Sin duda, la aprehensión en Torreón de Óscar Arriola Márquez, el presunto “capo” de una organización delictiva de grandes vuelos -con sede en el estado de Chihuahua- sacude a la Comarca entera, ya que confirma lo que desde hace tiempo se temía: la región resulta sumamente atractiva a los ojos de los líderes del crimen organizado, quienes encuentran en el nivel de desarrollo económico y alta calidad de vida, las condiciones ideales para establecer lugares de “descanso” y/o de tranquilidad para sus familias.
Mientras los agentes de la Procuraduría General de la República, enviados desde la Ciudad de México -en evidente prueba del nivel de desconfianza que existe hacia la delegación de la propia institución- cumplían con el requisito del cateo a la vivienda del presunto “capo” y éste era notificado del interés del Gobierno de Estados Unidos en que sea extraditado, el procurador coahuilense, Jesús Torres Charles, confirmaba ayer lo que simplemente todo mundo ya sabía: la Procuraduría General de Justicia en Coahuila no tenía indicios de la presencia de éste en Coahuila y mucho menos que estuviera asentado junto a su familia en Torreón.
Así están las cosas: simulación o ignorancia, que resultan también un atractivo para los líderes mafiosos. Pero una vez muerto el niño, hay que tapar el pozo. El procurador anunció que desde el viernes se puso en marcha una serie de investigaciones para detectar casos de otros líderes del narcotráfico que pudieran vivir en Coahuila y que además, se han establecido contactos con autoridades fiscales de todos los niveles de Gobierno a fin de detectar cualquier operación financiera sospechosa, en la que se pudieran implicar acciones de lavado de dinero.
Torres Charles dice que “en este momento nosotros no tenemos indicios para asegurar que otros narcotraficantes se encuentren asentados en Coahuila. No tenemos información sobre esto; Coahuila es sin lugar a dudas un estado atractivo para los narcotraficantes, pero de alguna u otra forma tenemos que quitarle esos atractivos”.
Pues sí, de alguna manera hay que quitarle atractivos a la región, para que los “capos” no finquen aquí sus paraísos familiares. Una receta, la más antigua y eficaz, sería hacer lo que se debe hacer, sin simulaciones, sin contubernios ni corruptelas. La eficiencia en las corporaciones policiacas y la férrea voluntad política de las autoridades en los tres niveles de Gobierno sin duda inhibiría a cualquier delincuente, así de simple.