El Universal-AEE
MÉXICO, DF.- Es, en todos los sentidos, un círculo vicioso. Un artista consigue éxito; en la cúspide de la carrera comienza el rumor de su adicción a una o varias drogas; algún tabloide amarillista lo documenta (a veces con fotografías) o en el peor de los escenarios, es arrestado por la policía. Entonces, el artista entra en un programa de rehabilitación y sale con la promesa de que está curado. Pero es sólo cuestión de tiempo para reiniciar el círculo: otra vez consigue fama, otra vez se rumora que ha recaído en su adicción, reaparece en tabloides, y la historia se repite.
Así ha sido la vida, por ejemplo, de Liza Minnelli, George Michael, Robert Downey Jr., Ronnie Wood, Whitney Houston, Charlie Sheen y Pete Doherty. Hasta hoy, ninguno ha cumplido su promesa de rehabilitación.
El caso de Whitney Houston es uno de los más claros y recientes: sobrina de Dionne Worwick, heredó y cultivó una voz privilegiada que la llevó a protagonizar la cinta El Guardaespaldas en 1992. Ya desde entonces se publicaba que consumía sustancias de manera controlada. Pero en 2000 fue detenida en el aeropuerto de Hawai con 28 gramos de mariguana. En 2002, confesó a la cadena ABC que consumía cocaína, mariguana y pastillas. Dos años después se sometió a un programa de rehabilitación, pero sólo aguantó cinco días.
En 2005 ingresó a otra clínica, pero tampoco terminó el tratamiento. Desde entonces vive encerrada en su mansión de Atlanta, de donde únicamente sale para pasear a su perro. Su cuñada, Tina Brown, tomó fotografías de su casa inundada de basura y sobres de cocaína, crack y mariguana. Todo, en apenas diez años.
La década de los 90 también fue tormentosa para Charlie Sheen. Su desmedido consumo de drogas obligó a su padre, el actor Martin Sheen, a firmar una orden de arresto en 1998 para obligarlo a entrar en una clínica de rehabilitación. Al salir, Charlie declaró: ?Mi padre me salvó la vida y lo quiero por eso?.
Pero ese mismo año fue condenado a libertad condicional hasta el año 2000 por agresiones contra su novia. El comienzo de su siglo XXI fue prometedor: protagonizó dos series de Tv: Spin City y Two and a Half Men.
Pero hace dos meses, su actual esposa, Denisse Richards, lo acusó de violencia doméstica y amenaza de muerte; además, revivió viejos vicios: ?Abusa de medicamentos controlados, tiene un temperamento disparejo, es jugador compulsivo y adicto a la pornografía?. Actualmente, Sheen y Richards están en un juicio de divorcio.
Robert Downey Jr. es otro ejemplo de reincidencia, así como Ronnie Wood (guitarrista de Rolling Stones), a quien incluso Mick Jagger le recomendó su sicoanalista para superar su alcoholismo. En la farándula también han aparecido casos atípicos, de artistas que confiesan adicciones ocasionales, sin que implique la destrucción de su vida, por lo menos no la pública.
En 2004, Collin Farrel declaró que había consumido todo tipo de drogas, incluyendo heroína. Dijo que le había gustado y aunque enseguida aclaró que estaba siendo sarcástico, la frase desató críticas. Un año después entró en una clínica de rehabilitación, de donde, aseguró, salió totalmente curado.
La experiencia de Gérard Depardieu es todavía más fantástica: en su autobiografía Vivo, publicada en 2004, reveló su adicción al alcohol: ?Siempre creí que no era alcohólico, pero hoy me interrogo, me digo que quizá lo soy?.
Y aunque no se había dado cuenta de su enfermedad, ya había sido sometido a trasplante de hígado. Sin embargo, las drogas no son sólo cuestión de adultos. La joven Kelly Osbourne ya ha pasado por el filoso cuchillo de los tabloides. En abril de 2004, Kelly apareció en un diario londinense comprando drogas. Su padre, Ozzy Osbourne, dijo que al ver la foto ?la había exprimido hasta sacarle la confesión de que era farmacodependiente?. Ingresó a una clínica en Los Ángeles y salió con la promesa de que estaba rehabilitada.
En todos existe la misma esperanza: que el círculo vicioso no se cierre o que se rompa lo más pronto posible.