EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Apresuradas (pero muy profundas, eso sí) reflexiones sobre “La Mataviejitas”

Francisco José Amparán

Reflexión número uno: sólo en el país que le ha dado al mundo joyas del arte surrealista como el filme “Santo contra las momias de Guanajuato” o el libro “A calzón amarrado” de la (después) senadora perredista Irma Serrano (“La Tigresa”) se puede concebir sin empacho ni sorpresa el que su asesina serial más famosa del siglo XXI haya sido gladiadora del pancracio, vil luchadora (ruda, supongo). Y que además portaba el muy poético nom de guérre de “La Dama Silenciosa”. Sobrenombre que, estarán de acuerdo conmigo, se presta a muchas sospechas (retrospectivas, ya sé, pero seamos justos: ni a Paco Ignacio Taibo II se le hubiera ocurrido un nombre así). Pensándolo bien, con los antecedentes suministrados por Santo, Blue Demon y Mil Máscaras desde hace décadas en la pantalla grande, quizá allí, en el ring, era donde debiera haber empezado sus pesquisas ese genio de la investigación policial que es el maestro Bátiz. Ahí y, claro, en Marte y las catacumbas de Guanajuato. De ahí salían siempre los peores bichos que atormentaban a la humanidad y a los que derrotaban los héroes encapuchados… que nunca fueron delegados ni Zero ni nada.

Reflexión número dos: Hollywood nos ha acostumbrado a que los asesinos seriales tengan muy complejos modus operandi, fruto de inteligencias brillantes aunque retorcidas; y a que escondan su pérfida identidad detrás de muy ingeniosos disfraces e identidades “legítimas”.

Quizá por ello la principal sorpresa de todo este asunto haya sido que la señora Juana Barraza presente tan pocos rasgos de sofisticación y doblez. De hecho, el único elemento novelesco es la existencia de cromos con la pintura “Retrato de un joven” de Jean Baptiste Greuze en tres de los escenarios; y vaya uno a saber si tienen algo que ver: capaz que eran regalo de un programa de Lopejobradó. Por supuesto, en los días y años por venir se van a escarbar los tristes antecedentes vivenciales de esa desdichada mujer, en un intento por desentrañar el porqué de su ola delictiva. Pero pese a todo y de mí se acuerdan, a muchos les va a quedar la íntima sospecha que tiene que haber algo más sombrío y sórdido que una simple mujer abusada y maltratada durante toda su vida. El mundo de la ficción nos ha acostumbrado a que los asesinos seriales tengan existencias y pretextos especialmente tortuosos. La cuestión es que el mundo real suele ser más tortuoso todavía. De hecho, lo realmente sorprendente es que, siendo tan prevalente en nuestra cultura el abuso y el maltrato a las mujeres, no haya más Juanas Barrazas deambulando entre nosotros.

Reflexión número tres: el prodigioso maestro Bátiz, involuntario émulo totonaca del Inspector Clouseau, se vanaglorió de la eficaz intervención de la Policía capitalina. Lo cual no es de extrañar: este señor vive en una especie de Tierra de Nunca Jamás de su propia invención, en la cual la Ciudad de México es tan segura como Zürich y tan vivible como Estocolmo. La verdad es que en este caso intervino de manera decisiva el azar. Si el arrendatario de la última asesinada hubiera llegado cinco minutos después, o si los patrulleros que capturaron a la homicida se hubieran quedado atorados por una manifestación de macheteros tres semáforos más allá, en estos momentos estaríamos sólo lamentando un nuevo asesinato y no la captura de la asesina.

Digamos que en este caso, como en tantos otros que tienen que ver con asesinos seriales, un detalle, un descuido, la arbitraria intervención de la casualidad, fue lo que resultó decisivo. Claro, el sagaz maestro Bátiz enfatizó que se tenía un muy buen retrato robot y las huellas digitales del monstruo. Pero, con toda esa información, ¿por qué no la habían detenido antes? Digo, es una vergüenza que con esos datos, la señora Barraza haya continuado su carrera delictiva durante tanto tiempo. E insisto, de no haber intervenido el azar, todavía andaría por ahí suelta.

Reflexión número cuatro: a propósito: los asesinos seriales famosos -en su mayoría- que terminaron siendo capturados corrieron ese destino por simple descuido o por soberbia: o creían que las autoridades eran demasiado tontas y cometieron chambonadas; o se pensaban tan superiores que se pasaron de listos. En este caso, lo que le falló a La Mataviejitas fue una suposición por demás elemental: que nadie iba a descubrir el hecho sino hasta mucho después. Y claro, el asesino serial por excelencia (o al menos más famoso), Jack el Destripador, nunca fue descubierto… aunque en uno de los crímenes estuvo a un pelo de ser sorprendido in fraganti.

Reflexión número cinco: lo que sea, el retrato robot de la presunta era bastante cercano a la realidad. Y creo que es el único caso que conozco en que el personaje real resulta más siniestro que el retrato robot.

Reflexión número seis: el apodo mediático de “La Mataviejitas”, la verdad, no resulta muy eufónico. Como que ahí le faltó imaginación no sé si a los chicos de la nota roja o al brillante maestro Bátiz, quien quiera que haya sido el padrino de bautizo. Nuestros anales criminales cuentan con apodos tan insignes como “El Estrangulador de Tacubaya” (Goyo Cárdenas), “Las Poquianchis” o, aquí en La Laguna, “El Chacal de Mieleras”. Además, si no mal recuerdo, al principio se hablaba de “El Mataviejitos”, en masculino, o en el sentido general de que agarraba parejo a veteranos de ambos sexos. Claro que la PJDF estaba segura que se trataba de “un hombre con tendencias homosexuales”, que se disfrazaba de enfermera.

Ahora sabemos que era una mujer hombruna que, irónicamente, podía pasar por hombre disfrazado. Quién sabe qué tanto haya tenido que ver la confusión sexual con las andanzas de la señora Barraza. Otro detalle para la discusión y análisis de los psicólogos criminalistas de banqueta.

Reflexión número siete: si algo demostró todo este asunto, es que una piedra angular de la identidad social mexicana se está desmoronando: la protección a los ancianos por vía de la inclusión familiar de los que se quedan solos.

Antes cuando un abuelo enviudaba, los hijos y/o los nietos se ponían de acuerdo a ver quién lo cuidaba. A veces, ciertamente, se hacían rifas para ver quién se quedaba con semejante fortuna… rifas que nadie quería ganar. Pero así fuera a regañadientes, las familias mexicanas cargaban con sus ancianos hasta a las carreras de automóviles, como memorablemente le ocurre a Sara García en “Mecánica Nacional” (de Luis Alcoriza, 1972). Al parecer esa red de seguridad social de plano se desfondó, al toparnos con tantos casos de ancianos sencillamente abandonados a su suerte. Si quieren buscar síntomas de descomposición, de cómo nuestra sociedad está pudriéndose lentamente entre el estancamiento económico, la bazofia vomitada por nuestros ineptos políticos, lo mediocre del campeonato nacional de futbol y los reality shows, aquí está una prueba más que palpable.

Reflexión número ocho: desde 1998 han sido asesinados decenas de ancianos en el DF. Por supuesto, la mayoría no fue víctima de La Dama Silenciosa. Pero la cifra sigue llamando la atención. ¿Ésa es la ciudad de la esperanza? ¿Es aún habitable el Detritus Infernal? Una razón más para ni loco irse a vivir a esa megalópolis insufrible. Y eso, para ancianos, jóvenes, adultos maduros y fetos nonatos.

Reflexión número nueve: hace algunas semanas se filtró por ahí una información en el sentido que la Procuraduría del DF del superlativo maestro Bátiz andaba reclutando viejitos con el propósito que sirvieran como cebo para atrapar al asesino serial.

Esto es, que se les daba una corta feria a los veteranos para que se entretuvieran en darle de comer a las palomas y tomar el sol en las bancas de los parques, esperando al Embajador de la Parca (sí, yo también puedo poner apodos de nota roja). Con la esperanza, claro, de atraer al criminal, que en teoría sería prontamente capturado por los agentes del astutísimo maestro Bátiz; los cuales, disfrazados de arbotante o estatua del Paseo de la Reforma, vigilaban a los vetustos encubiertos. El celebérrimo maestro Bátiz negó que el programa fuera real. Pero conociéndolo… Ahora bien, suponiendo que el programa existió, ¿qué van a hacer ahora esos viejitos, que al menos le habían metido un poco de emoción a sus vidas?

Reflexión número diez: los vecinos y parientes de Juana Barraza insisten en que era una persona tranquila, callada y que no mataba una mosca… que es básicamente lo que han dicho siempre los vecinos y parientes de todo asesino serial conocido. ¿Cuándo vamos a encontrar a alguien que diga: “sí, el de la esquina siempre me pareció sospechoso: regaba la banqueta por las noches y usaba una camiseta del Atlante los sábados. Siempre pensé que era un criminal”?

Reflexión número once (y ya chole): a cada uno de los dos policías que realizaron la aprehensión se les va a dar cien mil pesos y un departamento.

Tengo una idea: reserven enterito un complejo habitacional del Infonavit de veinte pisos para ese tipo de premios. Si a los chotas les dan un depa por cada delincuente capturado, con eso acabamos con el crimen. Me parece buena política. Claro que ¿quién en su sano juicio se acercaría a ese complejo habitacional?

Consejo no pedido para sentirse inmune a luchadoras psicópatas: de las muchas películas sobre asesinos seriales, tres de mis favoritas: “El Estrangulador de Boston” (The Boston Strangler, 1968), con Tony Curtis y Henry Fonda; “El Coleccionista de Huesos” (The Bone Colector, 1999) con Denzel Washington y Angelina Jolie; y “La Promesa” (The Pledge, 2001) con Jack Nicholson. Para leer, hínquenle el diente a “El Poeta” de Michael Connelly (que no, no es nada de Jennifer), que puede entretenerlo un par de días. Provecho.

PD: Acereros escogió vestir el uniforme blanco de visitante en Detroit. No creo que necesitemos cábalas ni barridas con rama de pirul, pero nada está de más. Dios, ¡qué sabrosa sabe la venganza después de tantas burlas!

Correo: francisco.amparan@itesm.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 194332

elsiglo.mx