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Asesinos amurallados

Javier Fuentes de la Peña

Dicen que Chávez y Castro están locos, pero no creo que tanto. Es cierto que ambos han impuesto su voluntad a la del pueblo para el cual gobiernan, sin embargo, en algo tienen razón: Estados Unidos es un pueblo tirano.

Quizá alguno considere exagerada tal afirmación, sin embargo, la historia nos ha demostrado que el poder de esta nación ha sido forjado gracias a la sangre de gente inocente.

Pocas naciones hay en el mundo que sean más odiadas que Estados Unidos. En la mayoría de los países europeos, y especialmente en Francia, el turista estadounidense es objeto de múltiples muestras de desprecio. En Sudamérica sucede algo parecido. En Chile, por ejemplo, los norteamericanos sólo son bienvenidos por sus dólares, pero eso no los salva de enfrentarse a constantes descortesías.

Aunque muchos estadounidenses no merecen ser blanco de ese odio generalizado, tienen que cargar sobre sus espaldas el peso de una nación que se ha hecho poderosa a costa del dolor de millones de seres humanos.

Estados Unidos se ostenta como un ejemplo de libertad y democracia, sin embargo, ¿qué significado le puede dar este país a la palabra libertad? Los gobernantes estadounidenses, uno tras otro, han lanzado al viento discursos en los que exaltan la libertad de su pueblo, sin embargo, sus acciones han estado siempre consagradas a forjar cadenas.

Hoy los estadounidenses son aplastados por millones de eslabones que les impide siquiera respirar el aire de la libertad. Sobre ellos pesa la cadena del consumismo, de la ambición, del materialismo, del odio, del poder, de la injusticia, de la crueldad, del racismo, en fin, sobre ellos pesa la cadena de la muerte.

Hace ya casi tres años, a Bush se le ocurrió invadir Irak bajo el pretexto de encontrar armas poderosísimas en poder de Saddam Hussein. Las muertes por tal guerra siguen contándose día a día, y no se ha encontrado ni se encontrará dicho arsenal.

Montesquieu, célebre escritor francés, en una ocasión dijo que cuando uno busca tan extremadamente los medios de hacerse temer, encuentra antes siempre el medio de hacerse odiar. El significado de esta frase es fácil de entenderse, sin embargo, no ha sido comprendido por los gobernantes de Estados Unidos que han convertido a su país en uno de los más aborrecidos del planeta.

Aunque parezca increíble, el presidente de esa nación se comporta al igual que lo hiciera, hace miles de años, el emperador chino She Huang-ti. Debido a los continuos embates de los hunos, este emperador de la dinastía Ts’in, llamó a su pueblo para construir una muralla de casi dos mil 500 kilómetros de longitud.

En un ejemplo de tiranía e incluso de racismo, el Gobierno de Estados Unidos ha decidido hacer lo mismo, es decir, un muro en la frontera con México para evitar el paso de miles de indocumentados.

La muralla de concreto aún no se construye, pero se ha dispuesto ya el muro de metralla. En la noche del 30 de diciembre, un joven que pretendía buscar una mejor vida en suelo estadounidense recibió un impacto de bala de un agente de la Patrulla Fronteriza. Al día siguiente ese joven murió en un hospital de Tijuana. Como él, cientos de mexicanos perecen cada año en manos del odio yanqui.

¿Qué pasaría si un joven estadounidense fuera asesinado por un agente de la AFI? Seguramente demandarían la inmediata extradición de tal policía y en unas semanas le aplicarían la inyección letal.

Estados Unidos es una nación poderosa, de eso no hay duda. Pero es triste que ese poder tenga su base en el sufrimiento de los más débiles.

Dicen que Chávez y Castro están locos, pero no creo que tanto.

javier_fuentes@hotmail.com

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