La visita a nuestro país del ex presidente del Gobierno de España Felipe González, con el objeto de entrevistarse con el presidente electo Felipe Calderón Hinojosa, constituye un reconocimiento que además de ser expreso, deslinda al socialismo español de Andrés Manuel López Obrador y del PRD, aún en el terreno de la simpatía ideológica y la solidaridad.
No fue suficiente el reconocimiento temprano del triunfo del ahora presidente electo por parte del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y la recomendación expresa del Partido Socialista Obrero Español hecha a López Obrador, en el sentido que aceptara los resultados del dos de julio para que aprovechara los avances logrados por su partido.
Ha sido necesario que venga la figura histórica aportada por el PSOE a la transición democrática en la Madre Patria, para felicitar personalmente a Felipe Calderón y tender puentes de diálogo y colaboración, lo que deja en claro que el estilo de la izquierda peje-perredista, no responde a las expectativas de una izquierda democrática que respeta los derechos humanos fundamentales.
La visita de Felipe González es congruente con las conclusiones a que llegó en su encuentro con Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD en los días posteriores al dos de julio del año dos mil, en ocasión de lo cual recomendó la modernización de la izquierda mexicana, como condición para obtener el apoyo de la clase media, indispensable para ganar las elecciones en México.
Son válidas y poderosas las razones por las cuales el socialismo español se deslinda de la incivilizada izquierda mexicana.
López Obrador ha convocado a una lucha de resistencia en contra de las instituciones imperantes en México, invocando un supuesto ?Derecho a la Revolución? que según los peje-perredistas se encuentra consagrado en el Artículo 39 de la Constitución General de la República.
Es cierto que el dispositivo constitucional en cita prescribe que la soberanía reside originaria y esencialmente en el pueblo y que corresponde a éste el darse la forma de Gobierno que le convenga. Sin embargo, los artículos 40 y 41 de la propia Constitución determinan que el Pueblo ejerce la soberanía por medio de los Poderes de la Unión, en el marco de la República específica que la propia Constitución erige como forma de Gobierno.
Por otra parte, el Artículo 136 de nuestra Carta Magna dispone que en el caso de que por cualquier trastorno público se establezca un Gobierno contrario a los principios de la Constitución actual, una vez que el orden se reestablezca se juzgará a los usurpadores, con todo lo cual queda claro que el pretendido derecho a la revolución invocado por López Obrador y sus seguidores no existe y por tanto su actitud no es de simple resistencia sino francamente golpista.
De allí deriva el interés de los socialistas españoles, de trazar una línea que deslinde los estilos y los propósitos entre el PSOE y el PRD, porque el pretendido Derecho a la Revolución es un absurdo que amenaza la paz y la continuidad histórica e institucional de México y de cualquier otro país de la comunidad internacional en el que semejante argumento se haga valer.
Todo español sea o no socialista, sabe que España es protagonista de una misión histórica que involucra a los países que fueron parte de un proyecto de alcance global que nos hermana en valores, idioma, raza, e instituciones básicas. Colapsó el imperio hace doscientos años, sin embargo, el proyecto cultural continúa vivo y a ello corresponde la visita de Felipe González, que reconózcase o no, constituye un reproche al peje-perredismo.
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