrés Manuel termine siendo más cercano a un Hugo Chávez que a un Felipe González, quien promovió las reformas de mercado en España. Pero si su decisión de perfilar a un economista inteligente y pragmático como Ramírez de la O a la Secretaría de Hacienda es una indicación de lo que sería realmente su política económica, entonces quizá haya mejores perspectivas para el país.
Una política socialdemócrata a la europea, que reparta riqueza en vez de castigar su generación, podría ser el inicio de un renacimiento del país. El cierre dogmático de las avenidas para la inversión, especialmente en los energéticos, no llevará más que a un desplome de largo plazo del país.
GÓMEZ URRUTIA
El Gobierno Federal no puede darse el lujo de no responder al reto de Napoleón Gómez Urrutia. El hijo y sucesor de Napoleón Gómez Sada, ha violado abiertamente la Ley al cerrar empresas como protesta por su destitución como secretario general del sindicato minero. Ésta es una decisión tomada por el comité de vigilancia del sindicato y no por el Gobierno o las empresas.
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