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Luis F. Salazar Woolfolk

La pretensión del peje perredismo, en el sentido de evitar la protesta constitucional del presidente Felipe Calderón Hinojosa, tuvo por objeto generar un golpe de Estado, que por fortuna resultó fallido.

Lo anterior debido al eficaz operativo montado por el Estado Mayor Presidencial, con el apoyo de los Diputados y Senadores panistas que hicieron posible la celebración de la ceremonia, con el concurso de los elementos priistas y de otros partidos que actuaron de acuerdo a su condición de Oposición en el Congreso de la Unión, de manera responsable.

El peje perredismo apuesta por la confrontación y la violencia y por tanto, salvo que opere el milagro de una conformación al interior de las fuerzas de izquierda que sustituya el actual liderazgo por otro de vocación democrática, la posibilidad de una colaboración entre el presidente Calderón y la fracción perredista en el Congreso se antoja irrealizable.

Por lo que hace a su relación con otras fuerzas políticas, Calderón Hinojosa cumple con su compromiso de integrar un Gabinete incluyente, al incorporar a elementos de otras fuerzas en las Secretarías de Hacienda y Economía y en las Direcciones de Petróleos Mexicanos, ISSSTE y Lotería Nacional.

En los referidos precedentes y en la convocatoria a los gobernadores de los estados a trabajar por el supremo interés del México integral, sea cual fuere su origen partidista, el Gobierno que empieza tiene sus principales factores de estabilidad.

En todo caso, Felipe Calderón ha declarado que va a incluir en su proyecto políticas públicas que responden a las principales demandas de la oposición y que mantiene su mano tendida a todo protagonista de nuestra vida pública que quiera sumarse, sin perjuicio de comenzar a trabajar en el espacio de maniobra que el Poder Ejecutivo tiene en el marco legal de sus atribuciones y en virtud de las alianzas consolidadas hasta ahora con otras fuerzas políticas y con los factores reales de poder de la sociedad.

Desde luego que lo anterior no implica que todos los mexicanos sin excepción participen en un cien por ciento de la visión que de las cosas tiene el nuevo Gobierno, puesto que la democracia supone la existencia de la pluralidad y el respeto a la disidencia sin perjuicio de que esta última, está obligada a expresarse en forma pacífica y dentro de los límites de la legalidad y la civilidad política.

La posibilidad de que los peje perredistas respeten tales límites es remota, porque ha apostado por la siembra del odio y la intolerancia. Se han autoerigido en una suerte de vengador oficioso de la totalidad de los agravios (reales y presuntos) habidos y por haber en nuestra historia, desde el sometimiento de los pueblos del Anáhuac por el Imperio Azteca hasta nuestros días, pasando por la conquista española, la guerra con Estados Unidos, la intervención francesa, y las sombras autoritarias proyectadas por el Porfiriato y la Revolución.

Nadie ha dado al Peje perredismo nombramiento ni representación sobre el particular. Los eventos referidos con su saldo de pobreza e inseguridad, son pasivo de nuestra vida pública total y en consecuencia, su atención corresponde a la nación en su conjunto y ni los anhelos insatisfechos, ni los derechos conculcados, ni el sufrimiento, son monopolio ni bandera exclusiva del PRD ni de ningún otro partido.

No queda sino ver, acordar y construir hacia delante. La experiencia de confrontación que nos ha llevado a la parálisis legislativa y al obstáculo al desarrollo humano, económico y social en los últimos tiempos, exige un cambio de actitud de los actores políticos de nuestra sociedad, de acuerdo a una realidad que impone la corresponsabilidad de todos como exigencia.

Correo electrónico:

lfsalazarw@prodigy.net.mx

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