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Arde Aída en Torreón

MIRIAM GONZÁLEZ

Con la participación de la soprano mexicana Eugenia Garza en el papel principal, la ópera monumental cautiva al público lagunero.

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Guiseppe Verdi imaginó a Aída celestial, divina, mística y radiante guirnalda y así la encarnó Eugenia Garza, la soprano mexicana que se llevó la ovación del público lagunero en el Estadio Revolución.

La compañía alemana Arts Concerts presentó Aída, Ópera Monumental en Fuego la noche del sábado ante la presencia de más de cinco mil personas, un espectáculo cultural sin precedentes en La Laguna dada la magnitud de su producción.

Y es que el estadio se convirtió en un teatro al aire libre, en donde se montó una pirámide de siete metros de altura como epicentro de la historia, que reunió a una orquesta de 70 músicos, un coro de 60 cantantes, un ballet de 30 bailarines y ocho solistas que alcanzaron dignamente la calidad propuesta por Verdi en su obra cumbre.

Había que esperar a la puesta del sol para que el fuego, hilo conductor de la trama, ardiera a su máximo esplendor. Las notas suaves de los violines empezaron a escucharse alrededor de las 8:30 de la noche en un estadio expectante, seguidas de la intensidad de los cellos y bajo la incesante batuta de un director de cabellera cana y movimientos continuos.

Con voz fuerte y segura apareció Radamés, el capitán de la guardia egipcia enamorado perdidamente de Aída, una joven esclava etíope al servicio de Amneris, la hija del faraón.

La orquesta en todo momento fue una protagonista más de la historia, al dar los matices necesarios para expresar la melancolía de Aída por su familia, el orgullo patriótico de Radamés, los celos de Amneris por el amor de estos dos últimos y las intenciones bélicas de ambas naciones, conducida acertadamente por el director. Y el fuego, siempre el fuego, sirvió para enmarcar las pasiones.

Porque la producción alemana basó su espectacularidad en la pirotecnia, apoyada en los últimos adelantos de la tecnología, también en la pantalla gigante que complementó la escenografía para ambientar el antiguo Egipto.

Mención aparte merece el Coro de la Capilla Académica Dumka de Ucrania, que armoniosamente complementa el trabajo vocal de la ópera.

Con su increíble voz de soprano, Eugenia Garza dio las notas agudas necesarias para interpretar a Aída. Su timbre claro y brillante supo llevar la melodía en un perfecto italiano, traducido oportunamente al español en una pantalla gigante. Por eso, se llevaba la ovación a cada aria, confundida entre su amor por Radamés y la lealtad hacia su patria.

A lo largo de tres horas 45 minutos, cuatro actos y siete escenas el público lagunero se mantuvo al filo, sorprendido por las llamaradas que de vez en vez surgían en el escenario y cautivado especialmente por el segundo acto, el más espectacular por la reciente victoria obtenida por el ejército egipcio, que llevaba cautivos a muchos etíopes, entre ellos al padre de Aída, Amonasro. Todo enmarcado por las intensas notas de una de las arias más conocidas de esta ópera.

Amor y guerra, contradicción vigente enmarcada por la sed de venganza que Aída tiene que asumir a petición de su querido padre. El faraón perdona la vida a los prisioneros a cambio de que se conviertan en esclavos como un favor especial para Radamés, y en medio de toda esa algarabía le concede la mano de su hija Amneris, porque es el soldado más valiente y quien logró la victoria sobre los etíopes.

Para el tercer acto y luego de un intermedio de media hora, Radamés traiciona a su pueblo al revelarle a Aída la táctica que seguirán contra los etíopes y temeroso, decide escapar junto a su amada y su padre al otro lado del río, plan que escucha completo la celosa Amneris y lo entrega al sacerdote Ramphis acusado de perjurio.

Arrepentida, Amneris suplica a los sacerdotes el perdón para Radamés si es que delata el escondite de su gran amor, quien ha logrado escapar junto a su padre, pero valiente él se niega y es condenado a ser enterrado vivo.

En una oscura soledad, el soldado se resigna a su destino y en eso aparece Aída, quien está decidida a morir junto a él. En medio de coros fúnebres, los enamorados se enfrentan a la fatalidad. Y la ovación no se hizo esperar, de pie el público reconoció el talento de los integrantes de la compañía, quienes en medio de una última y espectacular escena agradecen el aplauso.

Ficha técnica

Aída se estrenó el 24 de diciembre de 1871 en la Ópera de El Cairo.

Música: Guiseppe Verdi.

Libreto: Antonio Ghislanzoni.

Compañía: Art Concerts.

Dirección: Joseph Rochlitz.

Diseño escénico: Pier Alli.

Coreografía: Simona Chiesa.

Diseño de proyecciones: Sergio Metalli.

Iluminación: Andreas Kisters.

Orquesta: Filarmónica de Lemberg.

Dirección de orquesta: Walter Haupt.

Coro: Capilla Académica Dumka, de Ucrania.

Ballet: Ensemble Teatre Ustí Nad Labem, de la República Checa.

Reparto

Algunos de los solistas que participaron en Aída en Fuego:

Aída: Eugenia Garza, soprano mexicana.

Radamés: Eduardo Calcano, tenor venezolano.

Amneris: Irina Bossini, solista siberiana.

Ramphis: Krassimir Derilov, solista búlgaro.

Amonasro: Nikolai Nekrassov, solista ruso.

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