EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- Artistas como Vincent van Gogh y Jackson Pollock, entre otros, se adelantaron a plasmar en sus obras teorías que años más tarde la ciencia formuló. Esas creaciones hoy son objeto de estudio de la ciencia, no sólo para entender el universo sino para ahondar en los vínculos de física, matemáticas y arte.
Para los científicos, la manera profunda o analítica como la ciencia percibe la naturaleza es muy similar a la forma en que lo hace el arte. Ciencia y arte ?a primera vista tan diferentes? podrían apoyarse una de la otra.
¿Qué tanta información de una escena puede ser capturada por un artista en comparación con un físico o matemático? Esa interrogante es actualmente debatida por científicos de todo el mundo. Adelantándose a las teorías, Vincent van Gogh plasmó lo que vio, sintió ?y padeció? en su obra La Noche Estrellada. En este cuadro dibujó una visión muy detallada de los remolinos de viento en un ambiente nocturno.
Ese fenómeno físico, años más tarde sería denominado por el científico ruso Andrei Kolmogorov como ?turbulencias de fluidos? (flujos de aire o líquidos con alta concentración de energía y cambios de forma constantes). Recientes estudios encabezados por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revelan que los trabajos del físico coinciden con increíble exactitud con lo plasmado por el pintor holandés.
El artista europeo pintó turbulencias de manera tan exacta que se ajustan a los modelos matemáticos que ahora existen para ese fenómeno, elaborados por Kolmogorov.
Los físicos José Luis Aragón Vera y Gerardo García, quienes participaron en el estudio junto con científicos españoles e ingleses, sostienen que esa coincidencia entre la física y la obra de Van Gogh pudo deberse a dos factores: la gran capacidad de observación del pintor holandés y los problemas mentales que padecía.
A partir de ese análisis, los científicos de la UNAM aseguran que Van Gogh no fue un pintor realista que pudo ver el flujo turbulento de un líquido y pintarlo idéntico como si fuera una fotografía, sino un impresionista capaz de transmitir la esencia de la turbulencia.
En su obra La Noche Estrellada, explican los científicos, lo que pintó el artista es la sensación que él percibía de una noche.
Los especialistas acotan que, en todo caso, estas turbulencias aparecen con mayor exactitud en las etapas de crisis mental del pintor, pues en su Autorretrato, una de los periodos de mayor estabilidad del pintor, son mínimas.
Otro artista que, explican, se adelantó a su tiempo o por lo menos pudo haber tenido una visión similar a la de un físico, fue el pintor estadounidense Jackson Pollock (1912-1956), referente del movimiento de expresionismo abstracto. Los trabajos de Pollock realizados principalmente en la década de los 40 y 50 del siglo pasado, parecen estar basados en los fractales (objeto geométrico cuya estructura básica se repite en diferentes escalas), aunque ese término científico fue propuesto hasta 1975 por el matemático Benoît Mandelbrot.
Incluso explica Gerardo García, la obra de Pollock adquiere mayor tinte de fractalidad conforme avanzó en edad el artista.
CREADORES PIONEROS
Tanto el arte como la ciencia tratan con la naturaleza y generan una visión de la realidad. El médico estadounidense Leonard Shlain, en su obra Arte y Física (1991), propone la hipótesis de que grandes artistas plásticos de todas las épocas se han anticipado en sus obras, de manera profética, a importantes descubrimientos realizados por los físicos.
Para este autor, la introducción de la perspectiva en pintura, alrededor del año 1300 de nuestra era, creó el clima intelectual que hizo posible, unos 300 años después, el descubrimiento de Kepler de las órbitas elipsoidales de los planetas.
Otro ejemplo es la relación entre el descubrimiento de Einstein de la relación entre tiempo y espacio y la revolución visual llevada a cabo por Pablo Picasso y George Braque, que fracturaron los objetos, introduciendo el tiempo en un arte que hasta ese momento era estático.
Para Shlain, la belleza y la disciplina son importantes tanto para los artistas como para los científicos; sin embargo, estos últimos, muchas veces, admiten que se sobreestima el razonamiento lógico, y aseguran que la imaginación es una parte integral del proceso creativo.
Sin embargo, dice Shlain, en algunos artistas como Leonardo da Vinci y Alberto Durero pudieron combinar ambas disciplinas, como también lo hicieron talentosos científicos como Nicolás Copérnico y Luis Pasteur, quienes incursionaron en el arte.
Filósofos y científicos como Aristóteles, Benoit Mandelbrot, Neils Borh o Albert Einstein pensaban por lo general en imágenes y no en palabras o signos como se supondría. Einstein llegó a afirmar incluso: ?Si no puedo dibujarlo, es que no lo entiendo?.
Matemáticas y música, en armonía
La relación ciencia y arte también se encuentra presente en otras disciplinas, como música y matemáticas.
Desde que el filósofo y matemático griego Pitágoras, hace más de dos mil 500 años, relacionó la proporción entre las longitudes de cuerdas vibrantes con su emisión, o no, de sonidos ?armónicos?, matemáticas y música han tenido una estrecha relación. Esto, aunque la primera es la ciencia más exacta, y la segunda, del arte más etéreo.
Recientemente Dmitri Tymoczko, investigador de la Universidad de Princeton, aseguró haber desentrañado una estructura matemática que encierra los fundamentos estéticos de la música occidental que ha sido creada a lo largo de los siglos. Una nueva manera de ver acordes y melodías como puntos y líneas en un espacio matemático llamado orbifold, puede proporcionar un mejor entendimiento de los principios organizadores de la música occidental, según la investigación de Tymoczko, publicada en una reciente edición de la revista Science.
Los compositores occidentales enfrentan el reto de combinar la armonía (uniendo dos o más tonos en un acorde) y el contrapunto (conectando notas en una serie de acordes para crear melodías simultáneas). Tymoczko muestra que las ?reglas? sobre si los acordes pueden ser enlazados de modo eficiente y acústicamente placentero pueden ser representados matemáticamente proyectando las posibles conexiones entre acordes en el espacio geométrico y mostrando precisamente cómo armonía y contrapunto están relacionados. Este modelo matemático puede emplearse con gran éxito para analizar desde los madrigales renacentistas hasta las obras de Richard Wagner o el jazz más actual, demostrando que, pese a lo que podamos pensar y desde el punto de vista de las matemáticas, los estilos musicales son muy uniformes y proceden unos de otros de una manera continua, sin grandes revoluciones.